El Ying Yang de las etiquetas sociales.

Estela AZ
Psicología del Lenguaje — ugr
5 min readNov 18, 2018

Me gustaría que el lector realizara un ejercicio, de esta manera podrá vivir en primera persona el tema que se tratará a continuación. Responda a las siguientes preguntas:

1- Piensa en una persona a la que quieras mucho y con la que tengas conflictos.

2- Piensa en una etiqueta que le hayas puesto a esa persona.

3- ¿La potencia o la limita? Y a ti, ¿cómo te afecta en tu relación con esa persona?

4- ¿Qué sentimientos y comportamientos te genera pensar que esa persona es “X”?

5- ¿Crees que serías menos injusta con esa persona si le quitaras las etiquetas ¿Quizás serías capaz de tratarla de otra manera?

Quiero comenzar contando una experiencia propia, pero que puede ser a la vez muy común para muchos. Todo empezó en el colegio, el reino del etiquetado, en primaria, donde las personas antes de aprender conocimientos sobre las asignaturas obligatorias aprenden sobre prejuicios, valores y estereotipos. Tenía un grupo de amigas las cuales todas eran delgadas, pero mi físico no era similar al de ellas. Con el paso del tiempo comenzaba a notar cierto rechazo, pero pensaba que eran cosas mías y no le di importancia. Más tarde, en el instituto (el lugar de las hormonas en revolución), todas ellas empezaron a fijarse en chicos y a tener “novios” pero yo no tenía nada de eso. Un día yo estaba un poco triste y les explique que me sentía un poco fuera de lugar, una de ellas me dijo que estaba gorda y así nadie se iba a fijar en mí. Yo me quedé impactada y rompí a llorar. A raíz de esa etiqueta impuesta por una de mis mejores amigas yo empecé a comer menos, privarme alimentos, y apuntarme al gimnasio para poder adelgazar. Todos esos cambios con tan solo 14 años. En ese momento no era consciente de todo lo que estaba ocurriendo, pero a día de hoy pienso lo peligrosas que son las etiquetas, ese día fui etiquetada como gorda y cambié todo por conseguir algo que realmente no era importante para mí hasta ese momento, cambié todo por querer pertenecer.

El ser humano busca sentido de pertenencia en todo, en la manera en la que vestimos, en la música, en la carrera profesional… siempre queremos estar dentro de un grupo. La sociedad nos enseña a etiquetar desde que somos pequeños, por ejemplo, cuando tu madre o tu padre te llamaban “llorón/a” cada vez que te enfadabas porque comenzabas a llorar, cuando te equivocabas y te decían “torpe” o cada vez que te decían “guapo/a”. Todas ellas son ejemplo de etiquetas.

Desde el punto de vista psicológico una etiqueta es una calificación identificadora de una persona en cuanto a su carácter, profesión, ideología etc. Hay distintos tipos de etiquetas, las etiquetas negativas que son un juicio de valor que coartan la personalidad de la persona, son de carácter descalificativo. Por ejemplo; Vago, torpe, lento, inmaduro, aburrido…Estas provocan inseguridad y sensación de rechazo a aquellos a quienes se les adjudican. Sin embargo, existen etiquetas positivas, son las que aprueban de manera exagerada alguna habilidad del niño. Este tipo de etiquetas afectan a la persona ya que, muchas veces no será capaz de llegar a la altura de lo que se pretende que llegue. Por ejemplo; Eres el mejor, eres el más guapo, eres el más inteligente, eres el más rápido… En este experimento se puede observar un claro ejemplo de ello. Se quería ver si la diferente forma de felicitar podría tener influencia en la actitud y mentalidad de los estudiantes y el resultado fue sorprendente,todos los estudiantes fueron invitados a resolver una prueba y se les dio a elegir entre una prueba fácil y otra más complicada. Casi todos los niños que habían sido elogiados por su inteligencia eligieron el test sencillo, para no fallar, mientras que los que fueron elogiados por su esfuerzo eligieron el test complicado, sin la preocupación de si fallarían o no. Esto nos muestra el poder limitante de las etiquetas. https://gestionandohijos.com/experimentos-elogiar-esfuerzo-dweck/

Sin embargo, existen etiquetas positivas que refuerzan y ayudan a las personas, como “las etiquetas psicopedagógicas” de las que se hablará con más detalle en la siguiente publicación ya que, es un tema de discusión pues pueden tener tanto beneficios como perjuicios.

Las etiquetas pueden ser asignadas tanto por una tercera persona como por nosotros mismos, pero en ningún caso las etiquetas descalificativas pueden ser beneficiosas, ni para el que las pone ni para el que las recibe. Se produce el “Efecto Pigmalión” que es un fenómeno mediante el cual las expectativas y creencias de una persona influyen en el rendimiento de otra.

Por último, como reflexión, pienso que actualmente vivimos en una sociedad que lo quiere tener todo controlado y por ello tenemos que categorizarlo todo. El hecho social de querer pertenecer a un grupo nos individualiza más ya que, para poder pertenecer tenemos que tener etiquetas comunes, que no se salgan de lo establecido sino seremos juzgados como “raros”, “diferentes”, “revolucionarios” … Es cierto que en la cultura del consumismo las etiquetas pueden facilitar las cosas. Por ejemplo, en un supermercado es mucho más fácil tener separado la sección de perfumería, bebidas, congelados, limpieza … que tener todos los objetos mezclados, pero los humanos no somos objetos inertes, estamos en continuo cambio y una etiqueta puede definirnos en un momento determinado, pero no para el resto de nuestra vida.

Tristemente Aristóteles tenía razón“… Somos más dados a juzgar que a explorar”.

Referencias:

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