Las mentiras blancas en los niños

Mónica González
Psicología del Lenguaje — ugr
8 min readNov 16, 2020

Cuantas veces habremos escuchado que decir mentiras está mal por parte de los adultos, pero nos encontramos con toda una cultura llena de mentiras hacia los niños y cuando te lo cuestionas responden con un “son mentiras piadosas”. Los niños no son tontos, saben perfectamente cuando les estás mintiendo y, aunque a ciertas edades se crean tus mentiras, una vez te descubren van a cuestionarse todo lo que digas.

Tuve que reflexionar sobre este tema hace unas semanas debido a Youtube y su comunidad, para ser exactos, me encontraba viendo un vídeo sobre relatos que la gente publica en la red social llamada Reddit, en este caso se hacía una pregunta y la gente contestaba con su experiencia. La pregunta de este vídeo en cuestión era “A todo el mundo le gusta hablar de lo inteligente que es su hijo; ¿Qué tan tonto es el suyo?” El vídeo en sí era gracioso, algunos niños que pensabas que sí eran un poco tontos, pero había otros que solo se debían a su edad como la niña que prefería cinco billetes de un dólar antes que uno de cinco.

https://www.youtube.com/watch?v=CUBt0bLKtys&ab_channel=BryxderG

Pero, al llegar a los comentarios descubrí algo chocante, había gente ofendida y quejándose por algunas de las mentiras que usaban los padres, como en el caso de una niña que estaba comiendo y no quería, pero cada vez que jugaba a piedra papel tijeras con su padre si ganaba tenía que comer por haber ganado y, si perdía, tenía que comer por haber perdido.

Es una mentira tonta hacia una niña de una edad muy temprana, que obviamente en algún momento descubrirá la verdad, pero no, la gente estaba ofendida porque la niña iba a salir más “retrasada” que la media de niños. Según ellos esa mentira era lo suficiente fuerte como para retrasar su desarrollo cognitivo y lo afirmaban sin ninguna fuente, yo lo vi exagerado y puse mi experiencia de cuando descubrí que los reyes magos no existían. Al descubrir que no existían empecé a cuestionar a mis padres, me di cuenta de que podían mentir, que no eran perfectos y de que existían las “mentiras piadosas”. Expliqué esto y un chico empezó a responder de una forma realmente pedante, simplemente dando por hecho que es obvio que, si le mientes a un niño, con esos dos ejemplos que os he mostrado, va a salir y cito textualmente, “van a tener un resultado muy inferior a su desarrollo mental […] Mientras una visión más precisa de la realidad tengas en la infancia mejor va a ser tu desarrollo mental porque eso configura la mente para que asimile cosas en base a ciertos patrones preestablecidos”. Obviamente yo también estoy en contra de mentir y manipular a los niños, pero no por estos ejemplos va a ocurrir lo que todos afirmaban. Como veía que no estábamos llegando a ninguna parte, busqué un artículo científico que afirmaba que los adultos que han recibido mentiras en su niñez, tienen más probabilidades de usar la mentira actualmente, es decir, afectaba a su desarrollo psicosocial, pero no a su cociente intelectual. Cité ese artículo para probar mi punto y nadie más volvió a responderme.

Los adultos y las personas que acaban de salir de la niñez asumen que los niños son ignorantes, tontos y que son incapaces de ver las mentiras cuando les han mentido en diferentes ocasiones. Cuando a ti te mienten por primera vez sobre algo, te lo vas a creer porque no tienes más información, pero con el tiempo es inevitable que te llegue otra que desmienta tu idea base, que es lo que me pasó a mí con los Reyes Magos. Otra idea puede ser cuando un niño presenta animismo, la propia sociedad a través de películas o tareas en la escuela anima a pensar que los objetos tienen alma, pero porque un niño por un periodo de tiempo, adecuado a su edad, lo piense, no va a hacer que se lo crea durante toda su vida de tal forma que afecte a su desarrollo cognitivo.

Otro ejemplo muy claro es con la sexualidad, a mí me dijeron que el hombre ponía una semilla en el ombligo de la mujer. Yo me creí esto y pensé que era una semilla de una planta, pero obviamente, estamos expuestos a mucha información y una vez que escuchaba explicaciones más acertadas a lo que significa mantener relaciones sexuales, iba eliminando mis ideas previas. Por mucho que unos familiares me hubiesen contado lo de la semilla, yo nunca más iba a creer en ello, aunque viniesen de otras fuentes. Los niños no son tontos, puedes mentir a una persona con estas pequeñas mentiras, pero en algún momento descubrirá la verdad. Las personas más inteligentes de la historia en algún momento creyeron que tener sexo era una semilla, que surgía cuando un marido y una mujer se querían mucho, que los Reyes Magos existen y mil mentiras piadosas más. Pero no por crecer con este tipo de mentiras se les ha frenado su desarrollo cognitivo.

Siguiendo por la misma línea, en clase, mientras estábamos discutiendo sobre la teoría de los marcos relacionales, empezamos a hablar sobre este tipo de mentiras a los niños y sobre cómo, desde nuestra opinión, no deberías mentir a los niños y cómo responder ante sus preguntas o situaciones en las que quieres evitar que sufran. Yo aporté un ejemplo que me ocurrió cuando tenía unos x años, este recuerdo consistía en encontrarme yo en el patio con uno globo de helio. Sin querer solté el globo y me puse a llorar, mi madre que me había dicho que no lo sacase, me dijo que se lo había llevado un pájaro (supongo que para tratar de animarme), pero lo que hizo fue que yo me pasase un buen rato llorando diciendo “Pipi ven”. Obviamente el pájaro no me devolvió el globo.

