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4.2 Deseo de hijo vs Deseo de maternidad

El siguiente tema puede sorprender bastante si se comprende de manera literal, es por eso que trataré de proporcionar ejemplos concisos con el fin de darle claridad.

Aulagnier (2002, citado en Esparza, 2015) menciona que el deseo de hijo no es más que el simple deseo de procrear un hijo con la pareja, esto después de la etapa edípica, donde el deseo de darle un hijo a la madre pasa al deseo de darle un hijo al padre (el cual se da después del conocimiento de la castración, del cual se hablará en el próximo párrafo) para, finalmente, convertirse en lo que mencionábamos: el deseo de procrear con la pareja, mismo que produce placer al ver que ese deseo se ha cumplido.

Por el contrario, Esparza (2015) señala que “a partir del conocimiento de la castración, la ligazón con la madre se vuelve odio”, lo cual provocará en la niña un deseo de poseer un pene, mismo que podría interpretarse como envidia. Es probable que en ocasiones, aún cuando son adultas, sigan presentando estos deseos, no obstante, si se le pregunta a las niñas si tienen envidia del pene, su respuesta será que no, de hecho puede que ni siquiera encuentren lógica a la pregunta, sin embargo, se representa cuando dicen: “Desearía ser hombre, ellos no pasan por el mismo sufrimiento que nosotras al menstruar”, “¡Qué padre ser hombre!, tienen facilidad para orinar en cualquier lugar en caso de emergencia” y ejemplos de ese estilo que inconscientemente reflejan la envidia hacia el pene. Esta situación puede permanecer durante toda la vida o enmendarse posteriormente (Esparza, 2015).

Por otro lado, Esparza (2015) señala que el deseo de maternidad “responde al deseo de repetir la relación con su madre”, lo cual representa un factor de riesgo para el niño(a), pues está sujeto a conflictos no resueltos de la madre, por lo cual debe cumplir con exigencias que espera la madre pero que realmente no le corresponden. Detrás de esto se esconde el deseo de “parirle un hijo a la madre”, es decir, un hijo con el que pueda proyectarse para que le permita reencontrarse con el placer de cuidados primarios que tenía con su madre, es decir, la abuela del bebé (Esparza, 2015).

Debido a lo anterior, se puede decir que la concepción del bebé desde un inicio fue vacía, no hubo algún significado, al contrario, fue concebido para cubrir intereses propios simbólicamente, incluso en esta situación se excluye al papá, ya sea porque la madre lo aleja o porque él se excluye, lo cual podría estar indicando falta de compromiso por parte de ambos (Esparza, 2015). Esto lo podemos detectar en las situaciones donde la madre se hace cargo del hijo por completo, a pesar de tener el apoyo de su pareja, pues desea tener el control que le permita regresar a esa etapa de satisfacción cuando todavía tenía los cuidados primarios de su madre.

En el siguiente video se puede visualizar un ejemplo de lo que se mencionó anteriormente, sin embargo, este ejemplo es más gráfico y menos simbólico con el fin de que se pueda entender claramente el punto que se está explicando:

Aulagnier (1986, citada en Esparza, 2015), destaca que la maternidad provoca que toda mujer reviva su historia materna, pero si por alguna razón se retorna a lo reprimido, puede generar serios conflictos no sólo en el bebé imaginario, sino también cuando nazca.

Referencias

  • Esparza, E. (2015). Los síntomas del TDAH, sólo la punta del iceberg, clínica de lo negativo (tesis de doctorado). UNAM, México.

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