No todo el arte está en los museos

salmadllf
5 min readJan 25, 2023

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No todo el arte está en los museos.

La calle, las pieles, las ventanas, puertas y tendederos, el cielo, la naturaleza. Todo aquello que filtras por los ojos de lo costumbre puede llegar a ser arte. Y, además, el arte tiene un lenguaje. No un lenguaje común, sino un lenguaje personal: sentimientos y emociones que según quién decida apreciarlo, se ceñirá a sus vivencias. El arte está completamente dictado por el lenguaje de las experiencias propias.

¿Qué quiere decir todo esto? Tan simple como la idea de que ni el significado, ni la apreciación, ni la emoción ni el reconocimiento vienen dadas por la misma obra; sino por la persona ajena que decide prestar un poco de atención a ese esfuerzo artístico. El o la artista se guiará por la creatividad de una idea inicial y, a partir de ahí, el proceso arduo de crear una obra quedará expectante a la crítica del resto. A pesar de su significado propio, cada persona podrá darle el que le convenga.

Quiero enfocar esta idea a un movimiento que realza los colores de lo que me rodea, movimiento que me ha inspirado a la creación de mis obras y a la de compañeras artistas que se están construyendo su carrera. Es importante recalcar que este movimiento se desarrolló durante el siglo XIX, de forma que se adaptaba a la época; sin embargo, a día de hoy, ha vuelto pisando fuerte sobre artistas jóvenes con un fuerte discurso político, que transforman su realidad en un producto artístico, como respuesta a lo clásico y políticamente correcto dentro de este mundo: el Costumbrismo. Debo aclarar que no trataré este tema de forma académica, sino como reivindicación de artistas locales y con un público más pequeño pueden llegar a transmitir con sus obras.

En este primer artículo, he decido desentrañar la obra de Lucía Lampón Prado, una artista estudiante de Bellas Artes en la UGR; la cual ha desarrollado proyectos e ideas dándole una vuelta a lo dictado durante la historia. Durante días enteros hemos analizado sus obras: hemos escogido una en concreto de la que poder hablar en este artículo, adaptándolo a la idea que quiero expresar. Para ello, le hecho unas cuantas preguntas de la siguiente obra audiovisual y plástica.

Esta obra, titulada Amíquémeimportismo se estuvo ideando y llevando a cabo durante un mes en el que progresivamente la artista, como se verá a continuación, iba improvisando tras comenzar a pintar. A partir de esta, construyó un concepto sobre el cual politiza y critica el arte; destruye lo que se conoce a la vez que se remonta en la historia. Crea un lenguaje propio en su obra, un mensaje, una idea.

¿Cuál era la idea principal? ¿Cuál es la idea que pudiste llevar a cabo?

La obra final en sí, la idea es el proceso de trabajo. Fue algo improvisado, la idea me iba surgiendo a medida que avanzaba en la pintura y reflexionaba sobre ello. Es una obra que nunca acaba, no hay una idea principal ni tampoco final. La idea es algo que se iba transformando a lo largo del crecimiento de la obra.

¿Qué has querido transmitir con esta obra audiovisual y plástica?

Es popularmente entendido que una obra de arte debe estar sometida a un entorno “acorde” a ella; es decir, una buena obra debe resistir en un museo, junto con sus correspondiente marco y ornamentación (vitrina, cordón de terciopelo, seguridad del museo, acompañado de un sistema elitista que regula quién se puede permitir el consumo del arte, etc.).

A partir de esta premisa, me surgió la siguiente pregunta: ¿qué valor tiene una obra cuando la liberamos de todo lo anterior, y la rodeamos de banalidades comunes haciendo así una descontextualización de la misma?

Con esta obra, pretendo deshacer los conceptos de alta y baja cultura, abogando por una cultura más democrática. Entendiendo la alta cultura como la destinada a espacio privados como museos, y la baja cultura como la encontrada en cualquier espacio público, como un graffiti. Haciendo así que cualquier persona pueda acceder a un cuadro clásico de manera poco usual.

Cuando hablamos de arte, suele venir a la mente una imagen estética, una imagen agradable, clásica, que sigue cánones de belleza, de colores. Sincronía en la imagen, en el entorno. No obstante, ¿realmente es eso lo único que engloba el arte? ¿El contexto donde está expuesta la obra proporciona realmente la información a la que se debe atender?

En la obra de Lampón Prado, se puede apreciar cómo desprestigia toda idea establecida del arte. Expone diferentes corrientes dentro de una misma obra, llamando a la reivindicación del arte callejero, al proceso artístico, a la evolución de una idea preestablecida sin límites de creación. Diferentes formatos, pinturas, estilos y espacios; diferentes obras en una misma. Un lenguaje poco común, que expresa un sentimiento contradictorio, cotidiano y artístico.

¿Es la rutina un arte? ¿Es arte lo rutinario? ¿Deja de ser arte una vez sea convierta en rutinario?

El Costumbrismo es una tendencia artística que expone como centro de la obra lo cotidiano, las costumbres, la misma realidad que vivimos sin filtros ni fantasías. El Costumbrismo ha sido un lenguaje para representar de la forma en la que las palabras no pueden, el arte de lo rutinario, de lo no extraordinario, de lo superfluo y banal.

Es aquí cuando la conclusión de una idea que se va desarrollando empieza a esclarecerse.

En el siguiente artículo, seguiré desarrollando este tema, con otro ejemplo en el que se puede apreciar el significado subjetivo de las obras.

ACLARACIÓN:

He tenido que adjuntar fotos extraídas de la obra audiovisual de Lucía Lampón Prado, puesto que el vídeo no se ha podido subir.

Realizado por: Salma Díaz-Llanos Fernández.

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