La disociación, un arma de doble filo.

Raquel Benítez
Psicología del Lenguaje — ugr
3 min readNov 9, 2021

Un día mientras veía vídeos en la sección “explorar” de mi Instagram, topé con este fragmento de la conferencia de Amelia Tiganus, en el que cuenta cómo desconectó su mente cuando la violaron a los trece años.

Feminismo en reels en Instagram: “Amelia Tiganus, superviviente de trata y activista feminista, en la conferencia ‘La voz de las supervivientes’ en el marco de las jornadas…”

Puede que sea por la forma tan clara y directa con la que Amelia cuenta este capítulo de su vida, que para mí este video fue un bofetón de realidad, desde mi burbuja social consideraba la trata de mujeres y la prostitución algo lejano, y gracias a ella soy un poco más consciente de esta situación. Sin embargo, esto no es solo lo que ha despertado mi interés, sino también la parte de disociación entre su cuerpo y su mente que vivió durante su primera violación, como medio para protegerse de tanto dolor. Así que dedicaré este blog para hablar y arrojar un poco más de luz sobre este concepto.

Para tener una idea mas concreta de este proceso, el DSM-IV lo define como “una alteración de funciones integradoras de la conciencia, la identidad, la memoria y la percepción del entorno”. Sin embargo, esta capacidad puede ser un arma de doble filo, por una parte la victima se protege sintiendo que han violado su cuerpo pero no su persona, pero por otra, la parte judicial que comenta Amelia en la entrevista completa (Conferencia de Amelia Tiganus “La voz de las supervivientes” — YouTube), se cuestiona si verdaderamente son victimas, ya que no han expresado explícitamente que iba en contra de su voluntad, al encontrarse en un estado de inmovilidad tónica durante el acto.

Cuando hablamos de este fenómeno se nos pueden venir a la mente casos como el explicado anteriormente, pero no es muy corriente darnos cuenta de la disociación que podemos realizar ante situaciones que no son de estrés límite. Nos van enseñando a disociarnos desde pequeños como herramienta para esquivar rápido nuestro dolor aunque las situaciones no sea graves, “por ejemplo, cuando una niña pequeña se cae y llora del susto o del dolor, rápidamente le podemos decir no pasa nada mira esta pelota qué bonita es”. Como si el dolor solo estuviera cuando ves la herida y si no la miras desaparece, en ocasiones este procedimiento es útil, cuando la niña todavía no ha desarrollado las habilidades necesarias para salir de esa situación de dolor, pero en otras es mejor explicarle porque le ha pasado, que es normal que le duela y que no es malo sentir ese dolor, para que así aprenda a gestionarlo en lugar de evitarlo.

Considero que si afrontaras el dolor desde pequeños de la segunda forma, no realizaríamos el mecanismo de evasión que se extrapola al resto de nuestra vida, durante la cual justificamos o normalizamos, los comentarios o actos machistas que sufrimos para así no sentirnos dañadas y no afrontar la situación.

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