Hace dos años, la madrugada del 3 de noviembre de 2017, tuvo lugar un hecho despreciable. Y lo más despreciable y surrealista de todo es que ocurrió en la que presumen, es la casa más vigilada del mundo: la de Gran Hermano.
Como ya muchos y muchas sabréis, me refiero a una violación (y nada de presunta, que yo no soy periodista). Esa noche se celebraba una fiesta como tantas otras se celebran en las ediciones de este reality. Lo que la hizo diferente a las demás fue lo que ocurrió después: una concursante bastante ebria y casi inconsciente (Carlota) es trasladada a su cama por el que era su pareja en la casa desde hacía pocas semanas (José María), el cual estaba perfectamente consciente de todo porque, al parecer, no había bebido. Una vez allí, el chico la ayuda a quitarse la ropa y la penetra vaginalmente mientras ella no tiene fuerzas apenas ni para hablar (se oye cómo le dice un “que no tengo ganas” casi sin vocalizar), ni para quitárselo de encima.
El día siguiente transcurre con normalidad hasta la tarde, en la que Carlota es llamada por el Súper para que acuda al confesionario. Allí, sin prepararla de ninguna forma ni advertirle de lo que está a punto de ver, le reproducen las imágenes que grabaron las cámaras de la habitación en el fatídico momento. Es entonces cuando ella se entera de lo que ocurrió y empieza a sentirse nerviosa, incrédula por lo que está viendo y finalmente, asqueada. La cosa no termina aquí; cuando es plenamente consciente de lo que está viendo, pide a la dirección del programa que, por favor, paren de reproducir el vídeo, cosa que tiene que pedir varias veces hasta que le hacen caso. Una vez que se ha enterado de lo que una persona en la que confiaba plenamente ha sido capaz de hacerle y trata de asimilar por lo que ha pasado, se desespera por salir del confesionario y desahogarse con sus amigos y amigas de la casa, a lo que la Súper le impide salir no abriéndole la puerta y diciéndole que no se le ocurra decir nada “por el bien de José María y tuyo” (¿perdona, por el mío? Será por el del agresor, solamente). Carlota accede por tal de salir ya de esa habitación donde ha cambiado su vida posiblemente, para siempre. Aquí podéis ver cómo sucedió lo que acabo de narrar:
Ambos salieron del concurso después de esto, José María expulsado por el programa por lo que calificaron de “conducta intolerable” y Carlota lo abandonó para recibir tratamiento psicológico por lo ocurrido (tratamiento con el que sigue a día de hoy). Sin embargo, a las dos semanas, ella volvió al concurso sintiéndose con fuerzas para terminar su estancia en la casa hasta que la audiencia la expulsara.
Este hecho, puede que haya sido una de las razones por las que hoy todavía hay muchas personas (hombres y mujeres, sí, mujeres) que le recriminan que no hubo violación (“cómo te va a violar, si ya habíais mantenido relaciones sexuales antes”… qué raro, una mujer que han violado a la que no se la creen, ¿os suena de algo?), que se lo está inventando para ganar fama y hacer dinero a costa de ello. Cosa que pueden comprobar perfectamente que no es así, puesto que con el único medio con el que ha hablado para contarlo, y dos años después, cuando se ha sentido preparada, ha sido con el diario El Confidencial. Por esto y porque ahora se está celebrando el juicio por todo lo ocurrido, este tema vuelve a estar en la palestra. Bueno, la verdad que en su momento no estuvo porque Telecinco se encarga, y muy bien, de normalizar conductas machistas en todos sus programas, quizá no tan fuertes y delictivas como esta, pero bastante machistas.
Ahora, las presiones de colectivos feministas, en un intento para que el programa deje de emitirse por falta de patrocinio, han conseguido que más de 40 marcas comerciales retiren su publicidad de Gran Hermano, alegando que “no quieren tener nada que ver con un programa donde se permite la violencia sexual”, pero… ¿En serio no se han visto ya en ediciones anteriores y en bastantes ocasiones comportamientos sumamente machistas? Bastante hipocresía la de las marcas, como ya estamos acostumbradas y acostumbrados con este tipo de movimientos: “voy a aparentar que me importan las personas, cuando lo único que me importa es hacer dinero. Si posicionarme así, va a hacer que mi imagen mejore y más gente compre mis productos, me posiciono sin ningún problema”.
En resumen, el primer y más grande fallo que cometió la producción de Gran Hermano fue permitir que pasara lo que pasó, se podía haber evitado perfectamente puesto que la casa está vigilada por gente detrás de las cámaras las 24 horas. Y el segundo, fue querer ocultarlo y hacer como que no ha pasado nada.
Pero no, el feminismo nos da alas para contar estas cosas, porque hay que hacer públicas estas situaciones para que se sepan y para que se deje de culpabilizar a las supervivientes de cualquier maltrato o violencia sexual. Porque cuantas más seamos, más imparable será este movimiento. Así que #YoSíTeCreo y #CarlotaNoEstásSola.