JULEN ESTÁ M*****: PARTE 3.
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Tras varias cuestiones planteadas anteriormente acerca del caso Julen y cómo debería haberse abordado a nivel técnico, nosotros nos hacemos la siguiente pregunta: ¿la ética y la moral en los medios de comunicación van sujetas al “modus operandi” del lenguaje en nuestra sociedad?
Es lógico (aunque no muy acertado) que esto se pueda plantear como una ley del “todo o nada” y es posible que polaricemos nuestras opiniones al blanco y negro, o al correcto e incorrecto. Por consiguiente hay que tener claro que quizás los “tonos grises” nos pueden dar más información respecto un tema en particular que irse a los extremos (sobre todo en temáticas de un carácter tan trascendental a nivel social y ambiguas en cuanto al trato ético). La moral por definición asume los hechos que siguen la norma y son aceptados positivamente en la sociedad, es decir, que consideramos “correctos”. En el caso de Julen, hubo medios que lanzaron un bombardeo constante de información rumiante durante el tiempo que el caso tuvo en vilo a la mayor parte de la población española (como RTVE o la Vanguardia). Este aluvión de información no solo hizo que el caso fuera mucho más allá del ámbito familiar y de su intimidad, sino que además, parecía que la gente era partícipe del evento como si ellos mismos fueran parte de la vida del niño y de los padres. Considerando lo anterior, ¿la ética periodística con respecto a la situación generada en el caso fue correcta, normativa y/o contextual?
Si nos paramos a analizar este ejemplo, el caso perdió casi todo el sentido de tragedia y humanidad, volviéndose más un reflejo de un partido de fútbol, en el que las páginas informan de las jugadas minuto a minuto. Solo que en el caso Julen, el directo duró más de once horas en las que se relataba el rescate de un cadáver infantil. ¿Qué finalidad tenía la realización del mismo? ¿Simplemente crear mayor expectación para ganar visitas? Y ya no sólo eso: los propios usuarios e internautas podían aportar su “granito de arena” mediante comentarios en vivo, lo cual los hacía parecer la hinchada que anima en un partido a un equipo u otro.
Todo esto no sólo derivó en un enganche constante al evento y en una empatía nacional acerca del estado de salud del niño: hizo que la gente sintiera aún más culpa, ansiedad e incluso que aparecieran sentimientos de rabia e impotencia por no poder proporcionar ningún tipo de ayuda.
Como es de esperar un suceso de semejante calibre mediático no puede contentar a todo el mundo, pero nosotros queremos centrarnos en la visión profesional del caso: ¿la forma en que se informó fue la correcta según la guía deontológica periodística? Considerando el ejemplo anterior, creemos que no. Esto podría deberse al hecho de que el periodismo español tiene un código “laxo”, pero hay casos en los la pregunta no es tanto si se transgredió este. Nosotros nos preguntamos: ¿se han violado principios éticos y morales a nivel profesional o incluso a nivel social? Susanna Griso entrevistó a los padres del niño en directo, haciendo al final de la entrevista comentarios tan “potentes” emocionalmente que llegó a tal punto que varios frentes periodísticos la denunciaron: “Imagino que es inevitable torturarse y preguntarse: “ si yo no hubiese hecho esto, y si yo no hubiese ido, y si hubiese cambiado de planes o hubiese estado más pendiente de Julen…” Esas preguntas que supongo que todos nos haríamos, a ti te mortifican ¿no?”.
Por ello, de forma concreta en este suceso y global, ¿podemos considerar que el caso se llevó de forma ética? Considerando que el mismo Colegio de Periodismo de Andalucía afirmó la violación de unos principios hacia la integridad de la raza humana, podríamos decir, con cierta propiedad, que la respuesta en varios casos (como los anteriores), es no (aunque sería una respuesta que se queda corta).
Finalmente, queríamos mencionar algo que dijo el escritor Alejandro Grijelmo en una entrevista, y es que según él, los medios pueden “manipular” la información para no herir la sensibilidad de la persona (lo cual afirma que fue lo ocurrido en el caso Julen); o para sesgar la información, controlarnos y sacar beneficio de nosotros (el ejemplo típico cuando se habla de política). Aunque consideramos que la forma en la que se abordó la noticia en algunos casos (el abordaje minuto a minuto o las preguntas capciosas de Susanna Griso a los padres) fue un claro ejemplo de la segunda definición, hay que reconocer que tenemos ejemplos (como los titulares evitando la palabra “muerte”) que abogan por el tacto y por la sensibilidad del lector. Aunque sería muy fácil decir que el abordaje del caso Julen no fue ético, tendríamos que concretar que una parte relativamente importante de este sí que lo fue (o por lo menos, intentó llevarlo de una forma menos “impactante”), así como que la guía deontológica de periodistas en España no ayudó mucho. Por ello, creemos que a nivel técnico, el problema no recae tanto en el/la periodista, sino en la referencia que tiene que seguir y obedecer (siendo en este caso, la guía ética periodística española).
