Mindfulness: pensamientos negativos

Lucialinsol
Psicología del Lenguaje — ugr
3 min readNov 2, 2022

La lectura del mindfulness hace hincapié en el hecho de que para practicarla debemos focalizar la atención y concentrarnos en el presente, en el aquí y en el ahora, sea bueno o malo, y sentir, sea bueno o malo. El problema que tiene esto es que vivimos constantemente divagando entre el pasado y el futuro, entre el ayer y el mañana, y en ese camino no hay parada en el presente.

Es sobre esta idea del artículo sobre la que quiero hablar.

En un momento de la lectura se menciona que las personas nos dejamos llevar por el torrente de pensamientos negativos independientemente de lo que eso conlleve, hasta el punto de que nos convertimos, por así decirlo, en esos pensamientos. Vamos como zombies, convencidos de todo lo malo que nos decimos a nosotros mismos, que somos inútiles y que no valemos para nada, hasta el punto de que nos llevamos a nosotros mismos a cometer acciones que acaben corroborando esos pensamientos. Así, entramos en un bucle de negatividad del que es difícil salir, porque tienes ante tus ojos las pruebas de que esos pensamientos son ciertos, estando totalmente ciego al hecho de que han sido ellos los que te han llevado a cometerlos.

Es cierto que la mente tiene ese “poder” sobre nosotros, pero siempre lo utilizamos para sabotearnos a nosotros mismos en lugar de hablarnos con la misma asertividad que utilizamos con los demás.

Se menciona el discurso del método de Descartes, que habla de la conciencia y de la mente como un genio maligno que vive en nuestra cabeza, y me gustaría saber por qué somos así; que es lo que nos tira hacia la negatividad, por qué nos es más fácil sabotearnos y machacarnos que ayudarnos y consolarnos como hacemos con el resto, como si nosotros mismos no fuéramos humanos, como si no nos mereciésemos el mismo respeto que mostramos a los demás. Por qué nos es tan fácil creernos y caer en la negatividad.

Vivimos constantemente en los errores del pasado o en los que vamos a cometer en el futuro, pensando en lo que nos salió mal ayer para saber que mañana también nos volverá a pasar lo mismo. Y estar constantemente en esa dualidad es lo que hace que no nos centremos en lo que estamos haciendo ahora y en qué podemos hacer en este momento para cambiar el hecho de que mañana se vuelva a cometer el mismo error.

Es más fácil encerrarnos y marearnos a nosotros mismos dentro de ese bucle pasado-futuro que tomar conciencia de que podemos cambiar eso, de que, si ayer suspendiste por no estudiar suficiente, hoy puedes estudiar para que mañana no te vuelva a pasar.

Pero nos atrae la facilidad del negativismo, de compadecernos de nosotros mismos más que actuar para hacer cambios, más que levantarnos y buscar soluciones a los problemas. Es más fácil meter la cabeza entre las piernas que mirar al frente y pensar en qué se puede cambiar de aquello hoy para que no pase mañana.

La compasión por nosotros mismos siempre es más sencilla que la búsqueda de alternativas.

Creo que vivimos en una sociedad donde la negatividad está a la orden del día, donde hay tantos problemas y tanto caos a nivel social que es difícil mantener una mentalidad positiva sobre nosotros mismos; donde es más fácil hundir a los demás para sentirte mejor contigo mismo que buscar la forma de hacerlo sin la necesidad de hundir a nadie; donde es más fácil castigar que premiar; gritar que alabar, menospreciar que querer.

El esfuerzo realmente está en tratar de dejar la negatividad a un lado y entender que nada ni nadie es perfecto como para no cometer errores, que siempre hay bajones, que la vida no es siempre perfección y felicidad y aprender a vivir con ello y de ello. es ahí donde empiezas a vivir realmente, donde empiezas a nutrirte y a crecer a partir de los errores y de los malos momentos, de los bajones. Y en el momento en que te valoras, te perdonas por equivocarte y te ayudas a salir del bache evitando la focalización negativa y buscando salidas y soluciones, empiezas a verte como a un ser humano más, y no como a un ser digno de todo el sufrimiento y maldad con la que te nutrías a diario.

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