Metáforas a través de la pluma de Carlos Ruiz Zafón
Creo que es bien sabido que en todo el arte (y más en el escrito, ya sea para leer o para cantar), se aborda todo tipo de metáforas, es quizás el campo del lenguaje que más metáforas admite.
Concretamente, cuando se trata de música, letras de canciones, me viene a la cabeza Alejandro Sanz. Es inevitable, todo su repertorio se basa en metáforas, recuerdo analizarlas en clase en segundo de la E.S.O. y que siempre se me escapase alguna por la gran cantidad que había.
Pero cuando se trata de escritura, el maestro por excelencia de la pluma y por ende de la metáfora, es el gran Carlos Ruiz Zafón, autor de la Trilogía de la Niebla, Marina, El Cementerio de los Libros Olvidados, y por último, su obra póstuma, La Ciudad de Vapor. Abras el libro que abras, por cualquiera de sus páginas, encontrarás metáforas.
¿Qué es lo que las hace especiales? Que estas metáforas son la esencia de su obra, hacen que la disfrutes cual manjar que tienes en la boca y sientes una explosión de sabor que se deshace muy despacio con una textura maravillosa.
Si bien es cierto que las metáforas en ocasiones dificultan la comprensión, otras muchas (la mayoría), la facilitan. Y además, deleitan el rato de lectura de los afortunados que dan con sus libros. Son estas metáforas las que hacen tan especial su obra porque son maravillosas y nos permiten adentrarnos en la escena, pudiendo sentir la textura del ambiente e incluso el olor.
Algunos ejemplos: “Los libros son espejos, solo se ve en ellos lo que uno ya lleva dentro”, “Esta ciudad es bruja, ¿sabe usted Daniel? Se le mete a uno en la piel y le roba el alma sin que uno se dé ni cuenta”, “Uno acaba convirtiéndose en aquello que ve en los ojos de quienes desea”, “Que en un lugar lejano, las luces de septiembre se encenderían para nosotros y que, esta vez, ya no habría más sombras en nuestro camino”.
A todos los que no conozcan su obra, les invito a descubrirla, quedarán maravillados. Y todos los que ya la conozcan, seguro que estarán de acuerdo conmigo.
