¿Quién soy?
Este título es probablemente una de las preguntas sin resolver que más incertidumbre y frustración nos provoca a la mayoría de seres humanos.
Tenemos una gran facilidad para definir; definimos situaciones, objetos, animales, e incluso hacemos inferencias descriptivas sobre quiénes son los demás (asumiendo que nosotros podemos saberlo), para tratar de entender el mundo cada día. Sin embargo, cuando tenemos que hacer un ejercicio de autocrítica, de autodefinición, comienza la lluvia de interrogantes.
Solemos intentar solventar el problema tratando de vernos desde fuera y haciendo preguntas a la gente de nuestra confianza, para vernos desde sus ojos. Aunque la mayoría de veces, esto solo agrava la situación: suele producirse una incongruencia entre lo que los demás opinan y lo que opinamos de nosotros mismos.
Parece desconcertante no ser capaz de darle una respuesta, pero es que es precisamente eso lo que se la da, la carencia de una definición exacta.
La lectura El Yo como centro de gravedad narrativa de Daniel C. Dennet parte de la demostración mediante dos analogías de que tenemos que comenzar asumiendo, que nuestro “Yo” (haciendo alusión a la pegunta inicial) es un ente intangible y sin localización exacta que además funciona a modo de ilusión y va actualizandose continuamente. Por tanto, aquí está la primera cuestión que complica la respuesta, su formato abstracto.
Está comprobado a nivel experimental que tenemos una menor capacidad para retener conceptos que solo se dan en un formato verbal, aquellos de los que no tenemos una imagen visual compacta y se procesan mediante lo que nos han explicado que son. Por ejemplo, si nos piden describir o imaginar un perro tendremos mucha más facilidad para hacerlo que si nos plantean hacerlo con lealtad. Entonces, para estos conceptos abstractos creamos una imagen aproximada en nuestra mente sobre lo que imaginamos que son, algo que nos ayude a definirlos y que muchas veces está relacionado con nuestra experiencia previa (lealtad → cuando un amigo se quedó a nuestro lado en un momento complicado en el que nadie estaba), pero no tenemos vivencias para imaginar un Yo.
Por otro lado, el hecho de que nuestro entorno esté en continuo movimiento provoca que se produzcan cambios adaptativos en nosotros. ¿Podrías afirmar que eres la misma persona que hace diez años? la respuesta para cualquiera es no. El contexto va a jugar un papel clave en la autodefinción no solo por las modificaciones temporales, si no por quién somos dependiendo de con quién o dónde nos encontremos (no nos comportamos de igual manera con nuestros padres que con nuestros amigos/pareja). Estamos obligados por naturaleza a evolucionar, madurar o modificar nuestra forma de ser, lo que implica un cambio en la respuesta a quiénes somos constante que hará que dependiendo del momento en el que te la plantees, encuentres una respuesta u otra.
Finalmente, en la lectura nombrada anteriormente, se hace alusión a los trastornos de personalidad múltiple, donde encontramos una gran variedad de Yoes en un mismo cuerpo (la película Múltiple lo describe a la perfección), creo que estos cambios también podemos verlos en personas que padecen depresión, TCA, TOC… Pero no es necesario padecer ningún trastorno para encontrar este fenómeno en nosotros mismos. Nuestras emociones juegan un papel clave en la visión de la realidad, y en cómo nos percibimos según el estado mental en el que nos encontramos: todos sabemos lo que es levantarse un día con desgana y pensar que no servimos para nada, más tarde conseguimos algo que nos alegra el día y nos vemos como los mejores. Podemos vernos de 30 maneras distintas a lo largo de tan solo un día, imagina en un año, y la personalidad múltiple es una simple demostración clara de ello.
Entonces ¿quién soy?. Después de considerar que no encontramos una imagen clara del Yo y que la modificamos continuamente en función del contexto social, temporal y emocional en el que nos encontramos, ¿cómo vamos a determinar que se trata de un único personaje?.
La frase “definirse es limitarse” nunca había sido tan apropiada, quizás tendremos que aprender a vivir con cierta incertidumbre o empezar a preguntarnos quiénes soy.
