¿Por qué el Homo Sapiens dirige el planeta?

Alberfeix
Psicología del Lenguaje — ugr
6 min readJan 17, 2020

70.000 años atrás, nuestros antepasados eran animales insignificantes, su impacto en el mundo no era mucho mayor que el de las luciérnagas o las medusas. A pesar de todo, la especie humana domina el mundo a día de hoy. La primera pregunta es, ¿Cómo hemos pasado de ser simios insignificantes, preocupados por sus cosas en un rincón de África, a ser los gobernantes de la Tierra?

La diferencia entre otros animales y nosotros no está en el plano individual, en el cara a cara somos extremadamente similares a un chimpancé. Si seleccionarán a un chimpancé y a cualquier persona para competir en una isla desierta para ver quien sobrevive mejor, la mayoría de las veces ganaría el chimpancé. La verdadera diferencia está en el plano colectivo. Los humanos dominamos el mundo porque somos los únicos animales capaces de cooperar de manera flexible y en grandes números al mismo tiempo.

Hay otros animales como los insectos sociables (abejas, hormigas…) que pueden cooperar en masa pero no lo hacen de forma tan flexible, su cooperación es rígida. Por ejemplo, ante una situación de peligro, una colmena de abejas, no podría reinventar el sistema social de la noche a la mañana. No pueden ejecutar a la reina y establecer una dictadura del proletariado, esto pasa fundamentalmente por la manera en que procesan la información del ambiente y más concretamente como se la comunican entre ellas. Es decir, una abeja puede comunicarle a otra el camino hacia las flores a polinizar, pero no podría transmitirle el concepto de camino o flor.

Otros animales, como los mamíferos sociables (delfines, elefantes, lobos, chimpancés…) pueden cooperar con mayor flexibilidad pero sólo lo hacen en grupos pequeños. Por ejemplo, la cooperación entre chimpancés se basa en el conocimiento del otro chimpancé, necesitan saber cómo se comporta el otro (malo, bueno, de fiar…) para poder cooperar con él.

El único animal que puede cooperar tanto de forma flexible como en masa somos nosotros, el Homo Sapiens. Puede que los chimpancés sobrevivan mejor de forma individual o en grupos pequeños, pero si intentas meter a 100.000 chimpancés en el estadio Santiago Bernabéu o en Gran Vía, obtendrás un completo caos porque no pueden cooperar entre ellos. Sin embargo, los humanos se concentran en aglomeraciones de ese tamaño casi a diario, en ese tipo de situaciones y lo que se aprecia no es un completo caos, sino redes de cooperación sofisticadas y eficaces.

Todos los grandes logros de nuestra historia desde construir las pirámides de Egipto hasta viajar a la Luna, no se han basado en habilidades individuales, sino en la habilidad de cooperar de forma flexible y en masa. Por ejemplo, yo no conozco a la persona que me vendió el ordenador donde estoy escribiendo esto, no conozco a la persona que lo diseñó, no conozco a las personas que escribieron los libros o artículos que he leído para escribir esto, y definitivamente no conozco a las personas que puedan leer esto en Internet. Sin embargo, aunque no nos conozcamos podemos trabajar juntos para crear este intercambio mundial de ideas. Los chimpancés es algo que no pueden hacer, se comunican, pero nunca hasta ahora un chimpancé ha leído libros sobre plátanos o elefantes y ha escrito un artículo sobre ellos para comunicárselo a otro chimpancé al otro lado del mundo.

La cooperación humana no ha sido siempre para bien, muchas de las cosas malas que los humanos hemos hecho a lo largo de la historia se han basado también en la cooperación. Por ejemplo, las prisiones, los mataderos, las grandes guerras, los campos de concentración. Los animales no tienen este tipo de sistemas de cooperación.

Ahora supongamos que sí, que controlamos el mundo gracias a nuestra forma de cooperar. La segunda pregunta es por tanto, ¿Cómo lo hacemos? ¿Por qué somos el único animal que coopera de esa forma? La respuesta es nuestra imaginación, que influye en nuestra manera de procesar la información y por tanto de comunicarla/recibirla. Podemos cooperar de forma flexible con infinidad de desconocidos porque somos los únicos animales del planeta capaces de comunicar historias inventadas (emisor) y de creerlas (receptor).

