Pornografía: “Jovencita sexy es violada mientras duerme”

¿Cuándo visteis por primera vez porno? Así le preguntaba Jordi Évole a un grupo de jóvenes en un programa sobre la mala educación sexual que recibimos.

Según cómo cuentan estos adolescentes, las cuestiones que se plantea uno sobre sexualidad no son pocas. Sin embargo, las preguntas de ellos son diferentes a las de ellas como apoyan los estudios de Barberá y Navarro (2000), donde encontraron que las chicas plantean preguntas relacionadas con la dimensión displacer a diferencia de los hombres, que en su mayoría preguntan atendiendo a la dimensión de placer. También cuentan como la masturbación es algo más reprimido entre las chicas, pudiendo llegar a ser motivo de avergonzarse.

¿Cómo aprendemos sobre sexo? ¿Quizá un medio puede ser la pornografía? Son diversas las opiniones que tienen estos jóvenes sobre la pornografía ya que algunas de ellas lo consideran como algo negativo y denigrante, mientras que otro de ellos afirmaba que lo veía “para ver qué hacían y aprender”. Pero, ¿qué nos enseña la pornografía? Existe un gran debate sobre los beneficios y daños que nos produce la pornografía.

Algunos estudios demuestran que la pornografía en Internet puede influir negativamente sobre los esquemas perceptivos y la actividad sexual de las personas que la consumen, teniendo un gran impacto en personas jóvenes, las cuales emplean durante más tiempo los servicios de Internet (Brage, Socías y Gordaliza, 2015). De hecho, con poco que echemos un vistazo en algunas páginas como iporno o xxx.com, veremos mensajes similares a “Jovencita sexy es violada mientras duerme”.

Barrio (2014) encontró en su análisis que la pornografía estaba producida en su mayoría para el consumo masculino, acentuando la virilidad y, realizando una representación de la mujer en la que se despoja de su individualidad y se protege el ideal de masculinidad al no representar mujeres de pelo corto, vello y pechos pequeños. Esto conlleva a que muchos se opongan a su producción y defiendan su censura como es el caso de Rashida Jones.

En cambio, otro trabajo más antiguo como es el Vera-Gamboa (2000) negaba la existencia de evidencia hasta el momento sobre los daños de la pornografía, considerando que los niños se acababan aburriendo de verla y no había relación con violencia sexual.

A día de hoy existen otras formas de hacer porno, que incluyen distintas orientaciones sexuales y que salen de las relaciones monógamas entre un hombre y una mujer. Una de las producciones alternativas que encontramos es una pornografía hecha por y para mujeres, en la que se niega la existencia de violencia (Barrios, 2014). No obstante, ¿es el problema que exista violencia o que exista violencia no consensuada? Es algo de lo que hablamos en la publicación ¿Hablamos sobre sexo?, y donde María comentó la experiencia de una chica que aportaba una visión diferente a la idea de que la violencia es lo opuesto a la libertad y el placer.

Amarna Miller , actriz pornográfica española, ha entrado dentro de este debate en el que defiende la igualdad sin distinciones entre porno para hombres y para mujeres . Además, no apoya la represión de sus fantasías sexuales aunque éstas no cumplan con el ideal feminista, llegando a profundizar sobre si se puede ser actriz porno y feminista.

Referencias

Barberá, E., y Navarro, E. (2000). La construcción de la sexualidad en la adolescencia. Revista de Psicología Social , 15 (1), 63-75.

Barrio, Á., ED (2014). Pornografía y educación sexual: ¿libertad de expresión? ¿La prisión de géneros ?. Análisis de la pornografía mainstreaming. En el Libro de Actas del II Congreso Internacional de Comunicación y Género (pp. 108–119) . Dykinson.

Brage, LB, Socías, CO, y Gordaliza, RP (2015). Estudio de la nueva pornografía y relación sexual en jóvenes. ANDULI, Revista Andaluza de Ciencias Sociales , (13), 165-178.

Vera-Gamboa, L. (2000). La pornografía y sus efectos: ¿Es nociva la pornografía? Revista Biomédica , 11 (1), 77–79.

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