Los nuevos hombres de este siglo

Paula Granado
Psicología del Lenguaje — ugr
5 min readDec 13, 2018

Hablando en clase sobre el colectivo LGTBIQ+ y el feminismo en general, terminamos derivando en los contramovimientos que han surgido a raíz del auge de éstos. Investigando, he encontrado foros que nos acercan a movimientos que podrían pertenecer a una distopía digna de las que se presentan en los capítulos de Black Mirror, y que son ya una realidad.

Los incels son el primer movimiento cibernético, en relación a este tema, que descubrí. En su gran mayoría son hombres que piensan que “follar” es un “derecho” que tienen, y del que son privados por culpa de las mujeres. Sostienen ideas como el “roastie”, que es la creencia de que la vulva humana se mutila a través de repetidas penetraciones de diversos hombres (pero sorprendentemente, no del mismo) y es entonces cuando comienza a parecer carne asada.

Según los incels, los hombres están divididos en una peculiar jerarquía. Así, los “Chad” son los hombres alfa. En su descripción, éstos poseen unas manos preparadas para agarrar vaginas, nunca han escuchado una canción, su frente es prominente con cejas muy pobladas, barbilla cuadrada y hueso occipital plano.

Los hombres betas serán aquellos que tengan recursos económicos (los cuales atraerán a las mujeres) pero que jamás conseguirán ser tan atractivos como los Chads. Y por último: los incels, hombres que jamás podrán mantener relaciones sexuales con mujeres por el hecho de ser incels, es decir, de ocupar el escalafón más bajo de esta jerarquía, atribuyéndolo, en general, a la forma de su cráneo, aunque también en características tales como la delgadez de sus muñecas, enfermedades mentales, la baja altura, etc.

También defienden que las mujeres son hipergónicas (buscan relaciones con hombres por encima del estatus social propio). Para que todo el mundo tuviera pareja, las mujeres deberían salir con alguien de su mismo status, pero todas los mujeres desean exclusivamente a los Chads.

Esto les lleva al catastrofismo, la distorsión cognitiva de que nada tiene solución, y muchos acaban suicidándose, o bien desatando su sed de venganza hacia este sistema injusto y cometiendo matanzas (como la de Aleik Minassain, en Toronto, el cual mató a 10 personas e hirió a 14.)

Hasta cierto punto, aunque esta comunidad se retroalimente por sí misma y vista desde fuera resulte en cierto modo incluso ridícula, no son los únicos.

Los MGTOW, que significa Man going to own way (hombre que sigue su propio camino) defienden que deben librarse de la opresión que sufren por parte de las mujeres. Según ellos, por culpa de los movimientos feministas, los hombres solo sirven para dar recursos a las mujeres. Rechazan por completo el matrimonio ya que entienden que este les obliga a satisfacer los sueños de su mujer dándole todos sus recursos y renunciando a los sueños propios.

Para ser un MGTOW se debe aprender a controlar la necesidad de mantener relaciones sexuales, ya que las mujeres se aprovechan continuamente de esa necesidad. Utilizan términos como “mangina”, que significa hombre vagina, y que un buen ejemplo sería un político que aprueba leyes en contra del hombre porque sabe que las mujeres le pueden votar. Por otro lado encontramos a los “rogadores de vagina” que son hombres que hacen cualquier cosa por sexo, aunque en la mayoría de las ocasiones no lo consigan a cambio.

Es alarmante la cantidad de hombres blancos cishetero que se sienten marginados de un sistema que antaño estaba creado para su beneficio y placer en exclusiva, y que poco a poco está consiguiendo igualdad de oportunidades sin diferenciar sexo, raza, género o sexualidad. Es normal que sientan miedo, porque es verdad, están perdiendo sus privilegios. Es cierto que ya hay ciertos recursos en su contra que les impiden violarnos, maltratarnos, utilizarnos como meros objetos e incluso en ocasiones verse con la potestad de matarnos. Y aunque a nivel legal no puedan, lo continúan haciendo.

Pero por mucho que me enfurezca esta situación, mi enfado no va a cambiar nada, ni va a hacer que estos hombres dejen de pensar así. Lo más sencillo sería culparles a ellos de todo el mal que sufrimos las mujeres en la actualidad, pero por desgracia, ellos no son más que otro producto del patriarcado, y por lo tanto, otras víctimas.

No estoy dándoles la razón a los MGTOW de que están oprimidos por las mujeres, que conocemos su debilidad sexual y la utilizamos para dejarles sin blanca, pero si que los efectos secundarios de nuestra opresión son una opresión de vuestra libertad, la de los hombres.

Si no existiéramos las mujeres, no existiría la necesidad continua de demostrar lo “machos” que sois, la homosexualidad reprimida saldría a la luz (no os quedaría otra) y todo lo que os ha hecho sentiros que valéis poco o directamente, que sois una mierda, se esfumaría por completo. Todo porque desaparecería el comparativo que os ha amargado la niñez y adolescencia y os imposibilita la libertad de ser como queráis ser. No podríais pareceros jamás a la basura que a nivel social significa ser mujer.

Esto sería una genial idea, la verdad, y creo que tanta misoginia acabaría desembocando en un genocidio femenino a nivel mundial (como el que ya se está produciendo).

Pero creo que hay una solución mucho más sencilla. Eliminar la etiqueta mujer y la etiqueta hombre. Está claro que las connotaciones que contiene la palabra “mujer” (definida hasta hace poco en la RAE como sexo débil) no favorecen a nadie. Y no es que sea culpa de las que somos leídas como mujeres, que tengamos defectos intrínsecos asociados directamente con el hecho de tener vagina. Es que estas etiquetas ya no son útiles, no representan la realidad. La solución para afrontar tanta misoginia es demostrar que no somos el enemigo. Y tal vez solo con la destrucción de lo que consideramos género no baste.

Vivimos en un mundo donde se fomenta el egocentrismo y el egoísmo dejando de lado la empatía. Desde el feminismo tal vez debemos plantearnos cambiar el discurso, porque es verdad que esto es una guerra, que nos están matando. Pero también es verdad que aunque estemos consiguiendo que muchas mujeres se empoderen y se den cuenta de toda la violencia que sufren, aunque estemos consiguiendo (muy poco a poco) convertirnos en las líderes de nuestra lucha, no podemos olvidarnos del otro 50% de la población. Me causa mucha controversia este tema, ya que en parte creo que habla por mi la parte protectora y cuidadora que me han enseñado que debo tener hacia los hombres. ¿Qué pensáis vosotras/os?

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