MAMADAS
A pesar de la gran cantidad y calidad en las propuestas, de la gran capacidad de diálogo demostrada, de la cordialidad entre los candidatos, incluso a pesar de ser el primer debate electoral con mujeres entre los candidatos, el debate electoral de anoche pasará a la historia por ADOQUINES Y MAMADAS. No sé si es genial o lamentable.
Claro está que el primer factor mencionado hizo que la atmósfera del debate tomara un tono bastante cómico y pudo afectar a que la influencia cómica del segundo fuera mayor. Sin embargo, creo que este último factor tiene un peso más que suficiente para centrarme en él.
Para el que no se haya hecho eco, no viera el debate, o no se diera cuenta del detalle (esto lo dudo) os dejo el vídeo del momento exacto:
Este lapsus de Pablo Iglesias se extendió como la pólvora al instante, y en cuestión de minutos Twitter se convirtió en un hervidero de memes y chistes sobre lo sucedido. Hoy ocupa bastantes páginas en la prensa nacional, y a esta hora de la tarde aun es TT en Twitter #MamadasPodemos.
Llama la atención que en algo tan importante y serio como es, o debería ser, un debate electoral un ‘simple’ lapsus ‘robe’ titulares a vencedores y vencidos, a propuestas (escasas, eso sí) o las barbaridades que algún candidato llegó a decir.
Siendo sincero, el titular que he elegido para el blog es bastante sensacionalista y busca descaradamente el ‘clickbait’. Mi objetivo es analizar la forma e influencia de este lapsus, y no el motivo ni el contenido. Por lo tanto no, desgraciadamente no voy a hablar de mamadas.
¿Quién no ha tenido un lapsus alguna vez?¿Fue muy ridículo? Seguro que casi todos hemos tenido la típica experiencia en primaria, secundaria, e incluso en la Universidad en la que un profesor tenía un lapsus muy gracioso, y salias de clase y de lo único que hablabais era del lapsus del profesor. Un lapsus inoportuno es muy gracioso, y si tiene connotación sexual aun mejor.
Sin embargo, también existen lapsus menos llamativos o en situaciones menos importantes que, por ende, llaman menos la atención. Por ejemplo, un lapsus en una conversación banal entre amigos, que además de provocar unas risas, cambia la conversación por completo.
Entre las conclusiones que saco de esta serie de hechos, destaco la siguiente: Un lapsus altera de forma considerable la comunicación,pudiendo influir en la persona que emite el mensaje, por ejemplo, creando un estado de vergüenza; en la que lo recibe (desvío de atención); en el contexto, por ejemplo, cambiando de un ambiente serio a un ambiente jocoso; e incluso en propio mensaje, llegando en ocasiones al cambio del mismo.
En definitiva, bajo mi punto de vista, el concepto de lapsus como acción banal sin importancia, puede tener más influencia de la aparente.