Un trozo de papel — Las cuatro lenguas y cuatro orejas del modelo Von Thun.

Oica Rui
Psicología del Lenguaje — ugr
2 min readNov 1, 2019

Hay pequeños rituales matutinos que hacen que unos días sean más bonitos que otros. Para mí, uno de esos pequeños gestos es ir andando al trabajo cada mañana. Durante un tiempo siempre realizaba el mismo trayecto a la misma hora, mismas caras; unas medio dormidas y otras algo enfadadas… En medio de aquellos rostros familiarmente desconocidos, me llamó la atención un chico, por una parte, era ese estilo algo pintoresco y misterioso, parecía como un intelectual salido de otra época. Casi siempre llevaba una chaqueta larga de cuadritos, zapatos relucientes y una cartera grande de cuero marrón oscuro colgada del hombro. Tras unas gafas de pasta negra y montura redonda, parecía esconderse una mirada introvertida y profunda. El otro aspecto que me llamaba la atención de él, era que siempre coincidíamos en el mismo punto del trayecto, ni antes ni después. Era como si cada mañana estuviéramos sincronizados, me resultaba simpática la situación, pero no le di mayor importancia. A veces me preguntaba cómo sería la vida de aquellas personas y jugaba a imaginarme cosas, seguro que no acertaba mucho, pero era divertido.

Pasaron los días, incluso semanas y una mañana un pequeño gesto cambió la rutina, el chico misterioso se acercó a mí en silencio y mirándome a los ojos me dio un papelito. Apenas me dio tiempo a reaccionar, sonreí mientras observaba como alejaba hasta desaparecer al final de la calle.

Este era el contexto de la situación comunicativa. Haciendo un análisis de los elementos básicos que se plantean desde el modelo de Schulz Von Thun, se puede observar claramente en el papelito su contenido en la imagen adjunta, pero transcribo:” es extraño cruzarse muchas veces con la misma persona desconocida, en el mismo lugar, a la misma hora y llevar la mirada a cualquier otro lugar, prejuzgando los vínculos, enmascarando los gestos… y mañana volveré a cruzarme con la misma persona desconocida, pero a la que le entregué un trozo de papel escrito”. En cuanto a la auto-manifestación, no sé si peco de ingenuidad, pero me pareció sincero. Sencillamente compartió una reflexión que como receptora realicé también en esa misma situación. La relación, en este caso la de dos desconocidos unidos por un efímero instante en el tiempo y espacio, pero con un pequeño gesto que podría abrir la puerta a algo en un futuro. Quizás era esa su intención con el mensaje (influencia)… ¿Cómo respondería yo al día siguiente?, ¿seguiríamos esquivando miradas? o ¿podría ser el principio de una interesante amistad?… ¿qué decisiones o no decisiones tomaríamos a cada paso que fueran definiendo un nuevo abanico de posibilidades? En este punto casi nos adentramos más en el campo de la física cuántica y sus infinitas posibilidades.

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