INMADUREZ DE UN NIÑO EN RELACIÓN A LA PSICOLOGÍA DEL DESARROLLO Y NARCISISMO
A veces, podemos observar cómo algunos niños no se comportan del mismo modo, ni poseen las mismas habilidades que otros niños de su misma edad. Esto puede ser causa de una incapacidad del niño para alcanzar la madurez. Un niño inmaduro suele comportarse de una forma egoísta, no muestra una gran empatía, y prioriza su bienestar antes que el del resto. Este tipo de perfil destaca también por la facilidad que tiene para enfadarse, acompañado de una notoria impulsividad, lo que les lleva a actuar de forma agresiva e inadecuada ante situaciones estresantes o confusas. Son muy frecuentes los berrinches. Otra característica que pueden presentar estos niños es la timidez.
Un buen método para que un niño alcance la madurez es incitarle a pensar más allá de uno mismo, a relacionarse con otras personas de su edad o mayores y a hacerse cargo de sus propias obligaciones, que sea responsable.
Nuestro trabajo ha consistido en observar un poco más allá de las conductas narcisistas, cómo afectan estas a los hijos cuando las llevan a cabo los padres, y cómo serían las relaciones que lleva a cabo un niño cuando las experimenta él mismo.
Hemos concluido que está clara la determinación que tiene cualquier tipo de comportamiento del padre sobre el hijo, llevando a causar en este último, aprendizajes irracionales y duros, entendiendo el cariño y el amor que le corresponde está basado en su propio esfuerzo, y en sistema de recompensas o castigos. El padre tendrá el papel de guía, de referente y de dictador, adoptando el hijo un papel sumiso de indefensión dónde no sabrá los límites del bien y el mal general, sólo aquellos que sean recompensados y reconocidos por el propio padre.
Por otra parte, cuando un niño empieza a tener actitudes narcisistas, hay que saber identificar si forma parte del desarrollo natural de este, o si resulta de actitudes desadaptativas fuera del periodo de crecimiento (suele ser la etapa preoperacional), donde los niños por regla general superan el egocentrismo, partiendo de que su punto de vista no es el punto único de referencia que hay que tomar para actuar. Tras estudios observados en la Psicología del Desarrollo puede explicarse la impulsividad en la toma de decisiones a causa de que la corteza prefrontal no se ha terminado de desarrollar y por lo tanto estos comportamientos no pueden controlarse con precisión.
Sería importante que en la educación que los más pequeños reciban estén consolidadas las bases de amor hacía los demás, el desinterés de los comportamientos llevados a cabo y una educación y respeto que hagan más fácil las relaciones interpersonales, provocando sufrimiento en la gente de alrededor de la menor forma posible, o por lo menos, disminuirlo si es a consecuencia de las actitudes propias.
Trabajo realizado por: Laura Hijano Izquierdo, Esteban Gómez Navas, Virginia López Rodríguez.