TENEMOS CUATRO VOCES Y CUATRO OÍDOS. ¡APRENDAMOS A USARLOS!

Ele Vílchez
Psicología del Lenguaje — ugr
5 min readJan 10, 2019

A partir de varios posts que he leído últimamente, especialmente los últimos de nuestra compañera Estela, he recordado una charla en clase con el profesor en el que nos contaba un ejemplo muy adecuado para el tema que Estela y yo estábamos tratando, las etiquetas.

En este ejemplo, nos explicaba que había leído en un foro para aprender idiomas el comentario de un chico inglés que explicaba que estaba aprendiendo a hablar español pero que no podía contárselo a sus padres por la reacción que éstos tendrían. Le dirían que es raro que estuviese aprendiendo español, se extrañarían… Por lo tanto, sin decírselo directamente con su reacción le estarían dando a entender que no lo ven capaz de aprender otro idioma, que no se esperaban eso de él…

Y es que es indudable que esto nos ha pasado a todos.

Muchas veces el problema no es que nos digan una etiqueta con una connotación negativa, sino que nos la den a entender mediante otros mecanismos, como por ejemplo al reaccionar ante una noticia.

Por ejemplo, hace un tiempo decidí seguir una dieta vegetariana. En un primer momento evité contárselo a mi entorno familiar por miedo a su reacción. Pero no podía estar escondiéndolo toda la vida, y decidí contárselo. Recuerdo que su reacción fue negativa, no me dijeron directamente que yo era una persona rara por seguir esa dieta pero empezaron a cuestionarla. “¿Eso es sano? Eso son tonterías, hay que comer de todo…”

Y como esto, con mil cosas más.

Recuerdo también el día que me dijeron que me habían aceptado para estudiar psicología en Granada. Toda mi familia se alegró mucho por mi excepto un tío mío que directamente me preguntó: “¿Por qué no haces mejor medicina?”

Para comprender un poco más sobre todo este problema he consultado en el libro “El arte de conversar” de Friedemann Schulz Von Thun.

En él se explica el modelo del cuadrado de la comunicación, mediante el que podemos entender los elementos que intervienen en todo lo que se transmite de una persona a otra.

Cuando alguien se expresa no envía un solo mensaje, sino cuatro:

  • Un mensaje sobre el contenido objetivo.
  • Otro que alude a la relación de esta persona con quien le escucha.
  • Un mensaje orientado a influir (Incitación).
  • Otro que informa de la propia personalidad de quien habla (Autoexposición).

Todo ello implica que debemos escuchar lo que nos dicen los demás “con cuatro oídos” y, en algunos casos, elegir cuál es el mensaje más importante al que debemos prestar atención.

Analicemos el siguiente ejemplo del libro para comprender mejor este modelo.

Un hombre y una mujer van en un coche, la mujer está al volante y el hombre es el copiloto. Son un matrimonio y están parados en un semáforo.

El hombre (emisor) le dice a su mujer al volante (receptora): “¡Oye, que está verde!”. Y la mujer responde: “¡¿Conduces tú o conduzco yo?!”.

  • El contenido objetivo: nos enteramos del estado objetivo del semáforo: está en verde. Este aspecto de la noticia aparece en primer lugar siempre que se hable de “los hechos”, o al menos debería ser así.
  • La autoexposición: cualquier noticia no solo informa del contenido objetivo, sino que contiene también información sobre la persona del emisor. Del ejemplo podemos extraer que el emisor, según parece, habla castellano, que no es daltónico y, en definitiva, que está despierto y mentalmente presente. Yendo más allá: quizá tenga prisa, etc. Esto engloba tanto la autorrepresentación intencionada como la autorrevelación involuntaria.
  • La relación: de la noticia también se deduce la posición en la que se sitúa el emisor frente al receptor y lo que piensa sobre él. A menudo esto se hace patente en la formulación de la noticia, el tono de voz y otros signos no verbales. Para este aspecto de la noticia, el receptor tiene un oído especialmente sensible, ya que es aquí donde se siente tratado (o maltratado) de una u otra forma como persona. En nuestro ejemplo, la exclamación del hombre expresa que en realidad no confía en que su mujer pueda conducir de manera correcta sin su ayuda. Casi con seguridad, la mujer se defiende de ese “paternalismo” contestando bruscamente: “¿Conduces tú o conduzco yo?”. En este caso su rechazo no se dirige al hecho de que el semáforo esté en verde, sino que lo hace hacia el mensaje relacional recibido.
  • La influencia: pocas cosas se dicen “sin más”, casi todas las noticias tienen la función de influir en el receptor. En nuestro ejemplo, la incitación sería: “¡Acelera, a ver si pasamos antes de que se ponga en rojo!”. Por tanto, la noticia (también) sirve para motivar al receptor a que haga, deje de hacer, piense o sienta determinadas cosas. Esta voluntad de influir puede ser en mayor o menor medida evidente u oculta.

Lo normal es que hablemos como nos sale, o mejor dicho, tal como hayamos desarrollado nuestras cuatro voces. Hay personas, por ejemplo, que han desarrollado una voz de automanifestación muy rudimentaria. Existen otras, en cambio, que tienen una voz de incitación demasiado fuerte o demasiado débil. El modelo del cuadrado de la comunicación ayuda a descubrir los objetivos que cada individuo debe desarrollar internamente para lograr un equilibrio.

Lo mismo sucede con el repertorio de oídos: algunas personas tienen grandes dificultades para escuchar con el oído de la automanifestación, de forma que no pueden entrar en contacto con la manera de sentir interna del otro, son menos empáticos que otros que tengan este oído más desarrollado.

El modelo de las cuatro voces y los cuatro oídos nos invita a descubrir las particularidades y limitaciones del estilo de comunicación que hemos heredado, al mismo tiempo que amplía nuestro margen de posibilidades de contacto con los demás.

Este modelo me parece muy interesante para comprender mejor la forma en la que nos comunicamos y dónde puede estar el problema cuando algo que decimos o que nos dicen llega a ofender.

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