“Muchas personas con tartamudez piden agua en el bar para no tener que decir Coca-cola”

Este título está sacado de un artículo publicado hace dos años en un periódico de Zaragoza, en el que se daba visibilidad a casos de tartamudez.

https://www.heraldo.es/noticias/salud/2017/10/22/descubrir-que-tenia-tartamudez-supuso-antes-despues-vida-1202954-2261131.html

Hoy voy a hablar sobre como afecta nuestro lenguaje interno en un trastorno de la comunicación muy común, la tartamudez.

La tartamudez se caracteriza por la repetición de sílabas, sonidos o palabras durante un tiempo más prolongado de lo habitual; lo que se puede resumir a falta de fluidez al comunicarnos. Sus causas pueden ser: genéticas, derivadas de otros trastornos, por anomalías en el control motor del habla o por ansiedad en ciertas situaciones de presión emocional…

Cuando estamos ante un contexto que nos hace sentir nerviosos, estresados o ansiosos podemos perder fluidez en el habla debido a la presión a la que nos sometemos nosotros mismos. Este caso de tartamudez suele ser ‘temporal’, por clasificarlo de alguna forma. Por ejemplo, cuando exponemos un trabajo en clase y nos pone nerviosos hablar en público puede crearse una situación muy estresante donde aumente nuestra ansiedad y, de esta forma, nuestra expresión verbal se vea afectada.

¿Por qué puede ocurrir? Pues, en mi caso, al haber tratado sobre como influye nuestro lenguaje interno en el lenguaje externo a lo largo de la asignatura, opino que esta anomalía en el habla puede ser causa de un control de la ansiedad sobre nuestro lenguaje interno y un control de este último sobre nuestro lenguaje externo. Es decir, tenemos pensado decir algo (‘Buenas tardes’) pero la ansiedad interrumpe haciendo que lo que tenemos en nuestro pensamiento se proyecte al exterior de forma distorsionada (‘Bu-bu-bu-enas tar-tar-des’).

Por lo que se podría decir que la ansiedad, el estrés y el nerviosismo tienen el poder de controlar nuestra forma de ser, de comunicarnos, de expresarnos…

¿Existe solución? La tartamudez suele ser más habitual en niños y su tratamiento es limitado. Se emplean como técnicas de tratamiento terapias del habla para mejorar la fluidez, mayor interacción con el entorno, control de la ansiedad… Aquí deben intervenir logopeda, psicólogo, padres y sobre todo, el niño.

Se han dado casos en los que personas con tartamudez disminuyen sus relaciones sociales por miedo a la burla o a la propia situación ansiógena y es donde es súper importante reforzar al ‘afectado’ para que afronte estas situaciones, se acepte a sí mismo y elimine ese miedo, esa ansiedad, ese estrés que pueden aparecer en estos casos, o al menos controlarlo.

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