Relación entre la Teoría de los Marcos Relacionales, la Terapia de aceptación y compromiso, y las metáforas.

Alba Cobo
Psicología del Lenguaje — ugr
7 min readJan 14, 2021

Alba María Cobo Aguilera, 3º Psicología (T2), Psicología del Lenguaje

La terapia de aceptación y compromiso (ACT) es un tipo de intervención psicológica orientada a la aceptación psicológica y a los valores personales (Hayes, Strosahl y Wilson, 2015; Wilson y Luciano, 2002). Es una de las más conocidas dentro de las denominadas Terapias Contextuales o Terapias de Tercera Generación, siendo, de todas ellas, la que goza de mayor evidencia empírica. Además, se considera la aplicación clínica más difundida e investigada de la Teoría de los Marcos Relacionales. Esta terapia se usa principalmente en personas que tienden a evitar de forma desadaptativa las situaciones que le producen malestar, lo que se conoce como evitación experiencial.

La ACT sigue un enfoque contextual-funcional en el cual los síntomas o eventos privados son trabajados desde la aceptación y la activación. Dando sentido a que se presenten (desarrollando así también un proceso de validación emocional) y no condicionando aquello que tuviera que hacer la persona. Esto se explica dentro de la Teoría de los Marcos Relacionales, que es una explicación conductual a los procesos cognitivos (Hayes, Strosahl, y Wilson, 1999). Por lo que el objetivo de esta terapia no es la evitación del sufrimiento o el dolor, sino la aceptación del mismo como parte de nosotros. Con esto no nos estamos refiriendo a que la persona tenga que resignarse, sino que la persona se comprometa con sus valores personales y los persiga a pesar del sufrimiento que pueda experimentar por el camino. Por ello, la intención final de la aceptación no es eliminar sensaciones desagradables, es lograr que aparezcan de forma proporcionada a las situaciones y disminuir el gran malestar y la frecuencia de aparición.

Dentro de la ACT nos encontramos con seis procesos psicológicos básicos que se trabajan a la vez durante todo el proceso terapéutico (Dehlin, Morrison y Twohig, 2013). Los procesos son los siguientes:

-Aceptación de la presencia de eventos privados (pensamientos, sensaciones o imágenes).

-Defusión: distanciamiento consciente de los eventos privados.

-Yo contexto o Yo observador: se separa a la persona del resto de sus eventos privados, dándole así una identidad diferente que le permite actuar de una forma más flexible y no siguiendo a sus pensamientos.

-Valores o reforzadores máximos: aquellas áreas vitales de la persona que dan sentido a su día a día. Estos se encuentran muy relacionados con los objetivos terapéuticos y suelen marcar la dirección del tratamiento.

-Comprometerse con las acciones valiosas incluso cuando estén presentes los eventos privados desagradables.

-Atención al momento presente o Mindfulness: para poder reducir la reflexión cognitiva y poder conectar con aquello que debería tener una mayor importancia en ese momento.

Como he mencionado anteriormente, la ACT emplea la aceptación (capacidad humana de experimentar el estar conscientes, en el aquí y el ahora, de los eventos privados: pensamientos, sentimientos, sensaciones, emociones, imágenes, recuerdos, etc.) de las propias reacciones naturales, automáticas e inherentes a la condición humana y la toma de contacto con el momento presente. La aceptación a su vez, se encontraría unida al compromiso de llevar a cabo acciones acordes con los valores personales (Páez, Gutiérrez, Valdivia y Luciano, 2006) y también estaría relacionada con las estrategias de cambio necesarias para aumentar la flexibilidad psicológica (posibilidad de contactar con los eventos privados que ocurren en el presente, al tiempo que elegimos persistir o abandonar una acción que implica cierto malestar pero que está al servicio de los valores que uno identifica como propios).

Según esta terapia, la base de los problemas psicológicos se encuentra en el lenguaje, haciendo inevitable que en ciertas condiciones surjan pensamientos y sensaciones que puedan vivirse como molestos. En ocasiones, las personas luchan contra sus propios eventos privados y esto hace que obtengan resultados contraproducentes. Según Luciano y Hayes (2001) en la ACT, el sufrimiento psicológico está causado por la “evitación experiencial”. Esta se define como una amplia gama de comportamientos dirigidos deliberadamente a evitar el contacto con emociones, pensamientos, sentimientos o recuerdos que son vividos de una forma negativa. La persona lucha contra ellos obteniendo como resultado la rigidez psicológica que hace que se aleje de aquello que más le importa en la vida.

La eficacia de la ACT y sus fundamentos básicos siguen estando en desarrollo. Aunque cabría destacar que se ha demostrado su efectividad en numerosos ensayos clínicos aleatorizados y estudios de caso sobre el dolor crónico, las adicciones, el tabaquismo, la depresión, la ansiedad, el trastorno por estrés postraumático, la psicosis, el estrés laboral, el duelo o el afrontamiento del cáncer (Ruiz, 2010).

