METAPOESÍA. La '' desautomatización '' de las palabras
La poesía empieza casi al final de las palabras, pero nunca las abandona. Todos los demás usos de la palabra lo hacen. Roberto Juarroz
Muchas personas entienden la poesía como un medio de expresión estética de sentimientos, una extravagante forma de colocar palabras adornadas y sonoras (pongamos a Luis de Góngora y su culteranismo; poeta cordobés del siglo XVI), un reflejo de la cultura, una oportunidad para conocer lo cotidiano en una época determinada, una forma de desahogarse, un arte originado desde el mayor de los dolores del alma e incluso un grito de amor. Si nos vamos un '' poquito '' más atrás en la historia y nos situamos hace unos 25 siglos antes de Cristo en Egipto y en el que usaban escritos sobre tablas de arcilla , donde aparecen temas relacionados con la religión y el trabajo. O la conocida Ilíada y Odisea (ocho siglos a.C.) de Homero en Grecia sobre poesía épica. Los Veda, los cuatro textos más antiguos de la literatura india (escritos en sánscrito, la lengua clásica de la India) ...
Pero, ¿con qué finalidad utilizaban tan diversas culturas la poesía? ¿una forma de divertirse acompañado de música y baile? ¿una forma de transcender? ¿una necesidad? ¿ir más allá de lo terrenal?
Ya sea con jeroglíficos, sobre escrito, cantado, compartido, a solas… La poesía se ha servido de símbolos, voces interpretándola, etc. para poder ser expresada y transmitir un significado ya sea a uno mismo o a un conjunto de personas.
Y yo me pregunto, ¿podemos ‘’sacrificar’’ nuestro lenguaje cotidiano para eliminar las características esenciales que nos hacen comprender el mundo y exteriorizar nuestros sentimientos, creencias, etc.? ¿toda la ‘’pila’’ de conceptos que usamos nos limita en nuestra forma de ver la vida, de sentir, de pensar…? ¿puede la poesía hacernos ir más allá de la subjetividad del autor? ¿pueden las palabras despojarse de su significado original y cotidiano y cobrar otro sentido? ¿puede una poesía llevarnos más allá de unos símbolos plasmados en papel? ¿podemos trascender a través de ella? ¿puede ser objetiva y adquirir significados diferentes para cada lector?
Muchas preguntas, lo sé.
‘’Hay en el arte y fundamentalmente en la poesía algo más fuerte que la duda y menos ingenuo que la fe, un tenso hilo que funde la incertidumbre y la certidumbre, entre la inseguridad total y la seguridad inabordable’’ Roberto Juarroz
Me atreví a elegir este tema por la lectura de algunos poemas de un poeta o, más bien, metapoeta argentino, Roberto Juarroz. Al principio, al leerlos, quise saltarme el índice y la introducción (así, a lo loco) y pasar las hojas y elegir un poema al azar. No recuerdo bien cuál leí (hace ya un año de eso), pero sí me sentí un poco extraña, como desprendida de la realidad, como si esas palabras me llevaran a otro tipo de existencia, de ser, más allá de lo terrenal y, a la vez, confusa por no saber muy bien qué significaba ese poema, qué me estaban transmitiendo esas palabras a las que no hallaba un significado delimitado y conciso. Por un momento dejé de ser presa de todo el entramado conceptual en que vivimos y del que vivimos. Me pareció tan curioso lo que me había transmitido que decidí buscar información sobre el autor, donde poca información muy íntima pude extraer. Su primera publicación fue en 1958, cuando tenía treinta y tres años y al que hizo llamar Poesía vertical, donde le sucedieron catorce más con el mismo título donde solo añadía el ordinal (I, II, III, IV… hasta XV). Ya esto me pareció peculiar y cargado de intenciones. Seguramente su forma de hacer poesía no era simplemente transmitir emociones, describir una apuesta de sol o un grito desesperado sobre injusticias sociales. Me pareció que quería ir más allá de todo eso, mucho más… Como si acabaras de nacer y todo fuera nuevo para ti, como si los ojos se tornaran ingenuos ante todo, protagonista de algo (no sé muy bien el qué) en lo que únicamente tú eres el/la protagonista pero, a la vez, sentirme conocedora de otro ‘’algo’’ ya construido, mío… pero por terminar o, quizás, por descubrir.
