¿Para qué y cuándo escuchamos música? Parte V: Identificarnos.
Siguiendo con nuestro camino para conocer de qué manera usamos la música en nuestro día a día y nuestra vida cotidiana, nos centraremos hoy en el papel que tienen las piezas musicales en nuestra identidad y de qué forma influye en ella. Además, intentaremos abordar la cuestión de si la música que escuchamos es un reflejo más de nuestra identidad, siendo esta la causa de que escuchemos tal tipo de música, o si es la música la que afecta y determina nuestras identificaciones personales.
Algo que no podemos negar es que en bastantes ocasiones hemos percibido cómo una experiencia importante de nuestra vida estaba siendo contada en la letra de una canción o cómo los valores que defendía algún himno se adecuaban perfectamente con los nuestros. Básicamente, creo que todo el mundo en algún momento se ha encontrado a sí mismo en la música. Aún más, tendemos a elegir poner en nuestro día a día aquellas piezas que más se asemejan con la imagen que tenemos de nosotros mismos, que hablen de temáticas que conozcamos y que sus ritmos se adecúen a nuestra forma de vivir la vida.
Lucy, cantante contralto (voz femenina más grave) del coro y entrevistada por Tia DeNora en sus investigaciones acerca de qué usos cotidianos daban mujeres británicas y estadounidenses a la música, confesó algo que muestra a un nivel extremo cómo de importante es la congruencia entre música e identidad:
“Prefiero ser parte del fondo. La soprano (voz femenina más aguda) tiende a resaltar más en la melodía, aunque no sea solista, mientras que nosotros proveemos la carne. Son las sopranos y los tenores los que llevan la canción, y los bajos y las contraltos los que se unen para construir el fondo sonoro que da la base de la canción, la mantiene y la empuja hacia delante. (…) Creo que tal vez eso me caracteriza en la vida, que no me gusta estar en el centro de atención, me gusta[ser parte de un grupo. Y, ya sabes, seguir adelante y hacer mi parte, pero no destacar mucho. Rellenar hueco, por así decirlo. Ver lo que hay que hacer y hacerlo, pero sin que se le preste atención y sin esta al frente.
Como vemos, su forma de hacer música está muy relacionada con su forma de actuar en su vida normal, y es que la música nos proporciona una representación material de nuestra identidad propia, con la que podemos mostrarla al mundo o, simplemente, contemplarla para nosotros mismos desde una perspectiva más, la musical, existiendo referencia mutua de nosotros mismos en la música y de la música en nostros mismos.
De esta forma, en relación con la elaboración musical de la autoidentidad, existe, como determina Tia DeNora, un “círculo virtuoso”. Por un lado, la música es nuestra aliada, ya que nos facilita la articulación de nuestra identidad, sirviendo como un cuento en el que se narra cómo somos para uno mismo y para los demás. Pero además, esta identidad y el conocimiento previo sobre ella nos lleva a prestar atención y valorar especialmente ciertos materiales musicales. A través de este proceso se refuerza la seguridad de lo que entendemos como identidad de uno mismo y encontramos en la música un hábitat en el que poder expresarla y desarrollarla. Así mismo, a través de estas piezas, podemos llegar a conocernos mejor a nosotros mismos, explorar acerca de valores y perspectivas y, así, enriquecer y desarrollar aún más nuestra identidad personal y producir mayor conocimiento de nosotros mismos.
Aquí apreciamos una vez más cómo la música se convierte en algo más que un estímulo y puede ser transportada a lo social y lo personal, actuando como registro y proyección de nuestra identidad, siendo un”espejo” que nos permite “vernos a nosotros mismos”. Sin embargo, también puede resultar un”espejo mágico” en la medida en que sus propiedades también pueden llegar a configurar, transfigurar o desfigurar la imagen que tenemos de nuestra identidad.
Elaine, otra de estas mujeres entrevistadas, en el momento en el que se le pide que exprese cómo es su identidad propia, la define en términos de su carácter polifacético. Asume la multitud de dimensiones y gustos que posee y, curiosamente, sus prácticas musicales demuestran notablemente esta diversidad en su forma de ser. De hecho, De Nora afirma que esta mujer fue una de las personas más explosivas musicalmente de las que respondieron al estudio, siendo conocedora de un gran número de canciones y afirmando escuchar multitud de estilos musicales en su día a día:
“Siempre estoy cantando. Cualquier cosa que me estén contando suele recordarme a una canción y comienzo a cantarla de repente.”
Elaine describe también que la música le permite proyectar muchísimas facetas de su personalidad, así como contar quién es ella a sí misma y a los demás. Así mismo, asume estar constantemente cantando y con música de fondo de todo tipo de estilos musicales, lo que para ella supone un ejemplo más de lo polifacéticos que son sus gustos y su vida, en general. Ella, al igual que muchos de nosotros, mediante la música mostramos algo más de nosotros mismos y de nuestra identidad, encontramos un reflejo más de nuestros valores, de nuestra personalidad, de nuestra forma de ver la vida y, básicamente, de quienes creemos que somos. Somos capaces de encontrarnos a nosotros mismos en la música, pero quizás también haya ocasiones en las que encontramos a la música dentro de nosotros mismos y una canción, un estilo musical o cierto ritmo nos sirva para definir quiénes somos.
Referencias:
- DeNora, T. (1999) ‘Music as a Technology of Self’, Poetics 27: 31–56.
- DeNora, T. (2000) Music in Everyday Life. Cambridge: Cambridge University Press.