¿Compramos lo que queremos o lo que quieren que compremos?
La psicología social nos ha enseñado que existen varias técnicas que se utilizan en la publicidad para hacer más atractivo un producto. Entre estas técnicas, destaca el principio de autoridad. Según este principio, “estamos más predispuestos a dejarnos influenciar cuando somos interpelados por una autoridad”. Con autoridad nos referimos a una persona que aporta credibilidad, experiencia o conocimiento sobre el tema en cuestión.
Un claro ejemplo del uso de este principio en publicidad puede verse en los típicos anuncios de pasta de dientes en los que “9 de cada 10 dentistas la recomiendan” (suponemos que un dentista entenderá de pastas de dientes). Sin embargo, este principio también se verifica cuando una celebridad recomienda un producto o defiende una idea, incluso cuando aquello que promueve no está relacionado con su actividad (un tenista que anuncia una marca de coches).
De esta forma, podemos ver que los famosos son una buena inversión en el campo de la publicidad. “¿Cómo no comprar los bóxers de Calvin Klein?, si a Shawn Mendes le quedan tan bien…” “Por supuesto tengo que probar el café de Nespresso porque… si George Clooney lo toma, debe de ser el mejor.”
Y es curioso porque, estos ejemplos se trasladan cada vez más a las redes sociales, donde también se hace publicidad. Son cada vez más los influencers que viven, en gran parte, de la publicidad, diciéndonos cuáles son sus marcas de ropa favoritas, el gimnasio en el que entrenan, los productos de belleza que usan o los lugares a los que van de viaje.
Por supuesto, como diría Mediamarkt, “las marcas no son tontas” y es que, han encontrado en las redes sociales como Instagram, youtube o twitter una forma más rápida y accesible de llegar a la población que podría no ser tan influenciable por los anuncios de la televisión o la radio, como es la gente joven. Por eso, la publicidad en las redes sociales ofrece a las empresas un gran campo de venta para seguir ampliando sus horizontes.
Y yo os pregunto, ¿creéis que nos dejamos llevar por lo que nos dicen? ¿serían iguales las ventas de un determinado producto si no fuera difundido por estos famosos?