“O te aclimatas….o te aclimueres….”

La globalización, sobre todo la tecnológica, se ha extendido a un ritmo vertiginoso en los últimos años, pero ¿estamos realmente preparadxs a nivel cognitivo y social para ello como “ciudadanxs del mundo”? ¿Ha implicado la globalización desterrar muchos estereotipos culturales? O por el contrario, ¿siguen los prejuicios estando presentes en nuestras interacciones interculturales?

¿Podríamos pensar que existe un desajuste entre el desarrollo tecnológico, la libre circulación de personas y nuestro contexto social y cognitivo?

Hace unos días leí un artículo sobre el manido asunto del Brexit en “El País” que reflejaba muy bien este desequilibrio tecnológico, social y cognitivo. Rafa de Miguel (2019), ponía de manifiesto la situación de enconamiento que se está viviendo en Reunido Unido, país multicultural donde los haya y lo que hace que sea un país tan especial (desde mi punto de vista). Esta situación no es nueva, lleva años germinándose en un silencio a gritos pero no floreció hasta que tuvo lugar el inolvidable Referéndum. La sociedad británica está fragmentada entre europeístas y brexistas. Me llamó especialmente la atención el relato de una persona entrevistada quien rechazaba que el Brexit fuera una cuestión de xenofobia y argumentaba que:

“el Brexit no es una crisis de identidad del Reino Unido de Inglaterra, Escocia, Gales e Irlanda del Norte; es sobre todo un acceso de rabia de Inglaterra y de los ingleses, desorientados en su soledad — que ya no reconoce cuando pasea por las calles de su ciudad.”

¿No suena esto a eufemismo para aludir a Xenofobia aunque lo niegue (a pesar de negarlo)?

¿Qué lleva a unas personas a querer seguir formando parte de Europa y a otras a salir de la E.U? ¿Será el miedo? El miedo a lo desconocido es caldo de cultivo para la Xenofobia. ¿Por qué nos da tanto miedo lo diferente? ¿Acaso ese miedo no es fruto de la ignorancia? Diría que sí.

¿Qué podríamos hacer para mitigar esto? Una “posible solución” sería educar en la diversidad y tolerancia. La educación y el conocimiento parecen ser herramientas letales contra la ignorancia. Enseñar a observar el mundo globalizado con una perspectiva intercultural de respeto e integración, aceptando y abrazando las diferencias sin poner etiquetas. Al igual que “lo diverso ennoblece y enriquece, los estereotipos entorpecen y empobrecen”.

Y ¿cómo se puede lograr esto que suena tan ideal pero quizá algo utópico?

Podríamos empezar por implementar en las aulas desde tempranas edades proyectos educativos enmarcados en la transmisión y adquisición de competencias interculturales. Esto requiere no centrar la enseñanza de idiomas exclusivamente en los aspectos gramaticales, léxicos o fonéticos, sino incluir aspectos relativos a la idiosincrasia cultural de la lengua extranjera mediante la pragmática intercultural (a la que os introduje brevemente en mis últimas entradas al blog). Esta propuesta podría reducir gran parte de los estereotipos interculturales de cara al futuro próximo. Pero ¿qué hacemos para combatir los estereotipos presentes entre la población adulta? Educar y adquirir estrategias socioculturales con un enfoque intercultural. Aunque no actúen como medidas preventivas, sí que podrían ejercer un efecto amortiguador al fomentar la amplitud de miras y el respeto hacia la heterogeneidad. Flexibilizar nuestros mapas mentales específicos para llegar a comunicarnos e interactuar de una manera satisfactoria con personas de otras culturas con mapas mentales distintos.

Dada la creciente importancia de las interacciones interculturales en los encuentros comunicativos globales (Matos, 2017), la comunicación intercultural es algo que nos compete a todxs. Hagamos pues un ejercicio de responsabilidad social a nivel global. La convivencia va unida a la socialización. Esto hace que se interioricen maneras de pensar, de sentir y de actuar que nos ayudan a comprender el entorno en el que interactuamos a diario (Rodrigo, 1998). El uso del lenguaje permite la socialización. La lengua influye en la cultura, así como la cultura influye en la lengua. La cultura no es algo estático sino que es dinámica y flexible al igual que el propio lenguaje va cambiando a lo largo del tiempo. ¿Acaso nos comunicamos de igual forma que hace veinte años? La redes sociales nos han forzado a adaptarnos a ellas y a aprender a comunicarnos de otra manera mediante el uso de un nuevo vocabulario (sobre todo a las generaciones más adultas). “O te aclimatas o te aclimueres”. Todo cambia, nada pemanece……

Por ello, no temamos a experimentar procesos de “aculturalización” de la cultura propia que propicien la adquisición de nuevos hábitos y normas acordes al uso de una lengua extranjera. Nuestra identidad cultural no está en peligro, abramos la puerta a la “identidad intercultural”. Para ello debemos hacernos conscientes de nuestro punto de vista etnocentrista y repensar muchos de los valores de los que hasta ahora fundamentaban nuestra “identidad cultural”.

