¿POR QUÉ SE SIGUE UTILIZANDO LA EXPRESIÓN “RAZA”?

María García
9 min readJan 24, 2020

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La Real Academia española define Raza como:

  1. Casta o calidad del origen o linaje.
  2. Cada uno de los grupos en que se subdividen algunas especies biológicas y cuyos caracteres diferenciales se perpetúan por herencia.
  3. Calidad de algunas cosas, en relación con ciertas características que las definen.

Y Etnia como:

  1. Comunidad humana definida por afinidades raciales, lingüísticas, culturales, etc.

Estas definiciones sugieren que hubo divisiones según caracteres diferenciales (como era el color de piel) y por último hacen referencia a la calidad. Con estas definiciones se sobreentiende que las personas, según su lugar de nacimiento, valen más que otras.

¿Por qué se habla de raza? Este término se acuña por la antigüedad que tiene. Se ha vuelto común clasificar a las personas de acuerdo según el color de su piel o lugar de procedencia y valorar a unas como superiores a las otras. Pero los seres humanos, ¿nos dividimos en razas? ¿De dónde surge la idea, el prejuicio, la costumbre de valorar como superiores a los de piel blanca y a los de piel oscura como inferiores? ¿Será verdad que según el color de la piel unos son mejores que otros? Claramente no.

Pero… ¿existen las razas?

La Asociación Americana de Antropología sostiene que: “El concepto de raza es una ficción social y cultural pues la raza no puede ser probada científicamente debido a que las poblaciones humanas no son grupos claramente demarcados y biológicamente distintos. El concepto de ‘raza’ no tiene validez… en las especies humanas

La ciencia de la Genética afirma esta conclusión y señala que no existe diferencia entre las supuestas razas humanas. Las variaciones de color de piel y rasgos exteriores de los distintos grupos humanos se deben históricamente a las diferentes adaptaciones al medio ambiente.

Todos los seres humanos hemos evolucionado en los últimos 100.000 años a partir de un mismo pequeño grupo de tribus que emigraron desde África y colonizaron el mundo. África fue el origen ancestral de todos los humanos modernos. La evolución de la actual especie humana es una sola en todo el mundo, y es tan joven que no tuvo tiempo de dividirse en grupos biológicos.

La raza respecto a los seres humanos NO es un concepto científico, sino un concepto social, es decir cultural. Los estudios del genoma humano evidencian que los seres humanos constituyen una sola especie biológica. Quienes clasifican a las personas por sus rasgos exteriores actúan como si juzgaran el valor de un libro no por su contenido sino por el color de su portada.

En muchos países, el estado no tiene permitido mantener datos basados en la raza, existe prohibición constitucional de clasificar a los ciudadanos en razas ya que constituye una violación de los derechos humanos. Lo que interesa debatir y revalorar no es la diversidad de razas sino la diversidad de pueblos y culturas, que es la mayor riqueza de la humanidad, aunque los racistas no lo “quieran” entender por ignorancia o estupidez.

La cultura no es algo que se hereda, no forma parte de la genética, todos pertenecemos a la misma especie y cada uno de nosotros constituimos una única historia genética. Por esto, no podemos construir “una raza”, ni siquiera en nuestra propia familia; somos todos diferentes y al mismo tiempo formamos parte de una misma especie biológica, la humana.

Una gran revolución fue la desarrollada en el siglo XIX por Charles Darwin, quien propuso que los millones de especies animales de las cuales formamos parte, tenemos un origen común, derivados del mismo tronco. Darwin logró explicar de una manera sencilla, la diversidad de la vida en el planeta. Otra revolución fue que el código genético es común para todas las especies y lo hemos heredado de un ancestro común: la información genética y su expresión son comunes para todos los organismos; el ADN, el ARN, el código genético, etc. es universal.

Actualmente, el racismo no puede justificarse científicamente, ya que se ha demostrado en los últimos años por las diferentes investigaciones que han abordado esta problemática. Las razas no existen, ni biogenética ni científicamente hablando. Sin embargo, sí podemos afirmar que hay razas de perros, de gatos, de gallinas o de vacas, que son el producto de manipulaciones genéticas.

Por tanto, ¿debemos seguir empleando el concepto de “raza”?

Un grupo de investigadores considera que el término “raza” es confuso desde el punto de vista científico y puede ser incluso nocivo. Hipócrates clasificaba a los hombres de piel oscura como cobardes y a los que la tenían clara como valientes. Sin embargo, cuando se trata de definir qué distingue a las personas de distintas razas con criterios científicos las cosas se complican.

