Olores únicos, la TMR y la hipótesis de Sapir-Whorf

Desde pequeños se nos ha enseñado a nombrar a los colores e incluso se ha utilizado tiempo de nuestra enseñanza para aprender a denominarlos en otros idiomas. En cambio, con los olores no ocurre esto.

Tras esta observación, mi compañera Mónica González y yo, hemos llegado a la conclusión de que los olores son más subjetivos que los colores. Esto haría que, para describir un olor a un compañero, necesitarías una explicación más compleja y, probablemente, tendrías que recurrir a experiencias pasadas para poder describirlo con éxito.

Por esto, creemos que la teoría de los marcos relacionales se encuentra relacionada con la hipótesis Sapir-Whorf. Y, es que, se van activando elementos para poder acceder a recuerdos donde aparecieron esos olores y poder explicarlos, mientras que con los colores no ocurre tanto.

Esta es nuestra opinión, por lo que vamos a presentar algunos ejemplos que hemos vivido:

  • Para las personas más familiarizadas con Pokémon quizás este ejemplo les suene de algo. Alguna vez, de adolescente y adulta, se me ha presentado un olor muy característico, un olor que definiría como el olor de las cartas transparentes de Pokémon y, cuando este olor aparecía en otro contexto, me he referido a mis amigos con este nombre tan particular. Dichas cartas poseen un olor muy característico a plástico, bastante adictivo y que cualquier persona que las posea sabrá a qué me refiero.
  • Cuando era pequeña también pasaba algo similar en los comedores del colegio. En mi caso, nunca sabías qué ibas a comer ese día hasta que entrabas en el comedor, por lo que tratábamos de adivinar el menú del día con la mezcla de olores que nos llegaba. El caso es que como todos conocíamos la comida que nos solían poner, éramos capaces de decir, por ejemplo, “huele a los garbanzos naranjas de lata”. Nadie que no los haya olido o probado podría imaginarse exactamente ese olor, pero nosotros sí por compartir el contexto. Por lo que también nos hace pensar que los olores son muy subjetivos y únicos.

Esto último no ocurre con los colores, porque a excepción de cuando necesitas ser más específico por algún motivo, vas a encasillar cualquier tonalidad o color similar, por ejemplo, en la categoría de rosa. Y a pesar de que nadie conozca el olor de esos garbanzos de los que he hablado antes, vas a pensarlo o incluso vas a comunicárselo a la persona que te acompaña.

  • Otro ejemplo sería el olor a rosas. Cuando era pequeña visité el Parque de las Ciencias y olí un tubo que supuestamente olía a rosas (este era un juego de oler tubos y reconocer de qué olor se trataba). El caso es que a todo el mundo le encantaba, pero yo lo odiaba hasta el punto de darme náuseas, lo cual se extendió a cualquier tipo de rosa que oliese. Todo el mundo usa la expresión de “huele a rosas”, pero a mí debido a esa experiencia, el olor a rosas me disgusta porque me recuerda al supuesto olor a rosas de ese lugar.
  • Por otro lado, cada vez que se acerca una nueva estación huelo a las cosas características de cada una. No sabría decir si estoy sesgada por tener el conocimiento de que ahora mismo estoy en invierno y que la próxima que viene es la primavera, pero por ejemplo, soy capaz de oler cuando el tiempo cambia y decir: huele a primavera. No sé exactamente qué huelo, si son las flores, el calor que calienta el asfalto y tiene un olor característico o qué, pero realmente, eso me pasa con todas las estaciones del año desde que tengo consciencia.
  • Además, un olor que podría decir que odio es el de la nevera, y qué quién lo lea se pensará que tengo la nevera sucia y que por eso los productos que cojo huelen mal, pero para nada ese es el motivo. No sabría bien explicarlo, pero es como que cogen un olor diferente y por supuesto un sabor, como me pasa con los productos congelados, que huelen y saben diferentes. Como consecuencia, yo no puedo comerme comida de un día para otro que se conserve en la nevera, porque le da sabor. Todo esto hablo de comidas ya hechas, con cosas como las verduras, los yogures o el queso, obviamente no me pasa, porque es como que esos productos son uno solo y sé que tienen que conservarse en la nevera o el congelador.
  • Otra experiencia que me pasó hace poco fue con mi perra. Ella ya era mayor, pero realmente yo no sabía cuánto tiempo le quedaba, pues un día me acerqué a ella y olía extraño, olía como a muerte. A la gente que se lo decía pues como es de esperar, le sonaba raro, ya que realmente yo nunca he vivido una muerte ni se como huele, ni siquiera sé si la muerte huele. El caso es que me olía a eso, pues efectivamente una semana después mi Katy murió.
  • En cuanto al olor típico de tierra mojada, es un olor que a mi madre siempre le ha encantado y cada vez que olía, me lo refería, pero a mí de pequeña no me gustaba nada. En cambio, a medida que me he ido haciendo grande, me iba gustando más. Imagino que todo eso vendrá de la relación que hago entre el agua y la vida.
  • En primavera hay una especie de abeto en particular que para mí, desprende un olor que os garantizo que huele a Fuet, para mí es tan grande ese olor que hasta puedo saborearlo cuando estoy cerca de él.

En definitiva, todos tenemos ese olor a limpio que tanto imagino que le gusta a todo el mundo, ya que lo relacionamos con la higiene. O los olores que te teletransportan a sitios, a personas o incluso a sentimientos. Seguro que ahora mismo estáis pensado vosotros en esos olores específicos que os hacen sentir lo que estoy describiendo. Por eso creemos que los olores son únicos y demasiado variados, mientras que, aunque los colores también lo sean, tendemos a categorizarlos como uno solo debido a su similaridad. Quizás el ponerle nombre a todos los colores que existen no resulte práctico, pero de los olores pocas veces se habla y si se hace es porque es un olor llamativo que merece la pena describir y merece la pena, porque nos recuerda a algo totalmente diferente.

--

--