A finales del siglo XV “…aparece la sífilis, un nuevo azote de cuya propagación se acusa siempre a los otros, a los enemigos. Para los italianos es ‘el mal francés’, pero los franceses la llaman ‘el mal napolitano’; los españoles bautizan la enfermedad como ‘el mal alemán’ y los flamencos la denominan ‘el mal español’; para los rusos es ‘el mal de los polacos’, y para los turcos, ‘el mal de los cristianos”.

(El País Semanal, 11 de octubre de 1 992, p. 62, citado en, Rodrigo, 1998).

¿Qué os parece esta anécdota histórica?

Estamos plenamente de acuerdo con Miquel Rodrigo (1998) al plantear que sería muy sano aceptar que no hay culturas mejores y ni peores. Evidentemente cada cultura puede tener formas de pensar, sentir y actuar en las que determinados grupos (principalmente formados por personas extranjeras) se encuentren en una situación de discriminación. Pero si aceptamos que no hay una jerarquía entre las culturas estaremos postulando un principio ético que considera que todas las culturas son igualmente dignas y merecedoras de respeto. Esto implica, también, que la única forma de comprender correctamente a las culturas es interpretar sus manifestaciones de acuerdo con sus propios criterios culturales en lugar de sentirnos amenazadxs por las diferencias. Hagamos un esfuerzo de comprensión para facilitar la comunicación intercultural y reducir la probabilidad de malentendidos.

Para Rodrigo (1998), estos serían los elementos necesarios PARA UNA COMUNICACIÓN INTERCULTURAL EFICAZ:

Una lengua común

El conocimiento de la cultura ajena

El re-conocimiento de la cultura propia

La eliminación de prejuicios

Ser capaz de empatizar Saber metacomunicarse

Tener una relación equilibrada

Mientras que algunos OBSTÁCULOS DE LA COMUNICACIÓN INTERCULTURAL SON:

La sobregeneralización

La ignorancia

Sobredimensionar las diferencias

Universalizar a partir de lo propio.

Me gustaría enfatizar que no solo deberíamos de conocer las diferencias sino también prestar atención a las semejanzas interculturales (seguro que las hay). Como bien dice el filósofo Jean Paul Sartré:

“Un hombre no es nunca un individuo; sería mejor llamarle un universal singular”

Por tanto, “la comunicación intercultural se sitúa en el delicado equilibrio entre lo universal y lo particular, entre lo común y lo diferente” (Rodrigo, 1998). Aunque suene a tópico: TOXS SOMOS IGUALES Y A LA VEZ DISTINTXS.

Me gustaría despedirme de vosotrxs compartiendo algo que no nos enseñan en las aulas ¿os han hablado alguna vez a lo largo de vuestra trayectoria universitaria de la Psicología de la cultura? ¿La conocéis? Si así es, sois afortunadxs. Mi compañera y yo no la conocíamos hasta que no empezamos a investigar sobre el tema de las lenguas extranjeras y la interculturalidad. Surgió a principios del siglo XX en la antigua Unión Soviética de la mano de Lev Vygostky, Alexander Luria y Alexi Leontiev en un intento por incorporar a la Psicología un paradigma que incluyera a la cultura sin pretender convertirla en una subdisciplina de la Psicología, sino que perseguía que se incluyera la cultura como un elemento central junto con la biología y la interacción social. Estos investigadores defendían que los procesos psicológicos propiamente humanos surgen de la transformación de los procesos psicológicos básicos por la actividad mediada culturalmente y en desarrollo histórico (Cole, 1999).

Si consideramos este planteamiento, ¿por qué no se habla de esto en las aulas? ¿No creéis que adoptar esta perspectiva podría complementar y mejorar nuestra formación como psicológxs? Nos permitiría convertirnos en futurxs terapeutas culturales.

“El desconocimiento del otro lo deshumaniza”

Shakespeare

Referencias bibliográficas y webgráficas

Cole, M. (1999). Psicología Cultural. Editorial Morata: Madrid

De Miguel, R. (26 de enero de 2019). Viaje a dos Inglaterras separadas por el Brexit. Recuperado de https://elpais.com/internacional/2019/01/26/actualidad/1548533704_802741.html

Matos, M. V. (2017). Diseño y compilación de un corpus multimodal de análisis pragmático para la aplicación a la enseñanza de español (Tesis doctoral, Universidad Autónoma de Madrid).

Rodrigo, M. (1998). La comunicación intercultural. Suplement Perspectiva escolar.

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María Fernández García
Psicología del Lenguaje — ugr

Experimentando un proceso de deconstrucción. Deconstruir para volver a construir y deconstruir de nuevo…….“Aprendiendo a desaprendeR”