Selfies: problemas, desafíos y soluciones

Xuanbn
Psicología del Lenguaje — ugr
7 min readJan 14, 2024

Este post es la tercera y última parte sobre psicología del lenguaje en los selfies.

Ya habiendo analizado cómo entran en juego estereotipos de género, las narrativas que transmitimos mediante el selfie, cómo los cambian las tendencias... Cabe preguntarnos qué quiere transmitir o representar una persona en un selfie. Al publicarse en redes sociales, el primer objetivo obviamente es que los vean otras personas, como ya se comentó en la anterior publicación, se quiere que lo vean otros para conseguir aceptación y estatus social (Belonovskaya et al., 2021), y, en consecuencia, una imagen de uno mismo, que es una identidad, que encaje con los estándares sociales que se quieren seguir. Desde los retratos encargados por los reyes y burgueses hasta el selfie en la actualidad, ambos comparten la intención de que el medio visual compartido denote una imagen de uno mismo que encaje y sea aceptada socialmente. En todas las épocas, cada ser humano ha querido mostrar su mejor versión de cara al público, es una condición inherente a nuestra especie. El problema que puede existir en las redes sociales y concretamente en el selfie es que, teniendo en cuenta que las redes sociales nos dan herramientas como nunca antes vistas para presentarnos de una manera más cercana a nuestro yo ideal, los juicios de valor que luego hagamos comparando nuestra imagen en redes con nuestro yo “real”, puedan dar como resultado unas diferencias quizás demasiado grandes, o que percibimos como tal. La comparación no quedaría tan solo con tu propia persona, sino con las imágenes ideales que los otros mostrarían de ellos mismos, que tienen un factor peligroso añadido porque, de manera torpe, damos por sentado que las imágenes que muestran las personas de sí mismas son completamente fieles a la realidad.

Se podría decir que ocurre una disociación entre tu identidad digital y la narrativa del yo “real” actual de cada persona, siguiendo la teoría del yo como centro de gravedad narrativo que vimos en la lectura de Daniel Dennett. Esta disociación, como se dice en la lectura, es peligrosa gestionada de mala manera y puede ser el origen de sufrimiento psicológico. En el caso concreto de los selfies, como máxima herramienta visual dentro de las redes sociales, quizás podría llegar a originar, reitero, gestionados de mala manera, problemas de autoestima en cuanto al físico, dependencia emocional por la aprobación, una exposición de la intimidad extrema…

La tensión que se produce en la disociación entre la narrativa del yo “real” y el yo ideal representado en el selfie es posible gracias a las herramientas digitales y a una presentación personal estratégica (Goffman, 1959). Pero esta disociación tiene la capacidad de hacerse muy grande, la mentira tiene esa capacidad en el contexto de las redes. En el libro El poder de las palabras (Sigman, 2022) se argumenta que las noticias falsas se propagan con más facilidad que las verdaderas porque las primeras no están atadas al límite circunstancial que impone la realidad, por tanto, se da una libertad en la que se pueden exagerar las dimensiones del discurso, como por ejemplo la dimensión emocional, la cual es muy atractiva para nuestra mente. De igual manera, se podría entender que este espacio para la libertad de control absoluto de las narrativas repecto a la identidad existe en los selfies, de esta forma, se llega al efecto de la presencia, que es la experiencia de una fundición perfecta con una ficción. Para que se produzca la presencia no se necesita verosimilitud al mundo real (podemos sentir el efecto de presencia viendo una película de ciencia ficción aunque en el mundo real no existan los sables láser), se necesita fidelidad y coherencia en el relato ficticio, y cada vez más, en redes sociales somos más expertos en ello.

En definitiva, cabría hacerse dos preguntas: ¿Es peligrosa la disociación selfie-yo real? Y ¿De qué manera se expresa el yo en los selfies?

Una forma de entender este embrollo son los selfies que hacemos cuando vamos de viaje. Y es que, desde mi opinión entrelazada con algo de sarcasmo, hacer turismo hoy en día es viajar a un sitio a hacer un spot publicitario de tu persona. El estudio de Ok Lyu, S. (2015) defiende que los selfies de viajes se han vuelto una actividad ritual y estos sirven como prueba tangible del lugar que has visitado, además, destaca la existencia de una presentación personal estratégica, teoría desarrollada por Goffman (1959), gracias a las herramientas que proporciona el selfie (ángulos, filtros, ocultar ciertas partes…). El artículo concretamente se detiene a estudiar cómo las mujeres tienden más a la auto-objetivación, a tratarse a sí mismas como un objeto, y que la presentación personal estratégica mediante la edición de selfies pueda ser una consecuencia de la auto-objetivación. Estudiando esta relación mediante encuestas a mujeres surcoreanas de entre 20–30 años, se encontró que la vigilancia de la apariencia (elemento de la auto-objetivación) predecía la presentación personal estratégica, y, en añadido, la asociación entre la insatisfacción con la apariencia y la presentación personal estratégica (se manipulaban más selfies cuanto más insatisfechas estaban con su apariencia).