Desde mi punto de vista, que el niño tenga 2 años de edad podría hacer que la población sienta una empatía completa en cuanto a lo que sufrió en sus últimos días de vida, al igual que el descontento y el desconsuelo que vivió su familia cuando supieron del paradero del cadáver. De esta manera, los medios de comunicación que presentaron explicaciones tan explícitas sobre la situación del joven consiguieron insensibilizar a la población, de forma que “quitarle hierro” al caso pudo suponer un atisbo de esperanza en el incansable rescate. Además, teniendo en cuenta como he mencionado anteriormente la edad de Julen (ya que era menor de edad), las bases éticas de nuestro pensamiento occidental acerca del tabú y miedo de la muerte salen a la luz. Enfatizando lo anterior, ese incansable rescate y preocupación, por sí mismo fue un arma de doble filo. Por un lado, contamos con una información basada en suposiciones que hacía a los familiares y telespectadores aferrarse a la fugaz esperanza que poco a poco se desvanecía en el transcurso del rescate. Por otro, y posiblemente el más evidente, el constante estímulo visual que propició la televisión y todos los medios de comunicación tanto por vía satélite como por vía internáutica, llevaron a la propia población a conseguir formar una “piña”. El endogrupo se sintió tan identificado que cargaron con su peso y repartir pequeñas dosis de empatía medidas a cada ciudadano implicado con el caso.
Así, y aunque pueda ser contrario a lo que expusimos en grupo antes, creo a nivel personal que también consiguieron insensibilizar en buena medida a todas aquellas personas que siguieron el minuto a minuto del caso con tanta información y detalles.
El hecho es paradójico, ¿qué finalidad tienen los medios de comunicación a la hora de contar casos con tantísima tensión social? ¿Mostrar la noticia de una forma pragmática y objetiva, o cargarla con tanto sensacionalismo y calibre emocional que se llegue a sentir esta como si de un vecino o un propio familiar se tratara?
Yo creo que el hecho, aparte de paradójico, es esperpéntico. ¿Cómo se puede llegar a sobrecargar tanto algo así? Que un niño con tal solo 2 años desapareciera en los alrededores de un campo ya es de por sí un hecho traumático sobre el papel, y es muy difícil imaginar lo mal que se sintieron y lo que pasó por la cabeza de los padres y personas cercanas de Julen. El hecho de que la noticia se expandiera como la pólvora no ayudó, ni mucho menos, a reducir la tensión. Estas personas encontraron mucho apoyo, pero, ¿el cariño que recibían de los “followers” era real? Es comprensible que las personas, aún por muy ajenas y lejanas al caso, mostraran empatía y cariño. Pero también habría que debatir si verdaderamente la finalidad de aquellos seguidores era tan empática y recíproca por el sentimiento de angustia por el niño, o si simplemente jalearon la situación como si fuera una película de ficción: solo por el entretenimiento. Finalmente quizás veamos la realidad como un espectáculo por el cual vale la pena pagar, en vez de preguntarnos el “por qué” y el sentido de los actos. Un ejemplo de esto sería una de las últimas escenas de “El show de Truman”, cuando los guardias de seguridad, después de ver la lucha y el sufrimiento del protagonista, solo se preocupaban por ver qué programa televisaban a continuación. En otras palabras: solo les preocupaba entretenerse un rato.
Referencias:
El Colegio de Periodistas de Andalucía exige a los medios responsabilidad. (2019). https://www.infolibre.es/noticias/politica/2019/01/26/el_colegio_periodistas_andalucia_exige_los_medios_responsabilidad_cobertura_por_caso_julen_91218_1012.html
La Vanguardia. Minuto, A., Contra, L., Vang, B., Fan, M., Moda, D., Valenciana, C., Vasco, P., más, V. and TV, P. 19 de enero de 2019. Julen, el streaming en directo del rescate del niño que cayó al pozo en Totalán (Málaga). https://www.lavanguardia.com/sucesos/20190119/454194470492/en-directo-rescate-julen-pozo-totalan-malaga-streaming-video-seo-ext.html
Periodista Digital. Digital, P. (2019). La falta de escrúpulos de Susanna Griso en su entrevista a los padres de Julen: mucho morbo y nada de información.
S. Quílez, M. 26 de enero de 2019. Julen | La Última Hora en Directo. RTVE.es.
http://www.rtve.es/noticias/20190126/directo-rescate-julen/1872500.shtml
Youtube.com. 25 de enero 2019.
https://www.youtube.com/watch?v=uHE_DvvXO8E
Grijelmo, Á. (4 de febrero de 2019). Columna, EL PAÍS. El cuerpo de Julen.
https://elpais.com/elpais/2019/01/31/ideas/1548936584_580376.html