Satisfyer vs. Masculinidad tóxica

Elena Mena Moreno
Psicología del Lenguaje — ugr
6 min readJan 20, 2020

Últimamente estamos oyendo hablar mucho del nuevo y revolucionario invento en el mundo de los juguetes sexuales: el Satisfyer. Para aquellos que no sepan mucho del tema, se trata de un succionador de clítoris creado por la marca Satisfyer que ya es todo un fenómeno nacional, millennial, sexual y feminista. En realidad, para ser exactos, no se trata de un succionador de clítoris, sino que la función de este aparato es crear un vacío alrededor del clítoris, estimulándolo casi sin tocarlo y prometiendo un orgasmo intenso (o incluso más) en cuestión de minutos. Este juguete sexual se ha convertido en el protagonista de conversaciones entre todo tipo de grupos y en un auténtico símbolo de reivindicación femenina y de la libertad sexual de la mujer, conquistando a una ingente cantidad de mujeres y parejas.

A la vista está que las mujeres están encantadas con este nuevo juguete ya que supone placer discreto, cómodo, rápido y (en la mayoría de las ocasiones) asegurado. Es una realidad hasta el punto de que muchas mujeres han llegado a decir que renuncian a las citas amorosas y a conocer a hombres en un gran periodo de tiempo (aunque, imagino, en un tono más humorístico que veraz). En ese punto es en el que intervienen algunos hombres, inseguros, hasta ofendidos. Es más que probable que la mayoría de mujeres, como he comentado antes, hagan esas afirmaciones en clave de humor pero, de no ser así, ¿por qué algunos hombres se sienten amenazados por un simple aparato?

Actualmente, las mujeres nos encontramos en un momento de expresión de la sexualidad que nunca antes hemos vivido y la tecnología está favoreciendo a que esto sea sí. En el caso de los hombres también ha sido de gran ayuda y nadie se ha escandalizado nunca por ello.

Es una verdadera lástima que la liberación sexual de la mujer suponga una amenaza para muchos hombres que critican el uso de este aparato. En muchos de vosotros la masculinidad ya empezaba a vislumbrarse frágil, pero con el surgimiento del Satisfyer lo hemos podido comprobar.

Y dirigiéndome a esa porción de hombres ofendidos, pregunto: ¿no seréis vosotros quienes estáis haciendo algo mal? Y aclaro que no me refiero al ámbito sexual (aunque de todo habrá en la viña de El Señor), sino con vuestra actitud. ¿Por qué hacéis sentir mal a muchas mujeres por usar este juguete en lugar de alegraos porque estén disfrutando y explorando su sexualidad a otro nivel? Muchos habláis de calor humano, de lo bonito de las relaciones pasionales y sentimentalmente desenfrenadas. Es curioso que se usen estos argumentos ya que, como decía Álex García ‘’ la mayoría de nosotros, desde que alcanzamos la pubertad, hacemos gala de nuestra virilidad y llevamos a cabo la expresión máxima del hombre moderno y sin compromiso que solo busca placer. Eso sí, ahora que ellas tienen un Satisfyer, nos preguntamos dónde han quedado las caricias y el calor humano’’. Señores, recuerden que estamos hablando de placer, no de manifestaciones de amor y/o cariño. El placer de las mujeres no tiene por qué depender totalmente de vosotros y vuestras habilidades sexuales.

La duda que nos ronda a toda una generación, no solo de hombres, sino también de mujeres, es por qué ha tenido tanto éxito un aparato como el succionador de clítoris. A raíz de esta cuestión surgen 3 más que quizás nos ayuden a vislumbrar una respuesta.

¿Influye en el éxito del Satisfyer el hecho de que vivimos una afectividad y una sexualidad más vacía que nunca?

