TESTIMONIO DE UNA HIJA CON PADRE NARCISISTA
En la anterior publicación hablamos sobre los padres narcisistas, aquí presentamos un testimonio de una hija que sufre por la crianza de un padre con estas características: “Yo sufrí en mis carnes las represalias de un padre narcisista. Él no me quería tal y como era, nunca estaba satisfecho por mis logros, no era exigente conmigo, era despectivo. Desde pequeña rehuía de su compañía y de sus cariños, no sabía porque era. Cuando crecí entendí que no era la persona que estaba conmigo ante mis llantos o mis fracasos, él siempre me decía que era “una malcriada”, siempre recalcaba todo lo que hacía por mí y por mi hermana. Hablaba de nosotras ante la gente como unas caprichosas, que no valorábamos todo el trabajo que hacía por nosotras, se tiraba las tardes enteras trabajando. Pero con 8, 9 o 10 años no nos correspondía pensar razonadamente sobre ello, creo que con una sonrisa al llegar a casa era suficiente para cualquier padre. Esta última brillaba por su ausencia, al llegar a casa y coincidir con él era una verdadera tortura, nos correspondían tareas domésticas que él no cumplía tras emplear todo su tiempo libre en sus hobbies. Ese tiempo libre no estaba destinado a pasarlo con sus hijas y mujer, él se anteponía ante todo, a conseguir sus metas y en todo momento le gustaba realzar sus méritos y que los demás le felicitasen por ello.
La relación con mi hermana mayor era distinta, ella compartía los mismos gustos que él (fútbol, y ambos son trompetistas). Él nunca se sintió orgulloso de ella, ni siquiera recibió una felicitación por su parte ante cualquier trabajo profesional, a pesar de ser la hija trabajadora, responsable y bondadosa que todo padre quisiera tener. La percepción que él tenía sobre ella era envidiosa y competitiva.
La relación que tenían mis 2 padres era nefasta, nunca entendía por qué al llegar del cole nunca tenía a ninguno de mis 2 papis. Papá estaba ausente siempre, con su trabajo, hobbies, y con la insatisfacción que sentía hacía nosotras. Mamá estaba, no nos faltaba un plato de comida, una actividad extraescolar a la que acudir, ni un abrazo antes de dormir. Pero mamá no era feliz, mamá estaba muy cansada y enferma mentalmente, cargaba con la crianza de 2 hijas, con una casa de la que ocuparse ella sola, un trabajo y un marido machacador.
La autoestima de ambas hijas estaba por los suelos, sentían culpabilidad, se sentían insuficientes por ambas partes, “no somos lo suficiente para que mamá sea feliz”, y “no somos útiles para nada, papá no nos quiere tal y como somos”. Se reflejó en inseguridad, infelicidad y acabó causando una depresión en la hija pequeña, aquella que llevaba toda la vida haciendo de madre con su madre, “ella me necesitaba, me consideraba la única que podía levantarla de ese sufrimiento”. La relación del padre con la madre, era exactamente igual que con las hijas, no le gustaba pasar tiempo en familia, ni siquiera ella era suficiente para él, le regañaba y le hacía sentirse loca.
Todo acabó un agosto donde sus 2 hijas le pillaron conversaciones subidas de tono con otra mujer, con la cual “tuvimos que coincidir en unas vacaciones familiares”. Según él todo eran alucinaciones nuestras, nada estaba pasando y si mi madre se enteraba era culpa nuestra por decirlo. En abril decidieron divorciarse por motivos ajenos a este último, él empezó a salir a la luz con la nueva pareja. La gente ya nos había pillado en ocasiones cuando él seguía manteniendo su matrimonio. El error no fue de él, obviamente fue de las hijas caprichosas, malas y malpensadas. Toda su familia (con las mismas características que él) nos dejaron de hablar, culpabilizándonos de la situación. Pero ya era tarde para que pudiesen causar más dolor en nosotras, nos pusimos en manos de psicólogas y fuimos capaces de deshacernos de la culpabilidad, nos quitamos responsabilidades que no nos correspondían y mi madre al poco de 2 meses después de divorciarse fue capaz de quitarse los ansiolíticos que tomaba desde años antes.”
Trabajo realizado por: Laura Hijano Izquierdo, Esteban Gómez Navas y Virginia López Rodríguez.