Una liberación ficticia
En mi última entrada hablé sobre la sexualización de las jóvenes y cómo se refleja esto en las portadas de Lolita, introduciendo el concepto de male gaze, del cual ya ha hablado el profesor en clase y algunas de mis compañeras en el blog. Más allá de Lolita, reflexioné acerca de series o películas en las que se representaba a chicas jóvenes de forma parecida. Es importante destacar que generalmente en las series el reparto de actores es bastante mayor que los personajes que representan. Estas series, cuyo público objetivo son adolescentes, presentan estándares físicos no realistas, de adultos plenamente desarrollados. Así, los límites físicos y psicológicos entre la juventud y la adultez se vuelven difusos, y parece que las chicas preadolescentes y adolescentes realmente son como se muestran.
Al contratar actores adultos no resulta tan alarmante que en series haya personajes sexualizados, aunque teóricamente tengan 15 años, porque ni son ni parecen de 15 años, y los guionistas y directores de casting son conscientes de ello. No podrían desarrollar el guion si sus personajes tuvieran una apariencia de menor de edad, además de que las condiciones laborales de los niños actores son más estrictas. Resultaría inapropiado e incómodo de ver, sobre todo porque esas series las pueden ver adultos, y no quieren exponer a menores de esta forma. ¿No es cuestionable que adultos creen historias sobre niños que tienen vidas tan poco realistas y sexualizadas? Algunas series optan por redactar un guion adecuado para el contexto vital de los personajes. Por ejemplo, en Stranger Things o Heartstopper la trama principal no es exhibir sexualmente a los personajes, por lo que los actores de la serie tienen una edad más cercana a la que representan, a pesar de que siga habiendo romances entre los adolescentes.
En otras publicaciones se ha hablado de Euphoria, una serie donde hay algunos desnudos y comportamientos sexuales gratuitos, pues la trama se podría desarrollar sin muchos de ellos. Otra serie que pretende lo mismo es Riverdale, con besos innecesarios entre personajes, bailes sexualizados e incluso relaciones sexuales con juegos de rol. Riverdale explota la sexualidad de sus personajes adolescentes para vender su producto, y nos convierte a nosotros en voyeurs, lo cual se vuelve algo incómodo. Sobre todo porque, aunque no es sorprendente que en la serie haya jóvenes sexualmente activos, no se emplea para ahondar acerca del comienzo del desarrollo sexual de una forma significativa, sino de manera morbosa. En uno de los episodios, Betty, personaje protagonista de 15–16 años, baila pole dance de forma erótica delante de una audiencia:
La escena comienza con abucheos hacia una pareja que estaba cantando y abandonó el escenario. Es entonces cuando Betty sube. La escena se centra en la mirada de su novio, Jughead, y el baile de Betty. El tercer elemento que aparece es la audiencia. El contexto detrás de ello es una fiesta de despedida para el padre del chico. Tanto él como su padre están en una banda callejera y Betty, su novia, decide unirse a ella para adentrarse en el mundo de su novio. El ritual de iniciación es, obviamente, el baile en el bar de la banda, donde se expone delante de todos estos hombres, y algunas mujeres, entre las que se incluye su propia madre. La escena se plantea desde el punto de vista de Jughead, que es el que mira junto con el resto de la audiencia.
Tras la secuencia se oculta el male gaze del que hablábamos al principio. Este término, definido por Laura Mulvey, hace referencia a que el cine tradicional concibe a los espectadores como los “protagonistas activos” (los personajes masculinos), mientras que los personajes femeninos son los “objetos pasivos observados”. Además, esto plantea una disyuntiva a las mujeres espectadoras: ¿nos identificamos con el protagonista masculino (y su mirada) o con el objeto deseado? (Quizás ambos). El resultado es que no hay lugar para la identidad femenina y, por tanto, su visión.
En la escena, Jughead no quiere que Betty se una a la banda, por eso la mira repugnado por lo que ve, aunque ella haya asumido su papel pasivo y acepte las tradiciones arcaicas por él. Jughead y el público son parte del male gaze, pero las espectadoras también. Esencialmente es un montaje rítmico, pues la música (“Mad World”) mueve la escena y los planos, y está montada para que nosotras percibamos que ella decide ponerse en dicha posición, pues es Betty quien escucha los abucheos y los calma subiéndose al escenario. Sin embargo, sabemos que no es una decisión libre, porque se viste y se comporta así por su novio, siendo una novia complaciente. Así, ella es juzgada tanto socialmente como por Jughead, que se avergüenza de lo que ha hecho, y él parece mostrarse preocupado de que se haya sexualizado frente a todos: él es el héroe protector.
