Y TÚ… ¿ERES CAPAZ DE CONTROLAR LA VOZ DE TU CABEZA?
Han sido incontables las veces que nos han formulado la pregunta: “¿Cómo estás?”. Una pregunta aparentemente sencilla de responder. Tan sencilla como contestar con “bien” o “mal”, pero, de todas las veces que hemos contestado con la palabra “bien”, ¿cuántas nos hemos sentido así realmente?
Sinceramente, ¿estamos bien, o nos limitamos a vivir en una monotonía constante, con un sentimiento apático hacia la vida?
¿Cuántas veces nos hemos planteado cómo funciona nuestra mente? ¿Cuántos somos los que nos escuchamos, observamos lo que nos rodea y nos paramos a pensar en si estamos satisfaciendo realmente nuestras necesidades internas?
Son innumerables las preguntas que nos invaden y a las cuales todavía no hemos conseguido darle respuesta por nosotros mismos. Porque, realmente, no sabemos qué motiva a que veamos el vaso medio vacío, ¿verdad?
Pero, ¿y si tuviéramos respuesta para esta última pregunta?
Y así es, la tenemos. Si observáramos detenidamente nuestra mente, nuestros pensamientos y nuestras emociones, nos habríamos percatado de que no somos la voz interna que escuchamos en nuestra cabeza. Generalmente no usamos la mente, sino que ella nos usa a nosotros. Es conflictiva, confusa e inestable. Es la responsable de nuestro sufrimiento, pero también puede volverse atenta, serena e inmóvil. Y además, podemos cesar la voz que habla sin parar en nuestro interior gracias al mindfulness.
El mindfulness, o también conocido como método para la “desactivación del lenguaje”, nos ayuda a ver el proceso, a responder más habilidosamente, a callar esa voz interior que nos sabotea. “Es cortar los hilos que controlan los movimientos de la marioneta” (Mañas, 2009). Este puede ser practicado de múltiples formas, y abarca desde la meditación más tradicional (practicada en un templo budista) hasta la realización de uno o varios ejercicios de mindfulness aislados dentro del transcurso de una terapia.
Algunos de sus beneficios son:
Y tú, ¿te animas a practicarlo?
