La “mindless” occidentalización del “Mindfulness”
Con la creciente concienciación sobre la salud mental relacionada con el trabajo, el potencial tóxico de la productividad en nuestra cultura es un debate actual relevante. Este debate ha motivado a la gente a buscar y experimentar con prácticas que puedan mitigar los daños de esta cultura tóxica. Una práctica relevante para este ámbito, que hemos discutido en clase como nuestro segundo tema para este curso, es el Mindfulness.
Mindfulness es una práctica que consiste en ejercer la atención y el enfoque de forma voluntaria y sin juicios de valor en el momento presente. Tiene su origen en la práctica budista del “Sati”, y era una práctica muy utilizada como parte de la meditación general. En las últimas décadas ha ido creciendo su prevalencia en Occidente, lo que ha dado lugar a numerosas investigaciones científicas sobre sus beneficios. Los Psicólogos y Neurocientíficos han descubierto que el Mindfulness es una gran herramienta para aliviar el estrés y la ansiedad del individuo. Estos son dos efectos secundarios comunes de la cultura tóxica de la productividad en la que vivimos, por lo que, debido a sus beneficios, el Mindfulness fue rápidamente reconocido por su potencial para mejorar la productividad y la concentración. Sin embargo, este no es el objetivo de Mindfulness.
El mindfulness consiste en estar intrínsecamente motivado para centrar la atención en el momento presente con el fin de aliviar al cerebro de los factores de estrés extrínsecos de su entorno. Al utilizar el mindfulness como herramienta para aumentar la productividad, que es una motivación extrínseca, se interpreta su propósito inicial y se pierden sus beneficios. Esta paradoja, tristemente muy presente en el discurso online sobre mindfulness, conduce a una forma de disonancia cognitiva en el individuo, causando malestar psicológico por mantener creencias concurrentes. Este problema se agrava aún más si el individuo no es consciente de estos dos intereses contrapuestos, porque atribuye la disminución de los beneficios de la práctica a una cuestión personal, cuando es el resultado del choque de dos culturas incompatibles. Los problemas que surgen de la paradoja de aplicar el mindfulness al auto-crecimiento sólo pueden mitigarse reconociendo la incompatibilidad entre dos paradigmas socioculturales. ¿Qué significa esto para el mindfulness en Occidente? Dado que ambos no pueden conciliarse, ¿debemos priorizar nuestra atención en el presente o en nuestros objetivos futuros?