Los pros de la tecnología: conexión en el bullicio

El ruido del centro comercial era abrumador el martes pasado mientras caminaba con mi amigo Álex. Desde la guardería nuestra amistad había sido sólida, pero en medio de ese bullicio, nuestras palabras parecían desvanecerse en las tiendas.

Intenté decirle algo sobre un pantalón que había visto en oferta, pero el estruendo de la gente hablando, el sonido de las tiendas y la música de fondo nos dificultaban la comunicación. Álex asentía con una sonrisa, pero sus ojos reflejaban la misma frustración que sentía yo.

Nos esforzábamos por hablar más alto, pero cada intento era en vano. Era como si estuviéramos en universos diferentes dentro de la misma tienda. Traté de señalarle la dirección de la tienda, pero no lograba entender lo que quería expresarle.

Decidimos tomar un descanso en una zona más tranquila del centro comercial, lejos del bullicio de las tiendas principales. Nos sentamos en un banco y, con gestos exagerados, intentamos comunicarnos. Usamos nuestras manos para dibujar formas en el aire, intentando transmitir nuestras ideas sin palabras, pero aún así, parecía que nos comunicábamos en idiomas diferentes.

Finalmente, Álex sacó su móvil y me envió un “Whatsapp”. A partir de ahí fue cuando comenzamos a entendernos a la perfección. Riéndonos mientras escribíamos, nos dimos cuenta de que habíamos encontrado una manera de comunicarnos cuando por palabras no se podía.

Concluimos que, a veces, las formas tradicionales de comunicación no son suficientes, y la tecnología puede ser de gran ayuda en momentos así. Nos fuimos del centro comercial al final sabiendo que nuestra amistad podía superar cualquier obstáculo, incluso el ruido ensordecedor que lo rodeaba.

Andrea García Cayuela, María Claro Martínez y Manuel Isla Chaves

María Claro Martínez Manuel Isla Chaves

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