La búsqueda del Yo
Muchas veces en la vida nos preguntamos “quién soy yo”, y podemos dar muchas respuestas al respecto, aunque no una definitiva, ya que tarde o temprano nos volveremos a preguntar lo mismo, y la respuesta puede ser diferente.
Daniel Dennett define el “yo” como un concepto abstracto, no operativizable, y utiliza una metáfora que se basa en compararlo con “el centro de gravedad” de un objeto; éste es una abstracción, que nos interesa por ser susceptible al cambio con simples manipulaciones en dicho objeto. Extrapolándolo a la persona, estos cambios en su “centro de gravedad” se dan por los sucesos biográficos que le acontecen, pero más importante aún es lo que se dice esta persona a sí misma acerca de ellos; su diálogo interno sobre los sucesos que le ocurren. La forma de narrar estas historias como un todo coherente podría dar lugar al “yo”, un “yo” maleable que depende totalmente de estas narraciones subjetivas, que sin embargo, en algún momento presentarán alguna incoherencia.
Esta idea propuesta por Dennett es muy interesante, dado que en general, nos molestar ser incoherentes (y más aún que los demás se den cuenta). Nos esforzamos por mantener un “yo” sólido, coherente, consistente, buscando mantener las ideas sobre lo que creemos de nosotros. Esto resulta muy palpable cuando detectamos una incoherencia en otra persona; no nos gusta, y cuando alguien nos menciona una incoherencia interna nuestra, nos sienta fatal. Lo mencionado es algo normal y adaptativo; es mejor afrontar un mundo predecible que uno caótico, pero por contraparte, el efecto negativo de esto es que nos creamos mentiras sobre nosotros mismos y hace que cambiar sea más difícil, ya que nos autoimponemos el deber de ser “coherentes con nosotros mismos”, “fieles a nuestros principios”, y un largo etcétera. Pero cambiar es inherente al día a día y a las experiencias, por lo que únicamente estamos negando evidencias, y anclándonos a ideas obsoletas que a veces pueden impedir avanzar.
Para ilustrar sobre lo mencionado, contaré una pequeña experiencia/reflexión personal: durante la mayor parte de mi vida, he sido una persona introvertida, tímida, que no hablaba para no molestar… sin embargo, empezó a aparecer gente en mi vida que me decía que era dicharachero, hablador, extrovertido… yo pensaba que ese no era mi “verdadero yo”, sino una máscara, y que en lo más profundo de mí seguía siendo alguien tímido e inhibido. Un día me di cuenta de que tenía una gran facilidad para hablar con prácticamente cualquier persona sobre diversos temas de conversación, pero yo seguía sintiéndome como alguien muy retraído, negando una realidad: había dejado de serlo (probablemente esa nueva realidad atacaba a mi “yo consolidado”, por lo que la negaba en rotundo), hasta que me di cuenta de que aquel “yo” sólo estaba en mi cabeza, ya estaba obsoleto, le atribuía características que el “yo” actual ya apenas tenía, y esto fue algo de lo que me costó mucho darme cuenta. El “yo” que autopercibía no tenía nada que ver con el que veían los demás (algo que sucede muy frecuentemente, por distorsiones como esta, entre otras razones).
Como conclusión, creo que Dennett diría al respecto que, probablemente estos dos “yoes” (y muchísimos más) viven dentro de mi, aunque trate de unificarlos, dominará el que dicte mi diálogo interno durante un tiempo determinado, luego lo hará otro, y así sucesivamente. El “yo” de hoy puede ser diferente al de ayer, y al de mañana.