¿Somos más inocentes en castellano o en inglés?

Irene Espejo Ruano
Psicología del Lenguaje — ugr
3 min readJan 12, 2019

Vas por la calle, y de repente chocas contra alguien y te grita “¡Capullo!”. Imagínate ahora la misma situación, pero en esta ocasión, chocas con alguien que no habla castellano, y te dice “you’re an asshole!”

Ambas situaciones son equivalente, sin embargo, cuando nos insultan en nuestro idioma natal, parece como si de algún modo consiguiesen ofendernos un poco más.

Esta diferencia entre la carga emocional a través de la lengua nativa y otras aprendidas durante la edad adulta es lo que investiga Albert Costa en la Universidad Pompeu Fabra. Es interesante la propuesta que hace sobre este asunto, y explica que esta desigualdad emocional puede llegar a hacer que nos resulte mucho más sencillo mentir en aquel idioma que estamos aprendiendo, ya que, aunque tengamos menos dominio de la lengua, emocionalmente, nos pesará menos.

La carga emocional que supone hablar en un idioma nativo o en una lengua aprendida, no solo se puede aprovechar para inventar mejores excusas, sino que ademas, nos puede ayudar a tomar decisiones más lógicas, y sino, pensad en el siguiente ejemplo; Imaginad el típico dilema moral en el que un tren va por una vía directo a atropellar a cinco personas que se encuentran sujetas a los raíles, y que tenemos delante una palanca que si se acciona, el tren cambiará su dirección y cogerá un camino en el que “tan sólo” hay una persona atrapada en la vía. La mayoría de la gente suele contestar a esta pregunta diciendo que pulsaría la palanca y salvaría la mayor cantidad posible de vidas.

Ahora bien, supongamos la misma situación, pero en este caso no hay una alternativa de palanca, sino que estás en un puente por encima del tren y que delante tienes a una persona con sobrepeso. Si la empujas, la persona morirá, pero su cuerpo interrumpirá la trayectoria del tren y conseguirás salvar a las otras cinco personas ¿Qué harías?

En este caso la gente no responde con la misma facilidad. Aunque la ponderación del planteamiento sigue siendo la misma (se salvan cinco personas y muere sólo una), emocional y moralmente, el juicio que se hace sobre esta situación es distinto.

Pues bien, cuando este problema se plantea en un idioma que se está aprendiendo, la gente “decide empujar” a la persona con sobrepeso con mayor facilidad que si se plantea esta misma cuestión en la lengua materna.

Hablar en una segunda lengua, no solo permite tomar decisiones más utilitarias, sino que nos evita caer en fallos casi de carácter intuitivo. Por ejemplo, se plantean de nuevo dos escenarios similares.

En el primero estás en una tienda y vas a comprar una chaqueta por un valor de 145€ y una camiseta que cuesta 15€. Alguien se acerca y te comenta que esa misma chaqueta, en otra tienda a veinte minutos caminando, está por 135€ ¿Merece la pena ir a comprarla al otro establecimiento?

En la segunda situación te encuentras en la misma tienda, queriendo comprar los mismos artículos que están valorados en el mismo precio, sin embargo esta vez la persona se acerca y comenta que la camiseta que quieres comprar por 15€, la ha visto por 5€ en otra tienda que está a veinte minutos de distancia. ¿Qué harías en esta ocasión?

En ambas situaciones la rebaja es la misma, 10€, sin embargo, tendemos a creer que cuando nos ahorramos esos diez euros en la camiseta, la rebaja es mucho mayor.

Cuando esta cuestión se pregunta en distintos idiomas, coincide que si se pregunta en una lengua que no es la natal, se puede discernir mucho mejor el fallo intuitivo, y en ambos casos se escoge ir hacia la otra tienda.

En resumen, cuando nos expresamos en nuestro idioma natal, la carga afectiva que conlleva nuestra lengua materna a veces nos impide discernir con claridad las decisiones más lógicas, sin embargo, cuando pensamos en un segundo idioma que estamos aprendiendo, tendemos a ser más racionales y lógicos a la hora de tomas decisiones dado que no tenemos esa carga emocional asociada al idioma acompañándonos.

Bibliografía:

Costa, A., Foucart, A., Hayakawa, S., Aparici, M., Apesteguia, J., Heafner, J., & Keysar, B. (2014). Your morals depend on language. PloS one, 9(4), e94842.

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