La poesía es el lenguaje del alma. Es capaz de comunicar aquellas emociones que no se permiten decir con palabras. Es liberadora del yo mas profundo. No se trata de buscar el sentido estético de un verso, sino de buscar nuevas vías de expresión que permitan escapar aquello que no esta siendo reconocido.
La poesía erotica trata de liberar las fuerzas mas íntimas del ser humano. Con su lenguaje soez genera un ambiente poco usual en este género literario. El lenguaje cuidado y refinado de la poesía ha desaparecido en este subgénero literario cuyo objetivo es liberar a todos sus espectadores de las normas comúnmente aceptadas. Pretende conseguir erizar la piel y llegar a expresar aquello que en ocasiones no somos capaces de manifestar en un discurso normal.
Es una forma de dejar salir tus pensamientos mas profundos y buscarle un atractivo, forma de enseñar sensaciones y sentimientos y encontrar nuevas palabras para definir lo que siempre has definido como una: sexualidad.
El lenguaje corriente, a pesar de su riqueza, es muy limitado para expresar un deseo tan íntimo, un placer del que disfrutar en solitario. Porque la poesía nace de la naturaleza y la intimidad está en todas partes sin buscar su estética o su fineza consigue aflorar belleza en cada uno de los versos. El lenguaje poético es capaz de excavar y sacar a la luz esas partes oscuras que, de otro modo, costaría mucho mas trabajo de rescatar.
Me atrevo a decir que al leer el título de este post la imaginación se ha ido a muchos y diferentes lugares en cada persona. Todas las palabras producen significados y experiencias en nuestra imaginación, pero hay algunas como estas, que generan emoción: gusto, deseo o pasión.
Ya hemos visto que la sexualidad es una de las vías principales para generar pasión en el ser humano a través del disfrute de estar vivos. Sin embargo, en muchas ocasiones estas conversaciones o reflexiones es el pudor o los prejuicios aquellos que nos hacen en muchas ocasiones renegar nuestra naturaleza sexual o erótica.
Sensualizarnos nos erotiza, nos reafirma como mujeres y hombres. No podemos abandonar aquello que la naturaleza, nuestra historia y nuestro lenguaje nos ofrecen.