Otro factor que media en la publicación de selfies es las respuestas que recibes de la audiencia en redes, se podría hipotetizar que a más likes y reacciones positivas recibidos, más selfies se publicarían, actuando como una recompensa en un reforzamiento positivo. En las mujeres, la frecuencia de publicación de imágenes en las que se da auto-objetivación se asocia a los niveles del rasgo auto-objetivación y a la retroalimentación positiva en forma de comentarios o ‘me gustas’ (Bell, 2018).

Estos dos artículos ponen de manifiesto que además de una mera expresión de uno mismo, en el selfie te muestras con el objetivo de conseguir una aprobación, la cual necesita que uno se exponga de tal manera que muchas veces te quita profundidad como persona. Desembocando en la cosificación que sobre todo afecta a las mujeres.

Conclusión

¿Cuál es mi conclusión? ¿Qué relatos queremos transmitir sobre nuestra identidad a través de los selfie? Los relatos construidos tienen como cometido el de construir la imagen de una persona de valor dentro del mercado social al que queramos acceder. No estoy diciendo que nos vendamos como si vendiésemos un electrodoméstico, se parece más al negocio del show y el espectáculo, nos vendemos como personas y experiencias de valor dentro grupo social al que pertenecemos o al que queremos acceder. Cabe aclarar que a día de hoy existe una diversidad cultural muy grande dentro de un mundo globalizado, e incluso dentro de lo que se enmarcaría como la cultura occidental conviven subculturas que a veces están enfrentadas. Con esto quiero decir que cuando en ocasiones vemos un selfie que nos parece horrible y ridículo, quizás no nos hemos parado a pensar que para el grupo social al que esta persona pertenece o para el año en el que se ha publicado este selfie no sería para nada horrible ni ridículo. Igual que un producto, publicitamos nuestras cualidades y creamos necesidades y razones por las cuales la audiencia que nos visione desearía y debería pasar tiempo con nosotros. Es la transformación del ámbito de la socialización en el mercado de la socialización. Los problemas surgen cuando nos damos cuenta que la persona que siempre es feliz y siempre se divierte que vendemos en redes sociales no es como el producto que nos venden y nos prometen que no se va a estropear, las personas nunca son estables al cien por cien y no tienen garantía. Por ello, todos los problemas anteriormente mencionados tienen sentido en esta idea, la cosificación femenina, la manipulación de los selfies, disociación entre lo que se vende y lo que realmente hay…

No creo que la mayoría de personas sufra demasiado por culpa de los selfies y las redes sociales, tienen con ellos una relación suficientemente sana, pero eso no significa que también puedan afectar a bastante gente. Tampoco creo que una solución para evitar estos problemas sea convertirse en un ermitaño sin redes sociales, con ello solo se lograría distanciarse de la sociedad en la que nos toca vivir, que nos guste o no, ha transformado la socialización en un mercado, y antes que evitar a toda costa salir de él, propongo entrar en el mercado con consciencia e inteligencia emocional. Para ello, habría que ser conscientes de que las personas no son igual de perfectas que cuando se muestran en redes, ser conscientes de que no hay de compararse con la imagen que sale de un filtro, ser conscientes de que no hay que depender en exceso de la aprobación banal ante la cosificación, ser conscientes en definitiva de que todo está preparado para que sea un espectáculo. Y para esto necesitamos la capacidad de usar nuestro lenguaje para analizar las situaciones y desarmar las creencias erróneas, tal y como lo hace en su profesión un psicólogo.

Referencias:

Izabella D. Belonovskaya, Liubov G. Pak, Elvira R. Saitbaeva, Sergey M. Kolotushkin, Irina G. Kartushina, Andrey A. Pavlushin, Ashot S. Kagosyan. (2021). Social Networks as Zones of Digital Personality Construction: Current Problems and Prospects. Propósitos y Representaciones, 9(SPE1), e1224. Doi: http://dx.doi.org/10.20511/pyr2021.v9nSPE1.e1224

Bell, B. T., Cassarly, J. A., & Dunbar, L. (2018). Selfie-Objectification: Self-Objectification and Positive Feedback. Body Image, 26, 83–89.

Goffman, E. (1959). The presentation of self in everyday life. New York: Doubleday.

Ok Lyu, S. (2015). Travel selfies on social media as objectified self-presentation. Tourism Management, 54, 185–195. Obtenido de http://dx.doi.org/10.1016/j.tourman.2015.11.001

Sigman, M. (2022). El Poder de las Palabras. Barcelona: Penguin Random Hause.

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