¿Saben aquel que diu…?

Irene Espejo Ruano
Psicología del Lenguaje — ugr
5 min readJan 29, 2019

¿Alguna vez te ha pasado que has viajado a un país extranjero, has soltado un comentario pensando que le iba a hacer gracia a todos los presentes, y resulta que nadie se ríe?

Mi compañera María y yo, a lo largo de todas las entradas que hemos ido compartiendo, hemos puesto en tela de juicio si muchas de las ideas preconcebidas que tenemos sobre las diferentes culturas son ciertas, o están basados en clichés que la cultura popular se ha encargado de difundir.

Cuando nos preguntábamos que cosas nos habían llamado más la atención cuando hemos viajado fuera, la diferencia en cuanto al sentido del humor era algo unánime en nuestras experiencias. Este es el motivo que nos ha llevado a investigar si el humor se divide según la cultura, o por el contrario se rige por los mismos criterios en todas las regiones.

Por mucho que se consulte, no termina de haber consenso a la hora de definir lo que significa tener un buen sentido del humor, lo que sí parece estar claro es que el humor es inherente a cada cultura.

Hofstede, en 2009, explicaba que “el humor refleja comportamientos humanos, y en cada sociedad, el humor tiende a centrarse en los elementos más llamativos de la cultura de esa misma sociedad”

¿Qué quiere decir esto? Que el humor está influenciado por el momento y el lugar en el que se desarrolla, es decir, que sí recibe influencia de la cultura. De ahí, que personajes que resultan míticos a nivel humorístico en determinadas regiones, sean completamente anónimos en otros paises. Por ejemplo, si os hablo de Lenny Bruce ¿os suena de algo? Porque en Estados Unidos tiene una gran trayectoria. De mismo modo, si en cualquier país europeo que no sea de habla hispana nombro a Torrente, posiblemnte sea un nombre completamente desconocido para ellos.

Aunque cada país tiene sus propios tabúes a los que enfrentarse (los chistes tendrán mejor acogida cuanto más ataquen a los temas que son susceptibles en cada cultura), es cierto que en la mayoría de ellas hay elementos humorísticos que suelen repetirse. De este modo, es mucho más común reirse de las mujeres que de los hombres, de los negros que de los blancos, o de los homosexuales antes que de los heterosexuales (Chiaro, 2006).

Aunque hay autoras, como Begoña Carbelo, que mantienen la idea de que el humor se diferencia según la cultura (“ El humor inglés se basa más en la ironía y en el juego intelectual. Los ingleses lo utilizan para llamar la atención, como forma de presumir de un estatus. El español, en cambio, es más un humor centrado en uno mismo, con dobles sentidos y con muchos chistes”), cada vez más, vemos investigaciones que contrarestan esta opinión y en la que defienden que el humor es más universal de lo que a priori creemos.

Si se analizan las historias cómicas tradicionales, vemos el mismo factor común. La mofa en torno a las situaciones ridículas, como los personajes facasan al intentar llevar a cabo situaciones que, aunque a priori parecen básicas, al final desembocan en algo rocambolesco.

Cuando decimos que las diferencias asociadas a cada cultura hacen que el sentido del humor no se entienda, en realidad estamos recitando un tópico. Hay características intrínsecas al humor que son trasversales a la cultura. Los tabues sexuales, los insultos, la violencia, la burla o las imitaciones satíricas resultan graciosas sea cual sea la cultura en la que se presenten. Lo que si determina que el público lo encuentre gracioso es que responda a los tiempos ideneos para hacer la broma.

Patrick Zabalbeascoa (2001) pone un ejemplo de lo que esto quiere decir:

“Justo después de la caída del muro, en la URSS surgió una legión de nuevos ricos poco acostumbrados a tener tanto billete en sus bolsillos, y uno le dice a otro: he conseguido una corbata por 1.000 dólares. Y el otro le responde: yo tuve más suerte, ¡he encontrado una tienda que vende la misma a 10.000!

Hoy en día esta broma no tendría gracia, porque solo se explica a través de ese contexto en el que se está viviendo un periodo de transición desde el comunismo a la economía de mercado. Que en esta cultura esté obsoleto no signifa que en otras regiones donde estén vivendo una situación similar no resulte gracioso”

Esto nos lleva a plantearnos la siguiente cuestión ¿el humor caduca?

Citando de nuevo a Zabalbeascoa contestaré diciendo que se trata de una cuestión de calidad. Del mismo modo en el que hay películas que en su día causaron furor, y que debido al avance social hoy en día ni siquiera podemos encontrarles la gracia, hay otros largometrajes (Mr. Bean, Monty Python…) por los que parecen que los años no pasan. Y si la gracia de una película (chiste, vídeo…) dura en el tiempo, tendrá más posibilidades de moverse geográficamente, lo que se traduce en que será más exportable.

El hecho de que el humor pueda viajar a través de los diferentes países y de las distintas culturas, se lo debemos a los medios de comunicación. De ahí, que en espacial el humor estado unidense tenga tanto éxito. No se debe a que sea más agudo o más ingenioso que los demás, sino a la gran influencia que ejerce este país en los demás. (Chiaro, 2006).

En cualquier caso, el humor, sea de la índole que sea, es una herramienta que nos ayuda a comunicarnos. El poder que tiene es mucho más que contar una mera broma, porque en multitud de ocasiones, ni siquiera entendemos claramente lo que nos están contando, y aún así nos reimos.

Bibliografía

  • Carbelo Baquero, B. (2006). Estudio del sentido del humor: validación de un instrumento para medir el sentido del humor, análisis del cuestionario y su relación con el estrés.
  • Chiaro, D. (2006). The language of jokes: Analyzing verbal play. Routledge.
  • Hofstede, G. J. (2009). Humour across cultures: an appetizer. Recuperado de http://www. gertjanhofstede. com/pp tt_pdf/Humour% 20across% 20cultu res% 20Web% 20version. pdf.
  • Terran, P. Z. (2001). La traducción del humor en textos audiovisuales. In La traducción para el doblaje y la subtitulación(pp. 251–266). Cátedra.

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