¿Para qué y cuándo escuchamos música? Parte IV: Recordar el pasado.
Siguiendo con nuestra exploración sobre el uso que hacemos de la música en nuestra vida diaria, nos centramos en esta publicación en la música como máquina del tiempo, como herramienta para llevarnos al pasado y volver a esas etapas en las que éramos diferentes, vivimos experiencias que nos marcaron y estábamos con personas que quizás ahora se encuentran un poco más alejadas de nosotros.
¿Quién no ha recordado su primer amor al escuchar la canción que siempre aparecía cuando estábais juntos? ¿Quién no ha rememorado aquel verano tan maravilloso oyendo los temas que ponían en las fiestas a las que fuiste? ¿Por qué no podemos evitar pensar en el primer año de universidad con la canción que más escuchábamos en ese tiempo? ¿Qué hace que se nos venga a la cabeza nuestro abuelo al escuchar en la tele la canción que tantas veces ponía? O simplemente, ¿qué provoca que pienses en tu mejor amiga al escuchar un tema que poco crees que tiene que ver con ella?
Desde la psicología se hace referencia a este suceso como condicionamiento clásico y consiste básicamente en que, debido a la presentación de dos estímulos en la misma ubicación espacio-temporal (música de reggeaton y mi amiga), estos se asocian y únicamente la presentación de uno de ellos (la música) permite predecir la llegada del otro estímulo, en este caso recordar a mi amiga.
Esta cuestión también fue abarcada por las mujeres británicas y estadounidenses entrevistadas por Tia DeNora, quien encontró que una de las principales cosas para las que la gente utilizaba la música fue para recordar a personas que habían sido muy importantes en su vida. La música les ayudaba a recordar a amantes, familiares, amigos, y, con ellos, fases o momentos que tenían una gran importancia emocional en sus vidas.
“Para mi, la música está vinculada a una especie de “revivir” un acontecimiento o momento crucial, a menudo a una relación.”
“Al escuchar esta canción se me viene de repente Haupt Bahnhof (estación de Berlín), en agosto ¡1967! … Fue el éxito del verano del ’67, y pasé el verano en Alemania como estudiante y tenía como compañero de piso al que es ahora mi marido. ¡Y uh! Estando allí en la estación justo antes de volver a mi país nos dimos el primer beso y fue el comienzo de lo nuestro. (…) Bueno, escuché esta canción el otro día en una tienda, comprando algo con él y, al oírla, nos miramos y nos sonreímos. ¡Ambos recordábamos aquel verano y aquel momento en la estación!”
Otra de las entrevistadas admite que la música le transporta a una época feliz que ya llegó a su fin, y es que la música ayuda simultáneamente a recapturar y construir nuestra vida y, por lo tanto, nos ayuda a reproducir y contarnos a nosotros mismos el conjunto de experiencias que hemos vivido a lo largo de toda nuestra existencia. A través de ello nos damos cuenta una vez más de quiénes somos o dónde hemos llegado a estar, registrándonos a nosotros mismos como objeto de autoconocimiento, dentro de lo que conocemos como memoria autobiográfica.
“¡Todos esos discos estaban tan sombreados con mi abuelo y con los momentos en los que los escuchábamos juntos!”
“No me compraría este disco por la calidad las canciones que trae o porque me guste este tipo de música, sino por los recuerdos que me traen de los momentos con mis amigas.”
Como dice la entrevistada anterior, la música acaba teniendo un papel similar al de una fotografía, en la que en vez de capturar la información visual, se captura la sonora.
Hasta ahora, hemos visto cómo la música trae consigo a personas específicas, momentos concretos del tiempo o lugares exactos en lo que se interactuó con esta música. Sin embargo, en otros casos se confiesa que la música les recordaba cómo eran ellas mismas en ciertas etapas de su vida, cómo era su forma de ser, qué les interesaba en ese momento, de qué forma enfrentaban los problemas o qué pensamientos solían tener. Básicamente, la música les hacía revivir cómo era su “yo” de otras etapas.
Como se dijo al principio, los poderes evocativos de la música surgen de su copresencia y asociación con personas, eventos, escenas, etc. En muchos casos, la música estaba “simplemente allí” y se condicionó arbitrariamente con el estímulo. Sin embargo, este carácter arbitrario se vuelve simbólico y es capaz, con solo su presencia, de evocar todo el conjunto experiencial del momento en cuestión en el que se produjo la asociación. No obstante, no afinamos mucho en decir que la asociación se produjo en ese único espacio y tiempo, sino que recuerdos posteriores de la experiencia relacionados con la misma o apariciones posteriores de esa canción en la vida de la persona puede modular el carácter evocativo de la pieza, aumentando su capacidad de transportarnos en el tiempo y el espacio, o provocando un debilitamiento del condicionamiento musical.
Independientemente de esto, lo que queda muy claro es que en todas las entrevistadas por la escritora, el pasado de estas mujeres cobra vida con su banda sonora, siendo la música para ellas, metafóricamente, como un almacen contenedor de recuerdos y de sus experiencias pasadas.
Referencias:
- DeNora, T. (1999) ‘Music as a Technology of Self’, Poetics 27: 31–56.
- DeNora, T. (2000) Music in Everyday Life. Cambridge: Cambridge University Press.