Si alguien comunica una historia y todos creen en la misma historia, todos obedecen las mismas normas, tienen los mismos valores, etc., todos pueden cooperar. Los demás animales tienen su propio sistema de comunicación, que sólo describe la realidad objetiva. Por ejemplo, las abejas hacen bailes en forma de ocho delante de las otras para indicarles donde están las flores que ha encontrado. Un chimpancé puede decirle a su grupo “Mirad, vienen unos leones, huyamos.” o “Mirad, un platanero, vamos a por plátanos.”

Sin embargo, nuestro amplio lenguaje no solo se queda en las cualidades propias al estímulo, sino que nos da la capacidad de crear nuevas realidades inventadas. Un humano puede decir, “Existe un Dios en el cielo y sino haces lo que él te ordena, te castigará y cuando mueras irás al infierno.” y si todo el mundo cree la historia que esa persona acaba de inventar, todos seguirán las mismas normas, leyes, valores, etc. y podrán cooperar. Un humano nunca podría convencer a un chimpancé para que le de sus plátanos prometiéndole que cuando muera irá al cielo y tendrá un montón de plátanos por sus buenas acciones. Sólo los humanos creemos esas historias, y por eso nosotros gobernamos el mundo y los chimpancés están encerrados en zoos o en laboratorios de investigación.

No sólo cooperamos en lo religioso creyendo las mismas historias sobre Dios o el cielo (construcciones de catedrales o mezquitas, hacer cruzadas o una yihad), sino que es un mecanismo que se siguen otras formas de cooperación en masa humana. En lo legal por ejemplo, muchos sistemas legales del mundo se basan en los derechos humanos. Los derechos humanos como Dios o el cielo son historias inventadas, no es un efecto biológico del Homo Sapiens. Los derechos humanos solamente existen en las historias que hemos inventado y comunicado durante los últimos siglos. Puede que sean historias muy positivas, pero no son más que historias que nosotros hemos inventado.

En el ámbito de la política ocurre lo mismo, los agentes más poderosos en la política a día de hoy son los países. Estos no son una realidad objetiva, un río es una realidad objetiva, puedes tocarla, verla, olerla…, pero un país o un estado como Israel o Alemania no, no son más que historias que hemos inventado a las cuales nos hemos aferrado con fuerza.

Lo mismo pasa con la economía, los agentes más importantes a día de hoy en la economía mundial son las empresas como Google, Toyota, Mc Donald´s, etc. Estas empresas son ficciones jurídicas, historias inventadas y mantenidas por abogados. Estas empresas además, se dedican a ganar dinero y, ¿Qué es el dinero? De nuevo el dinero no es una realidad objetiva, no tiene un valor objetivo. Esto es así hasta que se crea una historia y se comunica. Ej: “Este trozo de papel inservible vale diez plátanos.”, si todo el mundo cree en esta historia que le acaban de comunicar, la historia funciona y vuelves a tener a gente cooperando bajo las mismas normas o valores.

Esto es algo increíble, cojo un trozo de papel inservible, se lo doy a un completo desconocido y obtengo plátanos de verdad. Un chimpancé nunca podría hacer esto, ellos hacen cambios pero de una forma muy básica. Por ejemplo, un chimpancé podría intercambiar con otro un coco por un plátano, pero nunca lo verás cambiar un plátano o un coco por un trozo de papel inservible.

El dinero es de hecho la historia más exitosa y más comunicada que jamás hayan inventado los humanos, es la única que todo el mundo cree. No todo el mundo cree en Dios, no todo el mundo cree en los derechos humanos, no todos creen en los nacionalismos, pero todo el mundo cree en el dinero. Por ejemplo, Osama Bin Laden odiaba al gobierno, la religión y la cultura estadounidense, pero no tenía ningún problema con los dólares.

En conclusión los humanos controlamos el mundo porque vivimos en una realidad dual, los otros animales viven solo en una realidad objetiva. Su realidad se conforma de entidades objetivas como montañas, ríos, elefantes o leones. Nosotros los humanos también vivimos en esa realidad objetiva, pero con el paso del tiempo hemos ido construyendo una capa de realidad ficticia encima de la objetiva. Una realidad basada en entidades ficticias, comunicadas y mantenidas por nuestras creencias/cognición social, que a medida que se ha desarrollado la historia ha adquirido más y más poder.

Tal es la fuerza que han adquirido estas historias que hemos inventado, comunicado y creído, que a día de hoy las fuerzas más importantes del planeta son estas entidades imaginarias. A día de hoy, la supervivencia del Amazonas, los leones, los árboles o los koalas, dependen de las decisiones y conveniencias de estas entidades ficticias, como Estados Unidos, Google o el Banco Mundial, entidades que solo existen en nuestra imaginación.

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