No son mentiras, son verdades a medias

Cristina Perez
Psicología del Lenguaje — ugr
4 min readDec 18, 2022

¿Alguna vez has pensado por qué mientes a tu pareja? Si lo que te mueve es el deseo de agradar a esa persona, de protegerla ocultándole algo que le puede herir… ¿O si la mentira es la forma más pura de egoísmo, una manera de imponer tus prioridades sobre las suyas?

Con mentir o engañar no nos referimos a casos extremos como en La Isla de las Tentaciones, sino a algo más cotidiano. Ya sé que de primeras es difícil imaginar un momento en el que hayas soltado alguna mentirijilla a tu novio/a, pero dale una vuelta… es más común de lo que pensamos.

Por ejemplo, mi pareja también vive en Granada y alguna vez me he encontrado en situaciones en las que tenía un plan como cenar tranquilamente en casa, salir a correr o estudiar y de repente he recibido un mensaje suyo. Unas veces me decía que estaba solo en casa y que si me apetecía ir, otras si quería que cenásemos juntos, incluso si me apetecía dormir con él e ir juntos a la uni al día siguiente.

Realmente, la mayoría de esas veces ya me había hecho a la idea de quedarme en casa o de estar con mis amigos y no me apetecían mucho esos planes, sin embargo, puedo contar con los dedos de una mano las veces que he sido capaz de decírselo.

A veces he aceptado sin preguntarme a mí misma qué era lo que yo verdaderamente quería:

  • “Vale, dame 20 minutos y estoy en tu casa”.

(Mientras me quito la ropa de deporte que me había puesto para salir a correr)

  • “Termino de comer y enseguida te llamo”.

(Aunque lo que más me apetece es echarme una siesta).

  • “Si quieres venirte a mi piso a dormir por mí genial”.

(Cuando sé que no se lleva muy bien con mis compañeros de piso y que va a ser un poco incómodo)

Otras veces he evitado la situación incómoda de decirle “no” con excusas:

  • “Ay, no había visto tu mensaje, ¿Te parece que quedemos mañana? Que ahora ya es un poco tarde”.

(Aunque en realidad me salen notificaciones con cada WhatsApp)

  • “Jo, me pillas con el pijama puesto y a punto de irme a dormir… ¿Y si ya lo dejamos para otro día?”.

(Cuando en verdad estaba cenando con mis compañeros de piso mientras veíamos una serie)

  • “Uff, es que este mes voy un poco mal de dinero, ¿Te parece que cenemos ya más adelante?”.
  • “¿Me has llamado? Pues es que ni lo había visto”.

(Aunque había ignorado la llamada porque sabía lo que me iba a proponer)

  • “Me duele un poco la cabeza y no me apetece mucho salir ahora…

A pesar de que cuando comencé a escribir este artículo tenía claro que las mentiras eran algo inherente, incluso necesario en las parejas, una forma ocasional de proteger a la otra persona, me he dado cuenta de que no siempre es así. Según mi experiencia, muchas veces las mentiras tienen una función un poco más egoísta: por un lado, proteger la relación a cualquier coste y por otra parte, imponer nuestras prioridades sobre las suyas.

Cuando ocultamos nuestras verdaderas necesidades o nuestros pensamientos, como yo hacía en los primeros ejemplos, conseguimos agradar a la otra persona y no comprometemos la estabilidad de la relación. ¿He sido capaz de decirle a mi novio que a mis amigas no les cae bien? Por supuesto que no, sé que eso nos traería muchas conversaciones incómodas.

También me di cuenta de que cuando evitaba decirle que “no” poniendo excusas, era yo la que salía ganando. Además de ahorrarme conversaciones incómodas y preguntas del tipo “¿por qué no quieres que durmamos juntos?”, cuando ignoraba sus mensajes o me inventaba situaciones, yo misma estaba imponiendo mis prioridades sobre las suyas. Por ejemplo, muchas veces veía un mensaje suyo preguntándome si cenábamos juntos. En vez de explicarle que ya tenía pensado cenar en el piso con mis compañeros y tratar de decidir los dos los planes que íbamos a hacer juntos esa semana, esperaba a que fuera más tarde de la hora de cenar (cuando sabía que él ya habría comido), para contestarle y evitar decirle que “no”. Me fijé en que muchas veces me olvidaba de que la relación era algo en lo que ambos estábamos implicados, no solo yo, y que estaba decidiendo por los dos a través de la mentira y las excusas.

A pesar de que las mentiras salven nuestro bienestar y el de las personas que queremos alguna que otra vez, existe el riesgo de que nos enganchemos a ellas y acabemos usándolas para todo. Creo que la mayoría de las veces es preferible tener una conversación incómoda a utilizar estas verdades a medias, porque podemos acabar centrándonos demasiado en nosotros mismos y perdiendo la noción de lo que significa tener una relación mutua.

Hecho por:

celiajimenezpozo y Cristina Perez

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