Los medios de comunicación y la violencia de género y sexual

El feminicidio de Milena

No suelo ver la televisión pero el otro día estaba en una cafetería en la que tenían puesta antena 3. Era un programa informativo sobre la muerte de Milena Sánchez Castro, una trabajadora sexual de tan solo 20 años que ha sido asesinada recientemente por un cliente. En el programa (que por desgracia no he podido encontrar) había una serie de “expertos” que hablaban sobre el caso de una forma terriblemente sensacionalista y sin dejar de recalcar que Milena era una trabajadora sexual. Por si fuera poco, debieron de mostrar fotos y vídeos de la joven bailando al menos un centenar de veces. Cada vez que volvían a poner imágenes de la chica yo solo podía pensar en el dolor que su familia y amigos deben estar sintiendo ahora mismo y en lo terrible que debe ser ver a tu ser querido expuesto constantemente de esta forma. Además, ante la constante mención de su profesión yo ya casi podía oír a la gente en sus casas: “claro, es que era puta, ella iba buscándoselo” junto con otras mil barbaridades del estilo.

La forma en la que este programa estaba enfocado me pareció claramente machista, usaban la cosificación sexual de la mujer como técnica para reducir su valía. No se hablaba de Milena como una chica simpática e inteligente, no se hablaba de sus aficiones o pasiones, de que era una hija y una novia, ni siquiera de lo triste que es que tuviera solo 20 años. En lugar de hablar de Milena como persona, se enseñaban imágenes de ella de fiesta, con ropa “provocativa”, bailando… El foco de atención estaba claramente en su apariencia física y su rol sexual. Rol que se ve claramente enfatizado al ser una trabajadora sexual.

Por si fuera poco, en la duración del programa casi no se mencionó al hombre que la asesinó. De hecho, incluso tras investigar más para hacer este trabajo no he conseguido averiguar más que su nombre: Alfonso. Cada artículo que he consultado habla de Milena, su profesión y de que ha sido asesinada; pero ninguno habla de quién la asesinó ni de por qué. Esto en mi opinión deja ver un sutil pero importante matiz en el que se está culpando a la víctima o al menos excusando al asesino al poner el foco de atención en ella y no hablar en absoluto del hombre.

Esto me llevó a reflexionar sobre el machismo en los medios de comunicación y en la culpabilización que a menudo sufren las víctimas. Inmediatamente me vino a la mente otro ejemplo claro que seguramente todos sigamos recordando: la violación de “la Manada” en 2019 y cómo durante el juicio se usó el argumento de que la víctima “estaba haciendo vida normal” para negar que fuera un ataque no consentido. Esta segunda victimización de la agredida es, por desgracia, muy frecuente.

El victim blaming o victimización secundaria es un proceso que muchas víctimas de delitos sexuales viven durante todo el proceso. En primer lugar, a menudo se encuentran con cuerpos policiales que no saben cómo tratar el tema con la sensibilidad necesaria; más tarde tienen que someterse a una larga e incómoda evaluación física en la que pueden sentir su intimidad vulnerada de nuevo. Las víctimas que deciden denunciar se encuentran con un sistema judicial complejo en el que no se les da la información necesaria. Además, la culpabilización de la víctima también puede venir de su entorno más cercano (familia y amigos), además de por medio de agentes sociales y por los medios de comunicación.

Los medios de comunicación tienen una influencia muy directa en la opinión pública ya que la información que nos llega sobre distintos sucesos sociales, políticos o económicos puede cambiar la forma en la que pensamos sobre un tema. Esta influencia social es especialmente relevante cuando tenemos en cuenta que la población española dedica una media de dos horas diarias a ver la televisión, siendo este medio la principal fuente de información para muchas personas. En el caso de la violencia sexual, el uso del lenguaje que los medios de comunicación emplean, determina cómo el mensaje es percibido por el público y colabora en la creación de la concepción social que tenemos acerca de los delitos sexuales.

Cuando hablamos de violencia sexual y medios de comunicación, podemos ver a menudo una serie de errores que se cometen a la hora de hablar de estos casos. En primer lugar, la prensa trata la violencia sexual como un tema tabú y reporta un número muy pequeño de casos que suelen ser especialmente graves y llenos de sensacionalismo. Esto da una imagen equivocada y reduccionista del calibre del problema. En los medios se suele hablar de ataques de desconocidos armados y locos que abusan de una mujer en plena calle; sin embargo, la gran mayoría de abusos sexuales se dan por conocidos de la víctima, muchos de ellos por parejas o ex parejas, en su propia casa y sin violencia física o armas de por medio.

