Perdón

Paola Guillon
Psicología del Lenguaje — ugr
3 min readJan 21, 2021

¿Qué es pedir perdón? ¿Cuándo pedimos perdón en la vida real? ¿Existe un código o unas normas generales para pedir perdón? ¿Hay ocasiones en las que es mejor no pedirlo? Todas estas son las preguntas que nos surgieron en nuestro viaje tratando de convertirnos en expertos del perdón. Para comenzar y, apoyándonos en lo que hemos visto en teoría sobre los marcos relacionales, nos gustaría dejar una actividad que hemos hecho con la palabra “perdón” como núcleo, explorando todas las asociaciones y usando esto como definición.

Perdón, lo siento o disculpa son palabras que tienen traducción a todos los idiomas, esto nos hace pensar que es algo universal, el disculparse, igual de universal que el saludar o agradecer. Quizá os resulte interesante saber que, a pesar de esta universalidad, la forma de pedir perdón también es algo cultural. En japón, por ejemplo, una forma de disculparse es una reverencia, en función de como de inclinado esté el sujeto que expresa disculpas su arrepentimiento es mayor o menor, de hecho en los casos más extremos cuentan con el llamado “dogeza” donde la persona debe arrodillarse e inclinar su cuerpo hacia adelante, con las manos en el suelo y la cabeza recostada sobre las mismas este gesto corporal viene a decir: “la ley puede castigarme, pero no podrá arreglar lo arrepentido que estoy”.

Dogeza.

Según la literatura el perdón se podría conceptualizar como el afrontamiento del estrés en una relación interpersonal, neutralizando de esta forma el estresor que causa la herida emocional entre las personas. Básicamente es el reconocimiento de que la acción que ha cometido alguien ha sido hiriente, y así se rebajan los sentimientos negativos e incluye la justicia también, por lo que es necesario para el bienestar personal y para rebajar los sentimientos de ansiedad y rabia. El perdón puede ser funcional, pero en otros casos puede no ser útil cuando ocurre en un contexto opresivo que forma parte de un hecho o proceso estable, como en la violencia, por lo cual tiene la misma efectividad perdonar que no perdonar. Además aunque este parezca que termina con la reconciliación, diversos autores han postulado que no es necesario acabar con la reconciliación porque hay personas que siguen con la relación y no se han perdonado, inclusive otros que lo han pedido y no han vuelto a mantener ninguna relación. Dentro del perdón, curiosamente se ha encontrado relación entre la personalidad, ya sea amabilidad o no existencia de afecto negativo como más tendenciosos a la hora de pedirlo, además de que la presencia de hijos, el aumento de la edad y la seguridad del apego lo favorece.

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