La música como forma de transmitir emociones.

Paula Verdejo
Psicología del Lenguaje — ugr
6 min readNov 29, 2021

La música está presente en muchos aspectos del día a día, pero según varíe su ritmo, melodía o armonía tendrá un impacto más o menos significativo en nosotros. Entonces, abrimos la siguiente cuestión, ¿puede producir la música emociones, de manera individualizada y personal?

Cuando una canción nos transmite emociones es porque la interiorizamos y nos identificamos con el mensaje que esta transmite provocando así distintas sensaciones. Estas generan cambios en la actividad neuronal que facilita la expresión de emociones pero ante una misma canción, la respuesta puede cambiar mucho según las experiencias y aprendizajes de quién la esté escuchando. Esto se debe a los diferentes factores ambientales, contextuales o sociales que nos influyen a cada uno.

Pero antes de eso vamos a dejar claro qué son las emociones y qué entendemos por música:

Las emociones son difíciles de expresar con palabras ya que son una respuesta psicofisiológica del organismo, algo interno que surge de la expresión de una sensación o sentimiento. Estas nos permiten adaptarnos cuando percibimos nuestro entorno. Según Evans (2001) las emociones básicas son tristeza, miedo, sorpresa, ira, alegría y asco.

La música es el arte de combinar melodía, ritmo y armonía con el fin de provocar sensaciones a la persona que la escucha. El ritmo está relacionado con la parte corporal, sensorial y el lenguaje no verbal; la melodía, relacionada con la parte afectiva que resulta de la combinación de ritmo y armonía; la armonía, compuesta por los grados que pueden ser mayores (alegres), menores (tristes) y disminuidos (tensión), está relacionada con la vida intelectual y de relación o parte mental. La música genera, retiene e induce emociones muy distintas, a veces opuestas que afectan a nuestra cognición pudiendo confundirnos. Puede hacer que recordemos momentos de nuestras vidas debido a las fuertes conexiones emocionales que crea la música.

Lo que provoca el cambio fisiológico y psicológico que experimenta el organismo al reaccionar ante la música es lo que se llama biomúsica. La interpretación y procesamiento de esta no tiene un solo circuito cerebral, sino que al escucharla, activa múltiples áreas como las del movimiento, las emociones primarias, el proceso de sintaxis y la gramática del lenguaje (Sáez, 2010). Escuchar música que nos gusta y nos pone felices estimula la producción de dopamina, endorfinas y oxitocina, experimentando un estado que favorece la alegría y el optimismo en general (Jauset, 2008).

De manera general, al combinar ambas (música y emociones) relacionamos cada grado o lo que es lo mismo, la posición de cada nota dentro de una escala, a una emoción de la siguiente forma:

  • Grado I (tónica) en esta escala de do mayor, en concreto sería “do” representando la tranquilidad, reposo o descanso. La tónica es de las notas más importantes dando el nombre a la escala.
  • Grado II (supertónica) “re” se convierte en tensión o una suspensión que nos pide volver a la tónica y a ese estado de reposo, como en una interrogación abierta.
  • Grado III (mediante), en la escala de Do mayor sería “mi”, es determinante para que lo que estamos escuchando nos provoque o bien alegría o bien tristeza. Esto se debe a que la mediante determina si la escala es mayor o menor.
  • Grado IV (subdominante) “fa” suena más excitante y le ocurre parecido a la supertónica, nos pide descender a la mediante para terminar con la tensión.
  • Grado V (dominante) “sol” la catalogamos como la grandiosa y heroica. Esencial para la construcción de acordes.
  • Grado VI (superdominante/submediante) “la” nos traslada a algo tanto dulce como oscuro.
  • Grado VII (sensible/subtónica) “si” nos hace tocar fondo. Su nombre, sensible, ya nos está indicando qué esperar de este grado.

Todas estas notas pueden cambiar la forma en la que nos transmiten sensaciones dependiendo de quién las acompañe. Estas combinaciones forman los distintos grados armónicos que podrán ser tanto mayores como menores.

Los grados armónicos mayores se asocian a la alegría. Estos son los grados I, IV y V mayores formados por una distancia de dos tonos y de tono y semitono. Por ejemplo, en Do Mayor en el acorde “do, mi, sol”, de do a mi hay una distancia de dos tonos y de mi a sol hay una distancia de tono y semitono creando así el acorde mayor. Está formado por los grados mayor- menor-mayor creando una percepción distinta, en este caso de estabilidad. También los grados II, III y VI menores, es decir, les separa una distancia de tono y semitono y luego dos tonos. Por ejemplo en el acorde “mi, sol, si” entre mi y sol hay una distancia de semitono, tono y de sol a si hay dos tonos. Por último el VII disminuido por lo que la distancia de este debe de ser semitono, tono y semitono, tono. Por ejemplo en “si, re, fa”, de si a re hay semitono y tono, y de re a mi hay una distancia de tono y semitono.

En cuanto a los grados armónicos menores podemos decir que se asocian a la tristeza debido a la comparación inconsciente que se hace con el modo mayor. Estos se forman a partir de los grados I, IV y V menores, los grados VI y VII mayores y el grado II disminuido.

La música se forma gracias a las escalas y cada escala se asocia a una emoción. Que la música suene alegre o triste dependerá de muchos factores, entre ellos la cultura e interpretación subjetiva de quien la esté escuchando. No solo de si los modos son mayores o menores ya que la misma melodía, según los cambios entre los diferentes ritmos y armonías, será diferente y transmite cosas diferentes. Es más hay multitud de ejemplos que demuestran esto, por ejemplo la canción “It’s raining men” de The Weather Girls o el ejemplo de una canción tan típica como “Aserejé” están escrita en modo menor y aún así nos provocan alegría. En cambio otras como en modo mayor transmiten tristeza como puede ser “All of me” de John Legend o “Cada dos minutos” de Despistaos.

Pero generalmente, hay ciertas pautas que consigue que una canción nos transmita alegría. Como pueden ser pasar de un ritmo inicialmente moderado a más rápido, usar principalmente acordes dominantes mayores junto con subdominantes, crear una melodía con tendencia ascendente usando los registros altos y agudos, y sobre todo terminar la pieza en la tónica del acorde haciendo una suspensión previa en la dominante. Esto lo podemos observar, por ejemplo, en el concierto para violín de Brahms en D Major, Op. 77: III. Allegro giocoso, ma non troppo vivace.

Por otra parte, la música triste tiene líneas largas de expresión, suspensiones y retardos ampliando así el sentimiento incómodo de no encontrar reposo ni estabilidad, uso de acordes extendidos y semitonos además del contexto de la obra. Una obra que recoge muy bien las características mencionadas anteriormente sería Les Larmes de Jacqueline op. 76/2.

Sea del tipo que sea, cuando nos dejamos llevar por la música, se crea una conexión entre nuestro entorno y el mundo interno de cada uno. La música crea una interacción entre cuerpo y mente, liberándonos a través de nuestro cuerpo y experimentando así un estado de gran bienestar tanto físico como emocional.

Bibliografía

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Tonatiuh, E. (2021, 6 agosto). ¿Qué hace a la música alegre, o triste? Academia de Formación Artística Música Proyecta. https://academiamusicaproyecta.com.mx/que-hace-a-la-musica-alegre-o-triste/

GRUPO: Irene Sforza, Noelia Ortiz Bono, Paula M Verdejo Requena, Fatima Nieto Sanchez, Alba Maria Navarro Lara, M Concepcion Pulido Conde

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