La teoría de los marcos relacionales y la carta de una “zorra” al juez Juan del Olmo.

Carelisgom
Psicología del Lenguaje — ugr
5 min readDec 8, 2022

Subtitular de la noticia: Las continuos actos de violencia machista que tienen lugar en la sociedad nos hacen rememorar este escrito que tiene lugar a raíz de la sentencia del juez Juan del Olmo que consideraba que “llamar zorra a una mujer no es delito, ni falta, ni nada, porque quien usa ese adjetivo en realidad lo que quiere decir es que dicha mujer es astuta y sagaz”. En base a ello, una ciudadana le envió esta carta.

La teoría de los marcos relacionales nos enseña que la información se puede comprender en su sentido literal, desde los eventos privados que despiertan en nosotros los recuerdos y emociones asociadas a la misma, gracias a la activación de redes de significados relacionados y esquemas mentales que interiorizamos al ser parte de la sociedad, dando igual la manera en que esta información se presente (ya sea visual, escrita o auditiva). De esta manera, se dotan a las palabras de valores positivos, neutros e incluso negativos.

Analizando este patrón de comportamiento recogida en el texto, se observa la presencia de conductas y creencias que promueven y refuerzan diversas formas de discriminación en contra de la mujer. No obstante, se trata de un punto de vista radical, debido a que frecuentemente suelen ser comportamientos aceptados de la sociedad en un contexto social, además se construyen a través de la polarización de los roles y de estereotipos que definen lo masculino de lo femenino.

Estamos acostumbrado a escuchar y emplear el término “zorra” para referirnos con intención des-calificativa a una mujer, cuya finalidad no es llamarla animal, sino “puta” “cortesana”, comparado con la astucia al que se asocia dicho animal, todo con la mala intención y el estigma que tienen las mujeres que ejercen la prostitución. Estos son los marcos relacionales a través de los cuales se hacen juicios, sobre todo a las mujeres. Marcos relacionales como los que usan hombres con poder en contra de la mujer y que se suelen legitimar como válidos. En la carta de la noticia, claramente está la mujer sometiendo al “vecino” a múltiples insultos, comparando a la persona con animales, sin embargo, está justificado el uso de esos actos y es conveniente observar cómo en función al contexto se puede ver de una forma determinada o de otra.

Pero es en la defensa del juez Juan del Olmo en relación al término “astucia” lo que realmente nos sorprendió. Lo cual nos hizo pensar acerca de cómo se ha integrado el machismo y la violencia en nuestra sociedad, no solamente a nivel nacional sino global, pues en inglés como en otros idiomas la equivalencia se establece igual que en el castellano. De igual forma pasa con las palabras “cabrito” para referirnos a una persona carente de razón y lógica o “cerdo” haciendo alusión de su falta de higiene y moral.

Todo esto nos lleva a pensar que vivimos en una sociedad en la que se observa a menudo la presencia de un comportamiento claramente excluyente que conduce a un efecto social, pues por conveniencia algunas palabras cambian el significado en base al contexto y al género al que van dirigidos, por tanto, no es lo mismo llamar zorra a una mujer que tachar de zorro a un hombre. En el hombre tiene una connotación positiva de astuto mientras que en la mujer el marco referencial es de “puta”.

No obstante, se considera un término legítimo que permanece invariable a través del tiempo cuyo significado puede interpretarse como la presencia del sexo débil, siendo válido insultar a una mujer llamándola “Zorra”, con todo el sentido despectivo que eso conlleva, solo por el hecho de que también significa astucia.

Observamos como con dificultad se acepta la culpa cuando se cometen errores, no sólo no aceptan su responsabilidad, sino que también tienen dificultades para aceptar que sus actos tienen consecuencias en su entorno, lo que afecta además a la vida de muchas mujeres en situación de desigualdad. Sin embargo, si es al contrario, si es a un hombre al que insultamos, eso no queda nada bien.

A modo de crítica la mujer afectada escribe una carta y hace lo mismo con su vecino. En esa carta en respuesta al señor del Olmo, las palabras que se mencionan son nombres de animales que se pueden entender por sí mismos mediante su significado literal; cabra, víbora, zorra, cerdo, entre otros; pero también podemos relacionarlas con significados asociados a cada una de ellas, haciendo de esta forma que todo el texto tenga sentido, lo que aporta un elemento satírico al mismo.

Por un lado, la escritora pretende asociar estos conceptos con ideas buenas y positivas, mientras que, por el otro, se eliminan las connotaciones negativas asociadas, como por ejemplo, el hecho de comparar al vecino con un cabrito, dado sus grandes cualidades para descender riscos sin dificultad.

Aquí agregamos un párrafo de la carta:

«Sé que es usted un porcino -dicho con el ánimo de remarcar que todo en su señoría son recursos aprovechables- y que como tal, pondrá todo lo que esté de su mano para que mi vecino y otros carroñeros como él -dicho en el sentido de que son personas que se comen los filetes una vez muerta la vaca — entren por el aro y comprendan que basta un poco de buena voluntad, como la de mi tía abuela Felicitas, para transformar las agrias discusiones a gritos en educados intercambios de descripciones, tal y como determina usted en su sentencia, convirtiendo así del mundo un lugar mucho más agradable. Sin más, y agradeciéndole de antemano su atención, se despide atentamente, una víbora (evidentemente, en el sentido de ponerme a sus pies y a los de su señora).»

Aunque la carta en sí puede captar una risa fácil del lector, al mismo tiempo, genera indignación y asombro, ante la realidad de un juez que justifica lo indefendible desde su posición de autoridad, siendo el representante de la justicia española, ante una sociedad que, cada vez más, busca la igualdad de ambos géneros, siendo un derecho constitucional que se garanticen los derechos, dejando de lado las particularidades.

Es por ello que cantantes como Rigoberta Bandini en la canción “Perra” expresa en su letra una dura crítica sobre el uso de estos términos que minimizan en un sentido negativo a la mujer, viéndose expuesta a un incesante escrutinio público, cohibidas de ser ellas mismas. Esto se expresa bien cuando dice:

…”Sin embargo, soy humana. Y me he quedado aquí, encerrada, componiendo cancioncillas, sin parar. Aunque si yo fuera perra también compondría mis temas. Porque nadie me puede prohibir ladrar”…

Finalmente, no nos sorprende ni alarma el hecho de relacionar esta noticia con expresiones socialmente aceptadas y popularizadas, que primero se aprueban y luego se generalizan. Expresiones comúnmente utilizadas que representan estereotipos, relacionadas con el uso de animales, para calificar a personas en las cuales el género toma especial importancia a la hora de activar un marco relacional u otro. No es lo mismo referirnos a un hombre como perro (vago) que a una mujer como zorra. En este sentido, se activan otras categorías semánticas asociadas a la misma palabra.

Carelis Gómez Peña y Alejandro Girón Martín.

Referencias:

● Canción Perra- Rigoberta Bandini: https://www.youtube.com/watch?v=IuUagFR-g1Q

● Noticia de prensa de la carta a al juez Juan del Olmo:

https://www.hosteleriasalamanca.es/noticias-hosteleria/enero-2019/carta-juez-olmo.php

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