Como dice el gran filósofo Lipovetsky en su ensayo “la era del vacío” vivimos en una hipermodernidad vacía en la que reina una indiferencia social general, la desaparición de valores éticos, un narcisismo colectivo y centrado básicamente en el consumo, donde todo es efímero y carece de una solidez conectiva. Donde hay continente pero no contenido, donde hay máscaras relacionándose entre sí pero no hay humanos compartiendo, donde hay compras por entretenimiento y hastío y no por necesidad. Vemos cada vez más a los demás como posibles opciones para nuestro entretenimiento, o para nuestra ascensión social, o para rellenar nuestro vacío, lo que implica una falta de consideración hacia la otra persona que, por lo tanto, afecta a su experiencia del placer durante el sexo. Aunque la mujer pueda escoger cuándo y cómo tener un orgasmo, y efectivamente es un gran cambio con respecto a la represión, ignorancia y prohibición a las que se sometían las mujeres de antaño, por otro lado, nos vamos al lado contrario. La persecución del orgasmo sí o sí, la descarga, la explosión. Seguimos sin detenernos en el medio, en la relación, el vínculo, el proceso. Vamos directamente a los resultados. En ese aspecto no sé si es evolución. Por un lado, es un gran avance y por otro, se utiliza como forma de control a un consumidor. En cierto modo se nos prepara para la robotización. Para que un día nos veamos comprando un novio robot y no nos parezca raro. Tenemos a mano el móvil a todas horas, casi como una extensión de nosotros mismos. La tecnología se filtra, y a pesar de tener aspectos sumamente enriquecedores y liberadores, también acabamos dependiendo de ellos y volviéndonos adictos. Es posible que estemos hablando de un avance y un retroceso a la vez.

¿Nos comunicamos con nuestras parejas sexuales a la hora de tener sexo como deberíamos?

En general, nos asusta tener este tipo de conversaciones ya que pueden provocar conflictos, desacuerdos y tensiones. Pero lo cierto es que, muchas veces, las tensiones y los conflictos vienen fruto de la falta de comunicación. A las personas nos aterra exponernos y arriesgarnos a no saber cómo le sentará al otro.

¿Sufren en mayor medida las mujeres las consecuencias de una sexualidad mal entendida?

Lo cierto es que lo sufrimos ambos sexos. Los hombres también están sometidos a los condicionamientos que impone la educación, la sociedad y la cultura en el capitalismo, pero sí creo que lo han tenido generalmente más fácil. Aunque en ellos también, en ellas recae muchísima presión física y estética, y más en estos tiempos de la imagen que vivimos. Muchas mujeres se desprecian a sí mismas, se autoboicotean y se juzgan muchísimo por no alcanzar el ideal social de lo que representa que es ser mujer potente y poderosa, que está buena, y encima es exitosa, y libre y genuina y dueña de sí. Que puede ser madre, esposa, amante, amiga y trabajadora fiel y siempre con una sonrisa y sacando tiempo para ir al gimnasio. Estamos sometidas a muchísima presión para ser estereotipos que se consumen. Vivimos la era de la seducción, los medios, las películas, los anuncios, compra, compra, consume. Parece que la seducción hueca ha pasado a comercializarse entre lo humano para que nos compremos mutuamente la nada. Relacionarse es seducción artificiosa constante. Si no tienes Instagram y no seduces con tus fotos, tu vida de postín y tus comentarios cliché, si no tienes miles de visitas y miles de corazones no existes y por lo tanto, no te mereces la atención de nadie. O seduces o mueres.

En base a las respuestas a estas 3 preguntas surge conclusión importante: la responsabilidad del fenómeno Satisfyer no recae sobre los hombres, sino en la forma en la que vivimos la sexualidad en la actualidad tanto hombres como mujeres. Lo que sí es cierto es que muchos hombres deberían de superar esa masculinidad tóxica que les hace sentir inseguros ante un aparato. Al contrario de lo que muchos piensan, este juguete no ha venido para reemplazar a los hombres, sino a dar nuevas formas de placer a la mujer, sin más. Si vuestra novia os deja ‘porque se ha comprado un juguete sexual’, estad seguros de que el problema de la relación era muy distinto.

A día de hoy, aunque quién sabe lo que nos depara el futuro, un hombre no es capaz de crear una sensación de excitante vacío mientras emite enérgicas pulsaciones en el clítoris sin siquiera tocarlo. Sin embargo, el Satisfyer sí puede, por lo que debes de dejar que ella, tu pareja sexual, disfrute de la experiencia o, mejor aún, sé tú quien le compre un succionador. Si el Satisfyer es capaz de hacerles disfrutar de muchas formas, esfuérzate en hacer que disfrute contigo de muchas otras. Y si tanto piensas que el calor humano es irremplazable, ofréceselo sin complejos y dejando un poco de lado el falocentrismo. Es decir, ya que no puedes vencer ‘enemigo’ (tampoco tendrías por qué hacerlo), únete a él.

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