Oye, estás pescando

Estoy casi segura de que todos en algún momento nos hemos quedado embobados mirando a un punto fijo sin pensar en nada en concreto. Y si teníais a alguien al lado, probablemente os haya chasqueado los dedos en la cara diciendo “oye, aterriza” o “eh, tú, deja de pescar”, a lo que tú habrás respondido algo como “sí, perdona, me he quedado pillado/a”.

Esas frases simbólicas (también llamadas correspondencias) surgidas de la idea de “estar distraído” son muy comunes: tener la cabeza en las nubes, estar en Babia o en la inopia, estar pescando, etc., y evidentemente no quieren decir que tengas la cabeza en otro lado que no sea tu cuerpo o que te encuentres en un lugar distinto, sino que todas parten de la premisa de que, si no estás haciendo nada realmente estimulante para ti o que requiera todos tus sentidos, te distraes y te abstraes casi por completo de la situación.

Diría que la expresión que más usamos los jóvenes es la de “estar pescando”, la cual he escuchado desde que era pequeña en mi ciudad de Cádiz: no es que estés literalmente con una caña esperando a que pique un pez; lo que se entiende aquí es que no estás atento a lo que está ocurriendo a tu alrededor y te has quedado mirando a un lugar en concreto, absorto, sin procesar lo que estás viendo, en pocas palabras. Quizás haya nacido esta expresión porque los pescadores sólo se centran en la caña y se olvidan de cualquier elemento del entorno para estar atentos cuando pique un pez y no perder la oportunidad, y únicamente salen de ese estado mental cuando pica o cuando ocurre algo que los alerta. Es casi como un estado de inmersión, llegando hasta el punto de ni siquiera estar escuchando lo que te dicen por estar tan concentrado en no pensar en nada.

Un ejemplo lo vemos cuando alguien se queda un rato así en clase, casi como si no estuviera allí presente: su “caña” sería el punto al que estaría mirando fijamente, y el “pez” (el elemento que lo sacaría de ese estado) sería el profesor o algún amigo llamándole la atención. Podríamos decir que la metáfora que surge de aquí es que distraerse es pescar, que a su vez se puede interpretar como que distraerse es ignorar, ya que te desentiendes tanto del entorno que lo omites, directamente, ignorando cualquier cosa que interfiera en tu burbuja de embobamiento.

Y tú, ¿has pescado alguna vez?

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