En la actualidad, las ideas de Hipócrates o los científicos del siglo XIX que consideraban a las personas de piel oscura una raza inferior están completamente superadas, pero la discusión sobre el concepto continúa generando debate. Algunos científicos han argumentado que la raza y la etnia son factores que se deben considerar en la investigación biomédica y los tratamientos médicos. Otros, sin embargo, consideran que esto no es así.

Los esclavos africanos a manos de los traficantes europeos, el genocidio armenio o el holocausto judío, entre otros, son ejemplos de lo devastador que puede ser cuando se mezclan en el conflicto factores geopolíticos, étnicos y religiosos. Con una educación, que nos permita lograr una plena toma de conciencia sobre la necesidad, de respetarnos mutuamente en nuestras diferencias y aprovechar, compartiendo, la extraordinaria riqueza de la que es portadora la diversidad cultural.

Por otro lado, el genetista estadounidense Alan Templeton ha argumentado que entre los humanos no existe una diferencia genética bien definida entre razas como sucede, por ejemplo, con los chimpancés, los animales más próximos a los humanos. En estos simios, la diferencia genética entre poblaciones es siete veces mayor que la que existe entre humanos que viven en distintas partes del globo. La raza no es un buen concepto para entender la diversidad genética humana.

Salvador Macip, director del laboratorio para la investigación de los mecanismos del cáncer y el envejecimiento de la Universidad de Leicester, opina que “Lo que está obsoleto es el concepto clásico de raza. Siempre la hemos visto como una mezcla entre algo cultural y algo genético que venía representado por el color de la piel”, y añade que “la genética sí que apoya la idea de que los humanos estamos divididos en subgrupos”. Macip considera que el término raza tiene muchas connotaciones históricas negativas que lo hacen poco útil. “Da miedo explorar diferencias entre razas porque se puede alimentar el racismo, aunque no ha habido ningún estudio que haya encontrado diferencias de inteligencia entre razas o subespecies”, comenta. “También es verdad que no se buscan esas diferencias intelectuales por ese mismo miedo”, añade.

Puesto que en el ser humano es muy difícil separar biología de cultura, algunos prefieren hablar de “grupo étnicos”. El calificativo “étnico” significaría la pertenencia a un grupo caracterizado por sus patrones culturales. No obstante, la etnicidad es un concepto bastante más complejo, que incluye biología, historia, costumbres y prácticas culturales, lenguaje, religión y modo de vida. Todos estos aspectos vienen a cuestionar la validez del uso de “raza” en nuestra especie. Así, en el lenguaje corriente, “raza” se utiliza en ocasiones para designar a grupos sociológicos sin que se corresponda con ningún significado biológico. El problema surge cuando se quiere dar al concepto de “raza” un significado científico (que no tiene) para justificar determinadas ideologías (racismo). Somos culturalmente distintos y es en la diversidad cultural donde se encuentra nuestra riqueza.

El racismo es un fenómeno multidimensional que tiene como consecuencia la exclusión y la restricción en el acceso a distintas esferas de la vida pública de una persona o un grupo de personas, por motivos basados en el color o en el origen nacional o étnico.

José Martín (2003) afirma que las razas biogenéticamente no existen, el racismo como ideología sí. Y para esto, ha tenido que ocurrir un largo proceso donde la historia y la producción de conocimiento científico se han mezclado e impactado en las distintas formas de organización social. De ahí que el racismo se ha instalado también como una manera de conocer el mundo y de relacionarnos. La ciencia ha generado racismo, como el proceso por medio del cual el racismo ha generado ciencia.

En consecuencia, se anulan o malinterpretan las causas que realmente han producido los fenómenos asociados a la desigualdad (como los económicos, los políticos o los sociales), en beneficio de una interpretación hecha directa o indirectamente por las clases dominantes.

En la estructura social y en las relaciones interpersonales. Al ser un fenómeno estructural, el racismo se traduce en formas de relaciones sociales y culturales a su vez mediadas por la discriminación y la subordinación de unos sobre otros con base en una diferencia supuestamente fija de posibilidades y de oportunidades por motivos biológicos o socioculturales del propio grupo subordinado. Diferencias que además se articulan y reproducen estereotipos, no solo de raza, sino de clase y de género. Es decir, nos permiten evocar ciertas imágenes en conexión con ciertas palabras, y no con otras, en relación con quien nos han enseñado que son seres “inferiores”, “primitivos”, “débiles”, o quienes son “fuertes”, “civilizados”, “superiores”. En otras palabras, asociamos ciertos actos con determinadas personas o conjuntos de personas, y no con otras; lo que además nos ofrece un marco de identificación y de relaciones determinado.