En realidad Betty es víctima implícita de la mirada masculina, aunque esta nunca será saciada. De hecho, para continuar con la narrativa del “buenazo”, Jughead tras esta escena rompe con ella, con el pretexto de que no quiere ponerla en peligro. A pesar de que los hombres sean quienes la sexualizan, no olvidemos que es una tradición de la banda, no quieren que sea un individuo sexual, y menos en público, pues la sexualidad de las mujeres se debe vivir en privado.
¿Cómo sería la escena si realmente se representara lo que está ocurriendo? Betty sería explícitamente empujada a bailar para Jughead y la audiencia. Voy a tratar de editar la escena para adaptarla a este supuesto.
He modificado la escena combinando planos y eliminando uno de 2 segundos, por conveniencia al editar (no es mi especialidad). Los elementos más importantes que he cambiado son, en primer lugar, la presentación de la escena. En la anterior se muestra primero a Betty, que decide subir tras escuchar las protestas del público y “exhibirse”, mientras que en la editada lo primero que se enseña son los causantes de los actos de Betty: el público y, sobre todo, su novio. De esta manera, se da entender que ella, preocupada por la presión de la audiencia y las miradas de Jughead, debe subir e iniciar el baile. Sabiendo esto desde el principio, parece que Betty sube al escenario porque se siente amenazada, a lo que se une que a lo largo de la escena se presente a Jughead con miradas juiciosas. Lo último a destacar es que, en lugar de aparecer la madre de Betty, de la cual no había hablado aún, en medio de la escena, aparece al final. Lo edité de esta manera porque antes aparecía Jughead siendo la última persona que la mirara, y me pareció interesante poner a una madre preocupada por su hija, sin haber podido impedir la situación. De esta manera, no se intuye que Jughead esté enfadado por su sexualización, sino que él era responsable de la situación en la que Betty se había visto envuelta, presionándola. Quien trata de salvarla es, en cambio, la otra protagonista femenina, que llega tarde y se siente culpable de ello.
El montaje podría haber sido diseñado para dejar entrever que Betty bailó pole dance debido a sentirse intimidada por la banda (y sus tradiciones). De una manera u otra, independientemente de que el montaje hubiese sido adecuado, el hecho es que hizo prácticamente un striptease delante de todos para impresionar o conseguir un objetivo, aunque fuera por coacción. Esto da lugar a otra idea, la autosexualización: “la cosificación que las mujeres interiorizan y acaban realizando sobre sí mismas”. Aplicado a este caso, es común durante la adolescencia tratar de parecer más adulta o más atractiva, ya que se nos ha educado sutilmente, o no tan sutilmente, en la mayoría de ámbitos para alcanzar la belleza y la perfección física. Las mujeres tienen mayores problemas derivados de la imagen corporal, y sería una situación realista que una adolescente se autosexualice para agradar a otra persona. Esto se podría haber dado a entender en la escena comentada, aunque en un contexto más creíble.
Actualmente las relaciones de poder entre hombres y mujeres se enmascaran, en parte, de esta forma. Se les encamina a las jóvenes para que muestren su cuerpo como medio de empoderamiento, porque el atractivo físico otorga valor y atención. De nuevo, esto se debe al male gaze, porque ser sexualmente llamativa es, tristemente, la vía principal de las mujeres para iniciarse en la sexualidad. Esta nueva tendencia tiene mucho sentido, pues durante toda la historia se ha anulado y castigado cualquier comportamiento sexual que proviniese de la mujer, dando especial importancia a su pureza y virginidad. El inconveniente de esta “liberación”, es que reduce a las chicas a su cuerpo, que junto con la carencia de educación sexual, solo beneficia a aquellos que se aprovechan del desconocimiento y vulnerabilidad de las jóvenes. Desgraciadamente, muchas series, como la comentada, se equivocan al ilustrar el desarrollo sexual. No obstante, es posible y oportuno mostrar relaciones sexuales entre adolescentes sin hacerlo desde un punto de vista masculino.
Aunque las preadolescentes o adolescentes no sean conscientes de ello, se están evaluando a sí mismas desde los ojos de un hombre, y nunca podrán ser perfectas bajo este juicio. Es una batalla perdida antes de combatir.
Durham, M. G. (2008). The Lolita Effect: The Media Sexualization of Young Girls and Five Keys to Fixing It. The Overlook Press
Oliver, K. (2017). The male gaze is more relevant, and more dangerous, than ever. New Review of Film and Television Studies, 15(4), 451–455.
Russo, G. (2017, 12 de diciembre). “Riverdale” Oversexualizes Its Teenage Characters. Teen Vogue. https://www.teenvogue.com/story/riverdale-over-sexualized-teenage-characters
https://www.youtube.com/watch?v=AxK9G4Q92D0&t=570s&ab_channel=filmfatales