Los redes sociales nos ponen menos social
Seguramente habéis estado en una situación así antes: te reúnes con unos amigos, hace tiempo qué no os veis por lo que tenéis que contaros muchas cosas nuevas. Sin embargo, en vez de tener una conversación normal entre amigos parece ser que todos la mantienen con el teléfono.
Igualmente sucede con la familia, en el trabajo o en la escuela. En nuestra generación se ha añadido una dimensión virtual al proceso de socialización, pero estamos realmente socializando o sólo nos estamos volviendo menos socialmente activos y satisfaciendo nuestras constantes necesidades de atención y gratificación instantánea?
Las redes sociales como Facebook, Instagram o Whatsapp tienen una influencia y cobertura increíblemente altas de nuestro tiempo. 100 Milliones de personas usan Instagram al menos una vez al mes y más de un billón de personas estan activas en Facebook! En otras palabras; aproximadamente el 13% de la población mundial están conectados vía Facebook.
Las redes sociales pueden ser útiles y nos ayudan en ciertos aspectos de la vida diaria como puede ser en el caso de facilitar la comunicación, especialmente sí nos encontramos a grandes distancias el uno del otro. En mi caso personal, por ejemplo, con funciones de vídeo llamadas puedo ver a mis padres que viven en Estados Unidos y mi hermano en Alemania mientras que yo estoy en España, ciertamente un milagro.
Aunque las redes sociales sean de gran ayuda y desde luego contribuyan al desarrollo de la sociedad, son un arma de doble filo puesto que un mal uso trae muchos riesgos. Usamos diferentes aplicaciones como Facebook o Instagram demasiado y seguramente mal, muchos jóvenes de nuestra generación se vuelven adictos a ellas creando una dependencia tanto social como personal que desemboca en compararse y recibir aceptación de sus compañeros por un “like” o un corazón. Esta constante comparación no es sana, no lo es ni físicamente ni mucho menos psicológicamente. No estamos satisfechos con nuestras vidas porque frecuentemente vemos lo más destacado de la vida de los demás, comparando nuestra vida con la suya pensando: “Porque yo no puedo tener eso?” Sí ves una foto de un amigo tuyo en el caribe en una playa perfectamente blanca, con el agua azul cristalina. Inmediata e inevitablemente sientes envidia, pensando que todo el mundo tiene una vida mejor que la tuya. Pero eso no es cierto, el uso que damos a las redes sociales se centra en destacar los mejores y más bonitos momentos. La mayoría de las cosas que se ven en Facebook no son más que eso, causando que todos nos comparemos y terminemos en un ciclo visceral de insatisfacción con todo lo que tenemos sea bueno o malo.
No solamente el comparar tu vida con falsos ideales es perjudicial, sino que las redes sociales impiden situaciones sociales incómodas simplemente mirando el teléfono y así no tener que lidiar con extraños o situaciones que generen algún tipo de estrés. Por ejemplo si vas a una conferencia, la mayoría de las personas y sobre todo jóvenes prefieren evitar el proceso medianamente estresante o incómodo de conocer a nuevas personas comprometiéndose con su teléfono. Asi estamos todavía “socializando” en las redes sociales, pero así no se forman relaciones reales y amistades verdaderas. Solo tenemos la ilusión de estar socialmente activos mientras que compartimos menos social que nunca.
En conclusión, las redes sociales nos facilitan el día a día nos ayudan a organizarnos, planificar y comunicar. Pero tenemos que usar y hacer hincapié en lo importante que es el aprendizaje del buen uso de las redes sociales. Para usarlas con cuidado porque su uso excesivo nos hace menos sociales que en los tiempos sin Facebook, Instagram o Whatsapp. Adicción, contante comparación y la tendencia de huir de situaciones estresantes mediante nuestros aparatos suponen graves riesgos psíquico-sociales para nuestra generación y quizás a veces sería mejor que dejásemos nuestros móviles y confrontamos a la vida real.