Música y emociones en el cine: lo que las palabras no pueden transmitir

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Últimamente estoy viendo muchas películas, y a partir de esto estoy comenzando a fijarme en más detalles, en cosas que antes pasaba por alto y me he dado cuenta ahora de que son muy importantes.

A través de las películas, somos capaces de sentir diferentes emociones en función de la trama, y de cómo la transmiten los personajes pero, ¿os habéis parado a pensar alguna vez en cómo serían las películas sin música?, ¿si os transmitirían lo mismo? La música, de cualquier manera, es capaz no solo de transmitirnos diferentes emociones en las películas, sino de contarnos historias. Existen millones de ejemplos en los que, aunque no nos demos cuenta, la banda sonora de la película tiene más protagonismo de lo que creemos.

Películas como la de Interstellar, en la que el compositor de la banda sonora, Hans Zimmer, juega con muros de sonido y tramos de silencio para hacernos sentir en el mismo vacío en el que se encuentra el protagonista. Nos hace saltar en el tiempo con él, sentirnos pequeños e insignificantes en comparación con la inmensidad del universo en el que este se encuentra.

Ya no solo eso, sino que también es capaz de hacernos sentir realidades. Un claro ejemplo lo podemos ver en el Castillo Ambulante, una película de Studios Ghibli en la que el compositor logra transmitir el movimiento del castillo a través de un vals que va sonando a lo largo de dicha película en momentos distintos.

Está claro que, al fin y al cabo, la música sirve para resaltar las emociones. Representa una guía para el espectador para indicarle por qué territorio de emociones nos vamos a mover.

Me pareció super interesante un experimento que realizaron en el programa Redes 105, en el que un compositor puso música a una escena pregrabada de dos chicos desconocidos sentados en un bar, que se miraban. Según la música que tocaba, parecía una escena en la que estos chicos se estaban enamorando, o todo lo contrario; una escena incómoda o incluso de terror.

(Minuto 6:10–8:44)

Al escuchar música se activan las áreas del cerebro que se encargan de la imitación y de la empatía. Son las zonas donde están las neuronas espejo, las cuales actúan reflejando las acciones e intenciones de los otros como si fueran propias. Así, somos capaces de sentir el dolor de los otros, su alegría, su tristeza… incluso cuando no conocemos a esas personas, como es el caso del cine.

Quizás, es por esto por lo que la música es capaz de alterar nuestras emociones y crear lazos sociales; porque nos permite compartir sentimientos.

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