Un determinante posesivo.

Carmen Navarro
Psicología del Lenguaje — ugr
3 min readJan 6, 2019

Hoy me desvío un poco del tema de mis posts, porque, a raíz de que mi tutor de TFG me comentase que cuando presenta a su cónyuge nunca dice “es mi mujer”, porque le parecería absurdo que ella dijera “es mi hombre”, me puse a reflexionar sobre la situación que vivimos con el machismo encubierto e interiorizado y pensé lo siguiente:

“Si los hombres dejaran de vernos como sus mujeres y empezaran a vernos como iguales, este problema se solucionaría”

¿Pensáis que a día de hoy, en el siglo en el que vivimos, los hombres ya no nos ven como suyas, que eso es cosa del pasado?

Tenéis razón. Os dejo con un extracto de Poesía Renacentista del siglo XVI que ilustra perfectamente esta idea:

Dile que tú eres mía, mía
Tú sabe' que eres mía, mía
Tú misma lo decías
Cuando yo te lo hacía

Vale, no, me habéis pillado. Es la canción que acaban de sacar Drake y Bad Bunny, que precisamente se titula MÍA.

¿Cuánta influencia puede llegar a tener una palabra?

El uso de este determinante posesivo perpetúa la visión de las mujeres como algo que pertenece a los hombres, dándose situaciones como que si las chicas no decimos que tenemos novio (aunque sea mentira) para rechazar a un chico que nos está tirando los tejos, puede que este no nos deje en paz; o que el hecho de ir acompañadas de un hombre por la calle evite que suframos acoso callejero. La lógica subyacente a estas situaciones es: “esta chica ya pertenece a otro chico”.

En resumen, el uso del determinante posesivo es un reflejo de una forma de ver el mundo bastante extendida y compartida, en la que las mujeres somos propiedad de los hombres, y sirve para perpetuarla, causando, entre otras cosas:

  1. La conceptualización del hombre como el poseedor, el sujeto libre, aquel que somete desde una posición de superioridad, frente a la conceptualización de la mujer como la poseída, el objeto, aquello que está sometido.
  2. La cosificación de la mujer, tema que ya han tratado mis compañeras en sus posts, en especial María Riscart.
  3. El acoso callejero, tema que ya trató mi compañera Azucena Ramírez en uno de sus posts; y en su formato más grave, las violaciones.
  4. La violencia de género, y en última instancia, los asesinatos.
  5. La interiorización por parte de las mujeres, a través del diálogo interno (incorporando en él este determinante posesivo), de la idea de que existimos para satisfacer a los hombres, manifestándose, por ejemplo, en la búsqueda constante de sentirnos atractivas.

¿Qué pensáis? ¿Estáis de acuerdo, o por el contrario, creéis que una simple palabra no tiene tanta influencia?

***ACLARACIÓN***:

Las formas de usar el posesivo tipo “mi novia” o “mi esposa”, en principio no tendrían nada de malo, pues se usan simplemente para indicar que una persona está relacionada de alguna manera con nosotrxs, y no hay una diferencia de género en este uso (también se dice “mi novio”, o “mi esposo”). Usé el ejemplo de “es mi mujer” como una anécdota que sirviera de premisa para introducir el tema, pero reconozco que puede llevar a confusión. Explico mejor este tema más abajo en mi contestación al comentario de Mrlnavas.

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