¿Para qué y cuándo escuchamos música? Parte III: Concentración.
“Si hay completo silencio, entonces mi mente deambula y simplemente no me concentro. Me doy cuenta de que puedo concentrarme mejor cuando hay música… Con ella, algo más está sucediendo en tu cabeza mientras haces lo que sea que estás haciendo”. “Normalmente no es pop o rock cuando la uso para intentar concentrarme. Suele ser música clásica o escénica”
“Creo que me distraigo fácilmente (risas) y la música me ayuda a no distraerme tan fácilmente”
“Cuando pongo la música mientras realizo una tarea que requiere concentración dejo de pensar en pensamientos al azar. Estos pensamientos simplemente dejan de pasar por mi cabeza cuando tengo música encendida. Me despeja la cabeza de todos los pensamientos aleatorios que pueden aparecer y distraerme de lo contrario. Y así es como lo he usado para concentrarme.”
Tenemos claro que una de las cosas más básicas que hace la música es bloquear otros sonidos. Sin embargo, como podemos apreciar en estos testimonios recogidos en las entrevistas realizadas por TiaDenora a mujeres británicas y estadounidenses durante sus investigaciones, la música posee también la capacidad para bloquear el batiburrillo constante de pensamientos que nos taladran constantemente y, específicamente, esta cualidad de la música facilita notablemente a las entrevistadas citadas anterioremente la concentración ante una tarea que necesita bastante de ella
La música ‘clásica’ o la música sin letra fue citada con mayor frecuencia como el estilo que mejor ayudaba a esto. Hay que tener en cuenta que estas propiedades de la música clásica no estaba relacionado con sus cualidades ‘intrínsecas’ de la canción. Más bien, se puede prever que esta cualidad se debe en mayor medida al mapa de gustos de las entrevistadas. Ellas hacían referencia a la ‘música clásica’ como un ‘enfocador atencional’, y es que se puede apreciar que esto se debía generalmente a que dicha música era menos propensa a estar asociados con aspectos de sus vidas fuera del ámbito laboral o académico, es decir, no estaba fuertemente asociada con aspectos específicos de su vida social o cultual ni sus recuerdos emocionales.
Sin embargo, algo debemos tener claro. No todas las entrevistadas estuvieron de acuerdo con este uso de la música. De hecho, para la mayoría de las encuestadas mayores de 70 años y los que eran músicos formados profesionalmente, la idea de la música como herramienta para la concentración era algo imposible. Ellos mismos, afirmaban que escuchaban la música intencionadamente y con el objetivo de sentirla y analizarla, por lo que la realización de una tarea a su vez era incompatible. Por ejemplo, Eleanor, de 75 años de edad, organista de iglesia y música aficionada, describe cómo nunca intentaría escuchar música si estuviera jugando al ajedrez o realizando una tarea de concentración.
Así mismo, a través de mi propia experiencia puedo decir que mi capacidad de concentración es nula escuchando música, incluso música clásica, la cual fue elegida por la mayoría de encuentadas. Y es que gran parte de mi atención se va dirigida a la composición musical y, aunque apenas me centre en su melodía, letra o instrumental, el hecho de tener un fondo sonoro disminuye y hace bailar con ella mi concentración para estudiar y hacer deberes e, incluso, dificulta (aunque no impide) mi capacidad para mantener una conversación totalmente fluida.
Esto supone tanto una muestra más del uso en la vida cotidiana de la música, como de las diferencias interpersonales que existen en él. Os invito a que dejéis abajo vuestro parecer acerca de esta cuestión. ¿Facilita la música vuestra concentración? ¿Tenéis que estudiar en completo silencio y cualquier fondo, ya sea musical o de ruido, os impide concentraros? En próximas publicaciones seguiremos analizando la variedad de maneras en que las personas utilizan la música en su vida cotidiana.
Referencias:
DeNora, T. (1999) ‘Music as a Technology of Self’, Poetics 27: 31–56