Una de las técnicas más interesantes y comunes en la Terapia de aceptación y compromiso es el uso de las metáforas. Estas ayudan a comprender qué le está pasando a la persona, por qué le está pasando y cómo puede solucionarlo. El paciente al escuchar historias simples le resulta más sencillo comprender y tomar una perspectiva sobre lo que le está sucediendo, puesto que se puede sentir identificado y comprendido.

Cabría destacar que es muy importante saber muy bien qué metáforas usar, para que esta le pueda ofrecer una solución alternativa al paciente de acuerdo con sus propios valores, es decir, tienen que ser útiles y facilitarle el cambio terapéutico que necesita. Las metáforas en la ACT pueden ajustarse a distintos tipos de problemas, tienen que ser eficaces y para ello, es provechoso que cumpla las siguientes condiciones:

-Tiene que ser consistente con el grado de desarrollo de la persona: el paciente tiene que entenderla. Por ello, tiene que referirse a su experiencia directa o al conocimiento común en la sociedad y en su edad (McCurry y Hayes, 1991).

-Tiene que establecer una correspondencia clara entre el problema de la persona y la experiencia que narra.

-Tiene que tener una estructura de acción: la metáfora tiene que reflejar los pasos que debe dar el paciente para poder cambiar su comportamiento.

-Tiene que ofrecer una solución: así el paciente puede acceder a un comportamiento que no había visto antes y este reinterpreta o resuelve su problema.

Algunas de las metáforas más interesantes que se usan en esta terapia son: el tanque de tiburones y el polígrafo; el juego de la trampa china; el hoyo y la pala; y el tigre hambriento.

Personalmente, me gustaría comentar la metáfora del tigre hambriento: “Imagina que una mañana te despiertas y frente a la puerta de tu casa encuentras un adorable cachorrito de tigre que está maullando. Lo adoptas como mascota y te lo quedas en casa. Después de jugar un rato con tu precioso tigre, te das cuenta de que no deja de maullar y tu intuyes que siente hambre. Le das un pedazo de carne de hamburguesa, ya que tú imaginas que eso es lo que deben comer los tigres. Repites esta misma operación cada vez que lo escuchas llorar. Cuando pasan los días, tu mascota empieza a crecer, y ya no puedes darle un poco de hamburguesa, sino que tienes que proveerle de costillares enteros y piezas grandes de buey. Al poco tiempo, tu tigre ya no maúlla cuando tiene hambre, en cambio, él te ruge ferozmente cuando piensa que es la hora de comer. Tu adorable mascota, ahora se ha convertido en una bestia salvaje incontrolable dispuesta a destrozarte si no consigue lo que quiere”.

Esta metáfora ilustra el modo en que al evitar e intentar controlar nuestros problemas, emociones y pensamientos, solo logramos que empeoren. Los pensamientos cuanto más los alimentas (es decir, cuanto más valor les das), crecen y crecen como el tigre. Les otorgas un mayor poder y al final, estos acaban controlando gran parte de tu vida. Tu lucha con tus emociones y pensamientos dolorosos se puede comparar con este tigre. Cada vez que le das poder a tu dolor (tigre), alimentándolo con la evitación experiencial (carne), ayudas a que el dolor (tigre) crezca cada vez más y sea más fuerte. La evitación experiencial es todo lo que haces que te ayuda a evitar pensamientos y emociones dolorosas. Alimentarlo parece lo más prudente. Entonces el dolor crecerá como su fuera un “tigre feroz” pidiendo que lo alimentes o te comerá. Aunque, cada vez que lo alimentas, estás ayudando a que este dolor se haga más fuerte, más intimidante y que controle tu vida.

Como hemos visto en este ejemplo, las metáforas en la ACT nos pueden servir de gran ayuda a la hora de aceptar y esclarecer ciertos aspectos de nuestra vida. Nos ayudan a reflexionar y a poder replantearnos esa situación en la que somos partícipes, pero nos encontramos estancados.

Referencias

Dehlin, J.P., Morrison, K.L., Twohig, M.P. (2013). Acceptance and Commitment Therapy as a Treatment for Scrupulosity in Obsessive Compulsive Disorder. Behav. Modif., 37(3), 409–430.

Hayes, S.C., McCurry, S.M., Afari, N., Wilson, K.G. (1991). Acceptance and Commitment Therapy (ACT). A therapy manual for the treatment of Emotional Avoidance. Context Press.

Hayes, S.C., Strosahl, K.D., Wilson, K.G. (1999). Acceptance and Commitment Therapy. An experiential approach to behavior change. The Guilford Press.

Luciano, C. (2001). Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT). Libro de Casos. Valencia, España: Promolibro.

Páez- Blarrina, M., Gutiérrez, O., Valdivia, S. y Luciano-Soriano M.C. (2006). Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT) y la importancia de los valores personales en el contexto de la terapia psicológica. International Journal of Psychology and Psychological Therapy. 6, 1–20.

Ruiz, F.J. (2010). A review of Acceptance and Commitment Therapy (ACT) empirical evidence: Correlational, experimental psychopathology, component and outcome studies. International Journal of Psychology and Psychological Therapy, 10, 125–162.

Wilson, K., y Luciano, C. (2002). Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT): Un Tratamiento Conductual Orientado a Los Valores. Madrid, España: Pirámide.

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