Tras esta mentira podría haber tenido diferentes respuestas, soltar muchos globos porque me gustaban los pájaros y quería hacerles felices, que desarrollase miedo hacia los pájaros o que estuviese llorando un rato porque me habían robado el globo. Creo que de esta experiencia surgió mi odio por las palomas y el hecho de que me pasara horas corriendo detrás de ellas intentando atraparlas en las plazas más concurridas de diferentes ciudades durante mis viajes.

Tras mucho debatir, se llegó a la conclusión de que la mejor forma de actuar sería decirle al niño que era triste que se haya ido el globo. Pero quiero ir más allá, yo confirmaría sus emociones diciendo que es una pena, pero también le explicaría que habrá más globos y que la próxima vez tendríamos más cuidado. En otra situación en la que el niño quisiera que le comprase algo, le diría: sí que debes querer mucho ese x, si yo pudiese te compraría uno o incluso te compraría varios. A esto se le llama conceder los deseos del niño en la imaginación y la idea es que el niño se vaya sumando a tus exageraciones para que vea que entiendes que él lo quiere y que lo entiendes tan bien que si pudieses se lo daría. Para rabietas, lo mejor que he visto es

Nunca intentes darle soluciones a no ser que las pida, él no es tonto y va a tratar de solucionarlo por su cuenta. Hay que tratar de ponerle nombres a sus sentimientos y dejar que él te corrija en caso de haberte equivocado, pero no repitas sus palabras exactas, deja que se exprese y di expresiones como “ya veo” para que vea que estás escuchando e incitarle a que siga. Otra alternativa para rabietas es darle un papel y algún color y pedirle que te enseñe cuanto de enfadado está, después de varios papeles rayados se habrá relajado (se podrían buscar otras alternativas como algo para apretar). En definitiva, debes tratar de reafirmar sus sentimientos y evitar tratar de eliminar cualquier emoción negativa, nunca le digas que no es para tanto o que está exagerando, afirma que él se encuentra enfadado o triste. Puede que el niño no lleve razón, pero por reconocer sus sentimientos no va a creer que la lleve siempre, siempre puedes corregirle para que exprese lo que siente de una forma más correcta. Esto último va muy enfocado para niños que dicen cosas como “te odio”, puedes decirle que no te gusta cómo se ha expresado y que si está enfadado o no le gusta algo que lo diga de otra forma para ayudarlo en lo que necesite.

Ejemplo 1:

· Opción A.

Un niño y su padre van andando cuando el más pequeño se cae y se hace una herida en la rodilla. El niño comienza a llorar y el padre para calmarlo le dice “no llores, no ha sido para tanto, todo el mundo se ha caído alguna vez ¿vale? Venga levántate”. Ante esta situación, el niño sigue llorando.

· Opción B.

Un niño y su padre van andando cuando el más pequeño se cae y se hace una herida en la rodilla. El niño comienza a llorar y el padre para calmarlo le dice “ay, sí que tiene que haber dolido, ¿cuánto de mucho te duele?”, el niño responde diciendo “mucho mucho”, así que el padre responde “sé que te duele mucho, pero voy a necesitar que te pongas de pie para que podamos volver a casa a curarte la rodilla, para que así te deje de doler”. El niño se levantó y se fueron ambos a casa para curar la herida.

Ejemplo 2:

· Opción A.

Una niña llega del colegio y le dice a su padre

Hija: Odio a la profe de inglés, nos ha puesto dos exámenes en una semana y encima hoy me ha regañado en mitad de la clase por hablar, ¡pero yo no estaba hablando en ese momento!”

Padre: Bueno hija, ella está haciendo su trabajo para que aprendas, estudia mucho y si quieres te ayudo, seguro que te irá bien. ¿Y seguro que no estabas hablando? Yo también decía eso de joven.

Hija: Papá no entiendes nada, ha sido muy injusto. Sois los dos iguales.

· Opción B.

Una niña llega del colegio y le dice a su padre

Hija: Odio a la profe de inglés, nos ha puesto dos exámenes en una semana y encima hoy me ha regañado en mitad de la clase por hablar, ¡pero yo no estaba hablando en ese momento!”

Padre: ¡Vaya, sí que vienes enfadada hoy! Pues sí que debes haberte sentido frustrada, son dos exámenes en una semana. Además, debes haberte sentido avergonzada en clase si te ha regañado delante de todos si tú sabes que no has hecho nada malo.

Hija: Exacto, se ha pasado mucho. Pero más que frustrada estoy cansada de hacer tantos deberes y estudiar tanto. Y es que encima solo le estaba preguntando a mi amiga la hora. Ha perdido más tiempo regañándome que mi amiga en responderme. Pero bueno, lo tengo todo planeado, voy a estudiar todos los días para aprobar y restregárselo, para que no me moleste más.

Lo más importante a tener en cuenta es que todos estos consejos también se pueden aplicar a adultos o adolescentes de forma adaptada, además, si alguna vez pierdes te equivocas y crees que podrías haber respondido de otra forma más acertada, vas a tener esa oportunidad de explicarte. El niño en algún momento va a estar receptivo para tus disculpas o tu nueva opinión sobre lo que te estaba contando o lo que había hecho o sentido.

Bibliografía:

Fors, G., Faber, A. & Mazlish, E., (2013), Cómo Hablar Para Que Sus Hijos Le Escuchen Y Cómo Escuchar Para Que Sus Hijos Le Hablen, España, Medici.

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