“Qué mal gusto musical tienes”

Raul Ortiz Alcalá
Psicología del Lenguaje — ugr
3 min readJan 14, 2024

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Sabemos que la música por sí sola puede provocar un impacto emocional importante en el ser humano, llegando a provocar cambios emocionales e incluso fisiológicos. Sin embargo, surge una cuestión relativa a las razones por las cuales una misma pieza musical puede provocar emociones completamente diferentes en dos personas distintas. En esta entrada veremos, pues, hipótesis sobre diferentes efectos que podrían explicar esta discrepancia.

En primer lugar, la aversividad o apetitividad hacia un tipo de música o una obra musical concreta puede verse explicada por el condicionamiento. Un ejemplo que tenemos en el cine (aunque algo exagerado para esta explicación) sería el caso de Alex en La naranja mecánica, de Kubrick. Alex, una persona que disfruta de forma apasionada la violencia y la música de Beethoven, es sometido a un tratamiento en el que se le presentan vídeos violentos mientras se le administra una droga aversiva, por lo que al final de este tratamiento, es incapaz de ser violento. Casualmente, en una de esas cintas de violencia aparece de fondo la Novena Sinfonía, la cual acaba convirtiéndose también en un estímulo totalmente aversivo para él. Un ejemplo más cotidiano sería el de un niño pequeño al cual le gusta escuchar Reguetón y su madre, cada vez que lo hace, le regaña o le pega por no ser música adecuada a su edad. Ese niño puede desarrollar una aversión a ese tipo de música que antes le gustaba.

Otro aspecto muy importante es la diferencia cultural en la música. Aunque anteriormente se ha descrito la música como un lenguaje universal, las diferencias culturales tienen peso a la hora de generar ese impacto emocional en las personas. La música es una expresión cultural de cada sociedad. Esas discrepancias culturales son importantes debido a aspectos como la diferencia de instrumentos, de escalas, de ritmos y melodías entre las distintas sociedades. En cuanto a la música acompañada de letra también encontramos diferencias: en la música popular americana, por ejemplo, cada sílaba se suele corresponder con una nota distinta. Sin embargo, en países orientales o incluso en España (en el caso del flamenco, por ejemplo), se dan sílabas cuya melodía varía de forma notoria y cuyo ritmo se pierde y muchas veces se produce a gusto del cantante.

Por último, un elemento clave a la hora de explicar estas diferencias entre personas es la experiencia personal de cada individuo, lo cual se ve estrechamente ligado también a las diferencias culturales anteriormente mencionadas. De los tres elementos de esta entrada, este es quizá el más explicativo en relación al problema planteado al inicio. Un ejemplo sería el de una persona que ha sido criada por sus padres de forma que estos siempre le han inculcado música Rock de los 80. Esta persona mayoritariamente ha escuchado este tipo de música durante su infancia y adolescencia (en viajes en el coche, en casa…), por lo que muy probablemente considere este tipo de música como algo agradable. Este efecto se denomina efecto de mera exposición. Aparte de la exposición repetida al estímulo musical, también interfiere en este apego a esta música experiencias agradables o nostálgicas asociadas a esta (ver a sus padres bailando, recuerdos de su infancia, su casa…). Incluso puede estar relacionada esta experiencia con el condicionamiento que más arriba he explicado (si sus padres, por ejemplo, le dicen desde pequeña a esa persona que el Reguetón no es música, es “basura”, etc. acabará considerando este estilo de música como algo aversivo).

Por esto, por lo explicado en entradas anteriores y mucho más es por lo que la música es algo tan importante, tan útil y sobre todo tan imprescindible para el ser humano. La música ha acompañado y acompañará en toda la historia de la humanidad y tiene mucho más poder sobre nosotros del que creemos.

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