Suicidio por bullying: un fracaso social.

Tras haber hablado sobre diferentes propuestas para hacer frente al acoso escolar, quiero con este post conseguir en cada uno de nosotros una reflexión profunda que nos haga conscientes de la inmediata necesidad de la puesta en marcha de métodos EFICACES de prevención y de intervención.

Y me reitero en la urgencia de dichas propuestas tras haberme informado sobre hasta qué punto el bullying puede acarrear consecuencias trágicas. Para hacernos una idea de la envergadura de este problema, según cifras oficiales de la OMS, en colaboración con la ONG Internacional Bullying Sin Fronteras, el acoso escolar se cobra la vida de unos 200.000 jóvenes y niños al año con edades comprendidas desde los 6 hasta los 21 años en todo el mundo. En la Unión Europea, la cifra alcanza la friolera de 21.000 muertes ‘’voluntarias’’ al año.

Ante tal panorama, la impotencia y la rabia hace que tenga que mostraros mi indignación, mi completa y absoluta repulsa y consternación con un sistema que está fallando. Vidas inocentes que ven el suicidio como única salida posible al infierno en el que terceros han convertido sus vidas. Lo que más me entristece no es ver hasta dónde pueden llegar los niveles de crueldad y de hostigamiento que ejercen los acosadores, lo que más me entristece es ver a una sociedad pasiva, a una estructura educativa que ignora, e incluso encubre y obvia esta triste realidad en muchísimos centros, y a un sistema jurídico que no ofrece garantías de protección suficiente. Nos encontramos con unas víctimas, que no olvidemos que son VÍCTIMAS, desamparadas y solas ante tales injusticias.

Evidentemente, una mayoría de nosotros no ocupamos importantes puestos de responsabilidad para intentar poner una solución, pero cada uno de nosotros, independientemente de nuestra ocupación o especialidad, podemos aportar un granito de arena para derrotar de una vez por todas a esta lacra. No voy a hablar ahora desde la perspectiva de una futura psicóloga, voy a referirme a mí como una ciudadana más de este mundo, que es madre y no se puede ni imaginar lo que supone hacer frente a una desgracia tal como la que los padres de Lucía están condenados a afrontar. Os pido que habléis del acoso, que lo deis a conocer, que compartáis todas las noticias que oigáis, que os dirijáis a vuestros hijos, sobrinos, alumnos, hermanos o amigos, enseñadles que el acoso no tiene cabida en nuestra sociedad, que no se puede tolerar, que se debe repudiar y rechazar en todas sus formas, y enseñadles a amar, a respetar, a aceptar que cada uno es único, perfecto a su manera, y que la dignidad y los derechos de cualquier ser humano son inviolables.

Bibliografía

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