Además, los medios recogen más a menudo testimonios de “víctimas ideales”. Por esto entendemos mujeres de clase media-alta, blancas, vulnerables y totalmente inocentes que han sido atacadas por un desconocido. Cuando la víctima se sale de este estereotipo de mujer “perfecta” se empieza a dudar su credibilidad. Frecuentemente se sacan datos de sus vidas personales y se las culpabiliza por el hecho de haber consumido alcohol o drogas, por llevar ropa “provocadora” o por no haber tenido suficiente cuidado. Todas estas asunciones sobre qué mujeres “merecen” o no ser víctimas de violencia sexual tienen de base los estereotipos de género con los que nuestra sociedad ha crecido. Estos se pueden definir como un conjunto de creencias acerca de los atributos o características que diferencian a los hombres y mujeres y marcan la forma en la que éstos deben ser y actuar. En lo referente a la actividad sexual, las mujeres son educadas para adoptar una actitud pasiva y desinteresada mientras que los hombres deben tener una lívido alta y casi incontrolable. Cuando una mujer sale de este rol de género y muestra interés o iniciativa en el sexo está rompiendo un estereotipo de género muy arraigado y a menudo se enfrenta a consecuencias sociales negativas como el rechazo o el acoso.

Esto es especialmente relevante en el caso de las trabajadoras sexuales a las que se estigmatiza, marginaliza, desvaloriza; se las trata como a ciudadanas y mujeres de segunda clase. Por estos motivos, las mujeres que ejercen la prostitución encuentran grandes dificultades para demostrar que han sufrido abusos sexuales y se encuentran con más victim blaming en los medios de comunicación y en la sociedad en general.

Otro mito que los medios de comunicación tradicionales han ayudado a extender es el de que las falsas denuncias por violación son algo habitual. Esto lleva a desacreditar a las mujeres que han sido víctimas y hace aún más difícil que denuncien. Sin embargo, las denuncias falsas son prácticamente irrelevantes.

En cuanto a los perpetradores, se comete el grave error de mostrarles como depravados sexuales, monstruos incapaces de contener su apetito sexual, auténticos psicópatas. Esto nos lleva como sociedad a crearnos una imagen mental muy equivocada sobre los agresores y a ignorar que estos ataques sexuales no son producto de una aberración individual sino de un problema sistémico que muestra la gran desigualdad de género aún presente en nuestro país.

Todos estos problemas llevan a una concepción social errónea sobre la violencia de género y la violencia sexual. Por eso importante que los medios de comunicación empiecen a tratar de forma correcta los casos de abusos sexuales, feminicidios, violaciones o cualquier otra consecuencia del machismo. Aquí recojo una serie de recomendaciones que algunos medios internacionales siguen para hablar de estos temas y cuya implementación en España considero de suma importancia:

En primer lugar, el lenguaje es clave. Se debe evitar la culpabilización de la víctima usando palabras como “alega”, “admite” o “confiesa”. Tampoco se debe restar importancia al problema con adjetivos que minimicen el hecho, generen confusión, o sugieran consentimiento por parte de la víctima. Es muy importante diferenciar los delitos sexuales del sexo consentido por lo que se desaconseja usar palabras como “tocamientos”, “participar” o “sexo oral” cuando se habla de sexo no consentido. También se deben evitar palabras que aporten sensacionalismo y dramatización, y es necesario mantener un enfoque neutral y objetivo.

Asimismo, no está de más mencionar casos similares, cifras, estadísticas o estudios para eliminar la idea falsa de que la violencia sexual es un caso aislado. También se debería hablar de todo el espectro de comportamientos incluidos en la violencia machista para que no se reduzca a los casos extremos de violación o feminicidio.

Otra recomendación es evitar cualquier tipo de mención a las circunstancias o especulaciones sobre la víctima y en su lugar centrarse en las causas sociales.

Me parece importante que también seamos conscientes de nuestro papel individual. La forma en la que hablamos de la violencia de género y sexual con nuestros amigos, familiares o conocidos también puede influir en su percepción de esta. Por este motivo creo que nosotros también deberíamos aplicar estas recomendaciones y así favorecer un cambio social en la forma en la que hablamos y por tanto percibimos estos delitos.

Por último, me despido con una recomendación: la serie de Netflix Unbelievable. Esta serie sigue la historia de una joven víctima de violación a la que nadie cree, un claro ejemplo de victim blaming y de la necesidad de cambiar nuestros prejuicios sobre la violencia sexual para defender a las víctimas de ésta.

Referencias:

Gómez Nicolau, E. (2016). Culpabilización de las víctimas y reconocimiento: límites del discurso mediático sobre la violencia de género.

Rabal Robles, A. (2017). Medios de comunicación y actitudes punitivas en materia de violencia sexual.

González Marcocci, G., & Jiménez Rodrigo, M. L. (2018). Medios de comunicación y violencia sexual: crítica y propuesta de su tratamiento informativo desde un enfoque feminista. In Investigación y género. Reflexiones desde la investigación para avanzar en igualdad: VII Congreso Universitario Internacional Investigación y Género (2018), p 311–323. SIEMUS (Seminario Interdisciplinar de Estudios de las Mujeres de la Universidad de Sevilla).

De Los Ríos, M. J., & Martínez, J. (1997). La mujer en los medios de comunicación. Comunicar, 5(9), 97–104.

https://www.epdata.es/datos/violencia-genero-estadisticas-ultima-victima/109/espana/106

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