¿De dónde viene? Alterización y colonialismo: Los grupos racializados son con frecuencia instrumentalizados para beneficio de quienes defienden las diferencias desde la supuesta inferioridad-superioridad, y en este sentido, son despojados de su condición de “persona” y entendidos en términos de distanciamiento. La “alterización” consiste en nombrar en términos de diferenciación antagónica a algunas personas desde un punto de vista hegemónico, asentado en una determinada idea de “nosotros/as”. El problema es que, los grupos “otros” son también fácilmente “cosificados”, y sus modos de vida fácilmente desestimados o sustituidos por los que se consideran “mejores”. Por eso mismo, el racismo está directamente relacionado con la violencia, violencia que además ha sido una de las constantes en el proceso históricos de expansión de las formas de vida occidentales y sus determinados modos de producción.

Así pues, en el trasfondo del racismo se encuentra la expansión de la cosmovisión y los “modos de vida occidentales”, donde se establecen y legitiman formas de contacto fundamentalmente racistas. Siendo así, el racismo es algo que ha formado parte, no solo de la historia de nuestras sociedades, sino de sus formas de producción económica y también de creación de conocimiento.

Las repercusiones globales que puede tener un cierto uso del lenguaje, más allá de la pura transmisión de información entre mentes fríamente analíticas y perfectamente coordinadas. De ahí que, por mucho que el lenguaje pueda aparentar tener pretensiones de neutralidad, el significado de todos los signos de los que está compuesto esté sujeto a un continuo consenso, que está completamente moldeado por la subjetividad, experiencia y expectativas de cada uno de estos. La neutralidad brilla por su ausencia. Los valores son los que acompañan nuestras conductas, tanto individual como colectivamente.

Sin embargo, el significado de las palabras, al ser negociado, no es fijo. Esta continua negociación de significados puede hacer posible una dinámica de mantenimiento del significado a pesar de las circunstancias cambiantes. Esta relación polisémica entre ambos “rights” puede verse reforzada por una larga tradición de asociar propiedades a positivas al concepto de derecha. Por ejemplo: en la idea de ser diestro en algo, o en la expresión “levantarse con el pie izquierdo”. En la cultura árabe la mano izquierda se considera impura. Todo esto forma parte de una dimensión que, a pesar de cobrar forma en el lenguaje, trasciende el propio lenguaje y nos afecta subconscientemente. Ya lo decía Nietzsche: “No hay nada menos inocente que las palabras, las armas más mortíferas que puedan existir”. Desde luego, nada menos inocente que las palabras.

REFERENCIAS:

ASALE, R.-, & RAE. (s. f.). Raza | Diccionario de la lengua española. «Diccionario de la lengua española» Edición del Tricentenario. https://dle.rae.es/raza

ASALE, R.-, & RAE. (s. f.). Etnia | Diccionario de la lengua española. «Diccionario de la lengua española» Edición del Tricentenario. https://dle.rae.es/etnia

El lenguaje como regulador de lo social. (2014, octubre 1). https://psicologiaymente.com/social/lenguaje-regulador-social

Marín Gonzáles., J. (2003). LAS “RAZAS” BIOGENÉTICAMENTE, NO EXISTEN, PERO EL RACISMO SÍ, COMO IDEOLOGÍA. Revista Diálogo Educacional, 4(9), 107. https://doi.org/10.7213/rde.v4i9.6545

Mediavilla, D. (2016, febrero 7). ¿Debemos seguir empleando el concepto de raza? El País. https://elpais.com/elpais/2016/02/05/ciencia/1454696080_059342.html

Mundo: Pero… ¿Existen las razas? (Audio Servindi) | Servindi — Servicios de Comunicación Intercultural. (s. f.). https://www.servindi.org/actualidad/2730

Racismo científico: Qué es y cómo transforma la ciencia para legitimarse. (2018, junio 25). https://psicologiaymente.com/cultura/racismo-cientifico

Rebato, E. (s. f.). Sobre el uso del concepto de “raza” en la especie humana. 2.

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