Intenté buscar una definición de la metapoesía (volví a caer en ese soporte conceptual que tanto me gusta, en el que me sostengo tantas veces y en el que otras muchas me ha dado dolores de cabeza por no llegar a una ‘’solución’’). Sé que la ‘’cabezonería’’ y la persistencia es algo que me caracteriza, pero ni con esas conseguí tener claro su significado.
¡¡¿¿Quééé ha ‘’pasao’’??!!!
Para ello, mejor expondré uno de los poemas de este autor (será lo mejor) y os trasmitiré cómo lo he interpretado.
40, Sexta poesía vertical
Desbautizar el mundo,
sacrificar el nombre de las cosas
para ganar su presencia.
El mundo es un llamado desnudo,
una voz y no un nombre,
una voz con su propio eco a cuestas.
Y la palabra del hombre es una parte de esa voz,
no una señal con el dedo,
ni un rótulo de archivo,
ni un perfil de diccionario,
ni una célula de identidad sonora,
ni un banderín indicativo
de la topografía del abismo.
El oficio de la palabra,
más allá de la pequeña miseria
y la pequeña ternura de designar esto o aquello,
es un acto de amor: crear presencia.
El oficio de la palabra
es la posibilidad de que el mundo diga al mundo,
la posibilidad de que el mundo diga al hombre
la palabra: ese cuerpo hacia todo
la palabra: esos ojos abiertos
Ese ‘’desbautizar el mundo’’ para mí significa despojar la ‘’realidad’’ de todo sentido o construcción humana. ‘’Sacrificar el nombre de las cosas’’ sería como ver las cosas, lo material y lo inmaterial separado de lo ya preestablecido para poder encontrar realmente lo que es esencial, no para todo el mundo, sino para mí. ‘’El mundo es un llamado desnudo’’ el mundo no viene ya dado, es como un lienzo en blanco, un cuaderno de hojas blancas sin escribir, sin dibujar… ‘’una voz y no un nombre’’ es más una sensación subjetiva difícil de definir con palabras, ‘’una voz con su propio eco a cuestas’’ una voz que no es más que la mía propia. ‘’Y la palabra del hombre es una parte de esa voz’’ no es solo la sensación sino lo que hago con esa sensación, el acto de hacer ya me hace partícipe y me vincula con ella. ‘’No una señal con el dedo, ni un rótulo de archivo, ni un perfil de diccionario, ni una célula de identidad sonora, ni un banderín indicativo de la topografía del abismo’’ esa sensación y mi papel en qué hago con ella no debe ser algo inamovible, definitivo, finiquitado… sino más bien algo siempre por hacer, por cambiar, por esculpir, por borrar y volver a escribir, por romper y reconstruir… ‘’topografía del abismo’’ puede ser una forma contradictoria, pero a mí me trasmite la imposibilidad de poder delimitar lo infinito, lo inabarcable… ‘’el oficio de la palabra, más allá de la pequeña miseria y la pequeña ternura de designar esto o aquello, es un acto de amor: crear presencia’’ la palabra nos limita en algunos aspectos (como cuando se automatizan) y es una alteración de la realidad por medio de símbolos pero, por otro lado, nos hace existir. ‘’El oficio de la palabra, es la posibilidad de que el mundo diga al mundo, la posibilidad de que el mundo diga al hombre’’ la palabra es la posibilidad de que el mundo sea interpretado por sí mismo, una forma de hacer llegar el mundo al hombre, es decir, no queda limitado cuando la palabra también nos ayuda a crear. ‘’La palabra: ese cuerpo hacia todo. La palabra: esos ojos abiertos’’. La palabra como construcción de nuevas formas de ser, de ver, de creer…
Quizás haya elegido el poema que, seguramente sea la esencia de la intención de este autor y pueda haberos aclarado un poco todo lo que he intentado explicar. Si volvéis a leer la primera frase de Juarroz (justo debajo del título de este post) y la segunda, puede ser que podáis darle una interpretación impregnada de todo lo que se ha expuesto.
Para finalizar os dejaré un poema para vuestra libre interpretación de este mismo autor:
68, Sexta poesía vertical
He descartado la mirada para conocerte.
He descartado también la dulce analogía
entre tu rostro y la vida.
he cortado los hilos, las certezas
y el tiempo inimitable de estar juntos.
Y aún más: he descolgado el vacío
para ponerlo entre ambos como un juego dormido,
como una nota sin instrumento.
He bajado a la tierra distante
de tu forma más callada
al polvo donde la forma se reencuentra
con su propio nacimiento ya más libre.
Y sólo allí te he conocido.
Y he cercado a la muerte con tus manos.