María Maldonado
Psicología del Lenguaje — ugr
3 min readNov 24, 2021

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La cuarentena ha fortalecido unos lazos y debilitado la formación de relaciones sociales.

Cuando hablo de fortalecer lazos, me refiero concretamente a los que mantenemos con nuestra familia conviviente; ya que debido al confinamiento las mayoría de las relaciones sociales que entablábamos eran con ellos. Un ejemplo de esto, sería una mejor colaboración en las tareas del hogar y una comunicación comprensiva en la que entendías la situación del otro. Ejemplos de esto, sería participar en las tareas del hogar sin que nadie te lo pidiese, y en la comunicación comprensiva, un ejemplo muy claro sería una discusión entre dos familiares.

Digo esto último, porque es cierto que en durante la cuarentena los sentimientos estaban a flor de piel, cualquier comentario desafortunado, podía desembocar en una discusión. Pero estas duraban poco tiempo, ya que sabíamos lo que sentían nuestros familiares, la situación que estaban viviendo que también era nuestra; nos poníamos en sus zapatos y solucionábamos los conflictos que surgían con mayor facilidad que en circunstancias “normales”.

No había lugar en el que ocultarse, ni el que dar un paseo para despejar la mente, pero si estaba tu familia para transportarte a cualquier anécdota pasada (cuando tu madre aprovechaba ir a comprar el pan para ver a sus amigas en la plaza y hablar cinco minutitos), a una canción que te cantaban cuando naciste (es heredada de madres a hijos) e incluso dio para criticar lo mala que era comiendo cuando era pequeña y las peripecias que tenían que hacer.

En la debilitación de formar relaciones sociales, me gustaría hacer hincapié en que no solo se debe a la situación en la que seguimos permaneciendo de pandemia, sino a que nuestras habilidades sociales se han debilitado. Todo esto ha desembocado en una peor experiencia a la hora de formar nuevas amistades, de conocer a nuevos compañeros e incluso de visitar a la familia.

Ya no es tan sencillo acercarte a alguien para entablar una conversación (es cierto que con la vacunación masiva contra el COVID-19 la cosa ha mejorado mucho). Las personas tienen miedo por sus familiares (pueden ser de riesgo o tener una edad avanzada), por su situación económica (si enferman o contagian a personas cercanas tendrán que cerrar sus negocios y eso repercutirá, en mi caso en mi formación, pues dependo económicamente de ellos), e incluso por su propia salud.

Conocer a los compañeros de clase a través de una pantalla cuando las clases eran online tampoco mejoró la situación, ya que nadie conectaba la cámara y simplemente hablabas con el ordenador que te daba una respuesta a la que no tenías como ponerle rostro.

Y visitar a la familia, en mi caso no puedo hablar de abuelos, pero si de sobrinos, y el hecho de que mi sobrino naciese y no poder ir a visitarlo tanto como me gustaría, el no poder acariciarlo, el que me tenga que ver con una mascarilla o el simple hecho de no poder besarlo, ha hecho que mis lazos afectivos con el sean más pequeños que con el resto de mis sobrinos.

En conclusión, la pandemia ha creado cosas buenas y malas dentro de nosotros, y si ha mejorado nuestras relaciones personales con nuestros familiares debemos intentar mantenerlas y mejorarlas cada vez más, y si nos ha desprovisto de las mismas, intentar que nuestras habilidades sociales mejoren y volver a construir lazos afectivos sólidos.

Referencias:

Hernández, E. (2021, Aug 12). Amigos, familia y escuela. así han cambiado las relaciones sociales por el covid. CE Noticias Financieras Retrieved from https://www.proquest.com/wire-feeds/amigos-familia-y-escuela-así-han-cambiado-las/docview/2561079559/se-2?accountid=14542

Agustina D´Ambra. (2021, Jan 29). Cómo la pandemia obligó a repensar las relaciones sociales. Infobae Retrieved from https://www.proquest.com/newspapers/cómo-la-pandemia-obligó-repensar-las-relaciones/docview/2484074883/se-2?accountid=14542

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